martes, 15 de junio de 2010

Hay que acabar con el mito de Brasil


Una de las estafas más sangrantes del fútbol está relacionada con la selección brasileña y su apropiación del mito que la hizo incomparable. Brasil juega mal, o muy mal, desde hace demasiados años. Peor aún, profundiza con terquedad en un modelo antipático para los aficionados y con menos garantías de éxito de lo que se pretende. Pero pese a todo y esto es lo más doloroso… Aun así puede ganar el Mundial.


Tras la eliminación de Brasil en el Mundial 82 se produjo un movimiento contra la naturaleza de su fútbol. Se dijo que esa forma de jugar no tenía sentido, como si aquel equipo inolvidable no hubiera dejado huella. Brasil incorporó la figura del líbero en el Mundial de 1990 y formó con el cuadrado mágico en 1994. Dos centrales poderosos y dos pivotes defensivos para aburrir a todos, afearse y garantizar el éxito.


El mito ha dado mucho juego a una selección que no tiene respeto por su pasado. El número de partidos que Brasil juega mal es infinitamente superior al de partidos donde se respete el compromiso con el juego. El desequilibrio es tan grande que cuesta recordar partidos notables de una selección que tiene más exigencias que ninguna con el fútbol. La estafa procede de la diferencia entre lo que se promete, el mito del maravilloso fútbol brasileño, y lo que se concreta: uno de los equipos más aburridos del mundo. Y hoy en la tarde frente a los Koreanos fue otro partido de ese calibre.


La fórmula nació para ganar títulos y matar de aburrimiento a todos los futboleros de cepa. Es una deslealtad impropia de Brasil. Como todas las fórmulas, su efecto ha perdido eficacia con el tiempo. Los brasileños han terminado por depender de los detalles, no del vuelo de sus mejores futbolistas. Cualquier equipo con Romario, Rivaldo, Ronaldo, Ronaldinho, Robinho tiene más garantías de marcar que ningún otro. Pero Brasil no está armado para sacar lo mejor de sus grandes jugadores. Está construido para defenderse de forma miserable y contrargolpear en el momento que los rivales le ceden un espacio.


La temprana y merecida eliminación en el Mundial de Alemania agitó al país pero no cambió los hábitos. Brasil se hundió porque ha interiorizado la vulgaridad. Los centrocampistas no pueden dar un pase, los delanteros están aislados, todo el mundo conduce la pelota, no hay comunicación entre las líneas, se privilegia tanto lo defensivo que el ataque sólo está disponible para el destello, el golpe de ingenio, un instante apenas.


El Mundial de Alemania hizo fracasar la reputación de Ronaldinho y empeoró el prestigio de Kaká. En medio del instrascendete juego de Brasil, los dos astros se olvidaron del fútbol y pretendieron hacer una publicidad para Nike en cada jugada, pero se olvidaron de brindar fútbol al equipo. Brasil no jugó cinco minutos decentes en Alemania y al parecer –espero equivocarme: pasará lo mismo en este Mundial. El mito del jogo bonito, el mito que explotan los brasileños como si nadie se enterara de la verdad, se desplomó en el Mundial 2006. Era un buen momento para reflexionar sobre las consecuencias del fracaso. Sin embargo, el resultado es desolador. Lo peor de la fórmula se manifestó nuevamente hoy frente a los Koreanos del Norte. De nuevo los centrocampistas defensivos, otra vez la ausencia de un pase, de un regate, de algo que remite no a Brasil, sino a un equipo de medio pelo. Nada. Otra decepción. Otra estafa. El mito a la basura. Metieron el gol en el minuto 70 y ofrecieron tan poco…


Costa de Marfil – Portugal fue el partido que más espere en esta primera fase… Está demás decir que el partido me decepcionó tanto… Aunque la monotonía vista hoy en los partidos, sobre todo entre Costa de Marfil y Portugal es un patrón general de casi todos los partidos. Casi todos sufren de una impotencia ofensiva generalizada y de una falta de convicción por parte de los equipos que exceda la mera ejecución correcta de un esquema rígido. No hay audacia, no hay variantes, no hay jugadores que se pongan un equipo al hombro. Todos han estudiado cuidadosamente a los rivales y saben más o menos cómo neutralizar el ataque contrario. Pero salvo alguna jugada preparada, nadie tiene mucha idea sobre cómo organizar el propio. Es como si la defensa estuviera a cargo de un técnico competente y el ataque de otro medio inútil. Y eso ocurre con equipos de continentes, tradiciones y jerarquías diferentes. Espero que los partidos de mañana, la tan esperada España se revele de esta mediocridad hasta ahora expuesta…


Foto: BBC

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