domingo, 7 de junio de 2009

Explicaciones mediocres...

Cuando irrumpe la derrota algún impulso lingüístico brota sobre todo en el fútbol y más aún en un fútbol mediocre y carente de ilusión y de norte como es el boliviano. Las explicaciones delirantes que detallan, que indagan, que explican, que deconstruyen, que persiguen y que juzgan la penosa derrota de la selección Bolivia frente a la venezolana (que para potenciar nuestra vergüenza es un seleccionado modesto de un modesto equipo llamado Deportivo Anzuategui) no hacen más que profundizar este inmenso pozo en el que no terminamos de caer año a año. A continuación, bajo un impulso anárquico más que interpretativo acopiaré aquellas “supuestas” explicaciones, las causas –para ser más prolijo– de este nuevo derrumbe futbolístico. Explicaciones mediocres que orbitan sin sentido alguno alrededor del Hernando Siles…


- Una de las explicaciones que más abunda y fluye de boca en boca es la del “poco tiempo” de preparación de nuestro limitado equipo. Venezuela se preparó durante más de un mes y la selección boliviana a penas sumó una semana de trabajo. Esta excusa fue ostentada por el Dt, por el capitán del equipo, por un dirigente, por una ex – estrella como es el diablo Etcheverry, entre otros. ¿Qué aporta esta explicación para “entender” o “comprender”, para reparar esta nueva derrota histórica? Nada. Para no ser tan absolutista habría que matizar que su aporte se esfuma rápidamente y que potencia nuestra mediocridad rutinaria. Son más de 20 años que el debate no trasciende la mediocridad de esta explicación…

- Otra de las explicaciones que se desplaza en los discursos supuestamente analíticos y rigurosos es la que apunta a la falta de profesionalidad del Dt. Sánchez. El estadium apelando a un mecanismo catártico, a algún catalizador de esta bendita bronca que designa la derrota en coro apeló al “¡Fuera Sánchez!”. La prensa, en especial ERBOL Deportes en su análisis, lo puso en la mira al Dt. Argumentando que no pudo replantear las vías y el ánimo futbolístico de un equipo que lo menos que tenía era ganas para remontar esa inmensa cuesta arriba que fue el partido frente a Venezuela. Nadie puede refutar que Sánchez carece del histrionismo necesario para representar un estilo de juego, de fútbol pero en descargo y en ataque del cruceño habrá que preguntarse: ¿qué condiciones para el trabajo se le ofrece al Dt? ¿Qué tipo de debate futbolero se instaura y cómo participa el Dt en él? ¿Qué respuestas futbolísticas aporta el Dt al debate futbolero? ¿Qué trabajo instaura Sánchez? ¿De qué proyecto habla o balbucea? ¿En qué fue determinante la presencia de Sánchez en este “proceso”? ¿Qué variables tácticas ofreció en su paso por la selección? ¿Qué entiende por largo plazo en el fútbol?

- Que la penosa tarde de Martins, el nuevito jugador de Werder Bremen, es otro lugar común para descubrir respuestas de la catástrofe. Primero, el penal errado dicen que fue el responsable de conducir a Bolivia hacia un túnel. Segundo, esa impotencia e imprecisión del 17 para tomar el balón y ofrecer una certeza a favor de Bolivia en el partido. Tercero su ingenua expulsión. El último partido jugado en competencia por Martins fue frente a Argentina el 1 de abril. ¿Con la escasa continuidad de la estrella del fútbol boliviano en el fútbol de elite es responsable de nuestra parte cargarle el peso del partido? ¿Quién podía asumir ese peso: el ausente Botero, Alex da Rosa (que de algún modo lo hizo), Menacha Cabrera, Abdón Reyes (que persiste en enredarse en su juego), el Nacho García, o Joselito Vaca? ¿Quién podía asumir el peso del partido más que Martins? Esa es una pregunta caliente en un equipo que con mucha facilidad oculta su coraje frente a las dificultades y se subsume a su fragilidad anímica…

Es en la incapacidad de hacernos preguntas sobre nuestra mediocridad sempiterna la que nos impide buscar las vías, las alternativas para, primero, tocar definitivamente el fondo del pozo y luego buscar las políticas deportivas-educativas que resuciten al cadáver conocido como fútbol boliviano. Mientras tanto el juego como el debate se enfanguen en los lugares comunes nuestro fútbol no saldrá de este péndulo maximalista que del hipnotismo inverosímil (la goleada frente a Argentina) nos traslade radical a la debacle (la derrota frente a la antigua cenicienta).
Fotos: El Deber

jueves, 28 de mayo de 2009

El trebol Catalán

Hace mucho tiempo, luego de que Europa buscara su reconstrucción espiritual, después de la Segunda Guerra, los italianos levantaron en la capital romana un coso de esplendor deportivo: el Estadio Olímpico. Si bien es cierto que su antecedente habría que hallarlo en el Estadio de los Cipreses, un elemento más de esa estrucutura de poder político exhibido para la Gloria del Duce, llamado Foro Mussolini, el Olímpico abriría sus puertas hasta 1953, en un partido de futbol entre las selecciones de Italia y Hungría, aquella mole de futbol brillante y letal comandada por Ferenc Puskas y su séquito.

En el Olímpico juegan los clubes con las aficiones más radicales: La Lasio y La Roma. El clásico tiene una repercusión de gesta que se prolonga en las tribunas, la plaza pública, los callejones. Ha habido sangre y un desprecio intransigente de un enemigo al otro. En el clásico la afición encendida se convierte en una misma vena cava, en un cántico múltiple que se desborda hasta abndonar el graderío y habilitar el futbol duro, rocoso, táctico y a veces mézquino de los clubes de la capital. Mientras para unos el futbol es una fiesta de comunión fraternal, para otros es una manera de entender los mecanismos de un odio antiguo.

Sin embargo no siempre el futbol es asi. También permite el asomo de un paisaje donde la tribu sacraliza con justicia un deporte noble, un deporte de afectos, de emociones encaminadas a disolver los arrebatos de los medios de comunicación, sólo para organizar su misa propia, ese ritual del grito, del salto impensado, de la voz que pretende darle impuslo a sus hombres a muchos, muchísimo kilómetros de distancia. Los especialistas de futbol son así. Impresionan pero también son impresionables. Se bañan con la misma agua que beben. La final de la Champions desplegó un portentoso menosprecio al Barcelona. Sólo el excelente Columnista Ivar Matusevich (http://www.goal.com/) dijo, hacia finales del año pasado, que el Barcelona iba a ganar todo lo que enfrentara. Después, para casi todos pasó desapercibido el futbol brillante que el equipo culé estaba desarrollando en La Liga, mientras se impresionaban con la efectividad de un equipo que parecía invencible como el Manchester United.

Lo de hoy fue muy similar a lo de España en la Eurocopa, cuando le tocó enfrentar a una selección Rusa que lucía aceitada en todas sus zonas del campo. Un Barcelona con una movilidad impensada para los especialistas, que han olvidado muy pronto el baño de futbol que este cuadro le dio al Madrid no hace mucho, al Bayern y al Lyon dentro de la fase final de las misma Champions.

Hoy mismo decía que Messi era más que Cristiano Ronaldo en el esquema de su equipo. Y el partido me dio la razón. Sin ser espectacular (de hecho el partido no lo fue) la Pulga demostró su nivel de disposicion táctica, su sacrificio y su capacidad para retener y darle circulación a la pelota en el frente. Carles Puyol, un catalán que parece cantante de rock, ofreció el partido de su vida al lograr eso que parecía imposible: pintarle la cara a Cristiano no una sino varias veces. Iniesta no parecía venir de una lesión mientras Samuel Etoo parecía encantador de felinos, primero por la banda, después en el centro.

No me sorprendió el Barcelona. Me sorprendió saber que los medios ofrecieron un abanico muy pobre de posibilidades críticas. Me soprendió saber que un comentarista tan confiable como Biscayar le haya dado muy pocas posibilidades a un equipo que anotó más de 100 goles en la liga. Me soprendió saber el increíble grado de pusalinimidad que le otorgaban a un club que juega mejor que todos.Barcelona es un justo campeón que le tapó la boca a muchos, a la gran mayoría.

jueves, 7 de mayo de 2009

En un lugar de la Mancha…

Hace año y medio, cuando el Barcelona pugnaba por asomar la cara, luego del esplendor de dos títulos de liga y una Champions, Rijkaard no encontraba acomodo para un jugador salido de la cantera, con una inusitada movilidad para correr entre piernas con el balón cocido a la bota. Iniesta ya había probado las mieles de la titularidad momentánea (eran los días en que Ronaldinho apostaba por su nube de confort) y había respondido con creces a la confianza del holandés. En algún post señalé la pertinencia de que Frank Rijkaard, y ante el ninguneo del Dinho a sus propias cualidades futbolísticas, le diera esa posición al machego Iniesta, un jugador identificado a plenitud con la playera blaugrana -debutado muy joven por Vaan Gal- y con una incontrovertible cualidad para escuchar y atender con pacencia las instrucciones del táctico en turno. Apenas mide 1,70 pero su persnalidad en la cancha lo hacen parecer más alto. Forma, junto con Xavi Hernández, Xabi Alonso, Cesc Fábregas y Marco Senna, la media cancha más poderosa del mundo a nivel selección, y con el primero, el medio campo más flexible, dinámico y preciso a nivel clubes en toda Europa.

Es indiscutible que los reflectores buscan más la sonrisa de Messi , la mirada abisal de Alves o el andar de bailarín de Henry. Sin embargo, el manchego nunca ha decaído en su vocacion por convertir su zona del campo en una carta de presentación irrevatible. Su portentosa sencillez es antípoda del protagonismo mediático que portaba Ronaldinho con sólo sonreirle a la cámara. Es un jugador en el que siempre he confiado como espectador y nunca he sentido que me defraude. Venció su nerviosismo en la Euro, maniestándose plenamente junto a Xavi, su compañero y socio en el Barça. Él y todo el equipo remaron contracorriente de una táctica mezquina de un Chelsea que parecía más bien comandado por el inefable y estentoreo José Mourinho. No, el triunfo del Barcelona fue justo: venció el futbol esencial, el futbol que se borda con paciente armonía colectiva, frente a un cuadro que esperaba el yerro, que apostaba al pelotazo, que pugnaba por el indisctible potencial físico de sus delanteros (dirán que hubo cuatro penales cuando en realidad el arbitro sólo debía sancionar uno, el de Piqué; sin contar la absurda expulsion de Abidal). Lo que hizo Andrecito Iniesta fue un acto de justicia que se merecían los catalanes y, sobre todo, se merecía él.

miércoles, 15 de abril de 2009

I Love This Game o una Breve Historia del Mundo

La mitología nos dice que el futbol nació en una cantina cuando se repartieron, luego de no encontrar un consenso justo, el botín de la reglamentación los seguidores del rugby y el soccer. Sin embargo se trataba de un juego más bien pedestre, once contra once hombres tratando de mantener en su poder la pelota y de llevarla a los límites de un territorio que parecía inexpugnable. Luego llegaron los escoceses con algo que parecía inusitado, el pase, y el futbol dio un giro impensable a los terrenos de la fantasía visible. Los uruguayos, sí, esa suerte de gamberros quemados por el magnifíco sol de oriente, dueños de medio río de la plata, convirtieron el futbol en un poema colectivo, y se transformaron en el primer objeto del deseo de los clubes de europa por su gracía de bailarines, su don de magos en pleno juego y una mirada que desafiaba cualquier deidad. Luego Mussolini amenazó de muerte a sus seleccionados y éstos no tuvieron más que ganar con sangre una copa que parecía imposible. Luego Obdulio Varela, el Negro Jefe, atravesó con el balón en las manos su campo y conminó a sus huestes a vencer los pronósticos: Brasil era una fiesta y no había razón para no anticipar un triunfo inminente. Después otro Jefe, Boss Rahn, colaboró con un milagro germánico que aún continúa.

Lo que siguió después fue el prodigio de la individualidad en contraste con un futbol físico, un futbol cincelado entre el músculo, la dignidad deportiva, el pundonor casi arrogante. La individualidad encarnada por Sir Mathews, Puskas, Kubala, Di Steffano, Garrincha y Oh Rey Pelé, un humilde brasileño que tenía diez años cuando le prometió a su padre ser campeón del mundo, luego de culminada la narración radifónica del Maracanazo. Al mismo tiempo que Pelé, otro joven brasileño de Pau Grande, bautizado con el nombre de un pajarraco de la región, Garrincha, puso el botín sobre el balón en señal de desafío a los hipnotizados defensas que lo marcaban. Inició el cambio de ritmo y su síncopa, comenzó el Jazz del balompié a diseñar escenarios abstractos que armonizaban con la tribu arrebatada y fervorosa. Llegó la estrategia distendida en la función precisa de cada hombre sobe el campo. Por su parte, Inglaterra celebraba a un Rey que se decía artista (porque lo era), genio (porque lo era), maravilloso redentor de un deporte que le había puesto un lienso enorme a sus pies: George Best.

Me detendré aquí, la llegada de mis dos ídolos (Cruyff y Maradona) ha sido puntualizada en muchos posts. Me interesa más bien establecer cómo un periplo insuperable de lágrimas, risas y gloria, que comenzó en una isla, y luego en esa misma isla inauguró una etapa de oscurantismo posterior al título mundial en 1966, encontró en la historia reciente del balompié inglés su edad de oro, y tuvo uno de sus puntos más radiantes hoy, en Stamford Bridge, un estadio como hecho a mano que alude indirectamente a la batalla epica del mismo nombre. De eso trata el futbol, o al menos la novela del futbol escrita a muchísimas manos. Un héroe abatido al margen de la cancha, con una lesión en la ingle que le impide jugar; 22 hombres trazando dos maravillosos planos secuencias de 45 minutos, en un espectáculo hermoso de poder, armonía colectiva, pundonor, suspense voluntario; ocho goles que permiten dimensionar la calidad de un deporte que hoy, en la casa del Chelsea, encontró a los interpretes inmejorables de su concierto.

Hoy se escribió un capitulo más de la historia del mundo.

viernes, 20 de febrero de 2009

¿Por qué el fútbol?


No hace mucho, alguien criticaba las energías que gasto al plantearme el futbol como una suerte de universo alterno, con su simbología, su literatura implícita, si lirismo exacerbado en la relación músculo, vértigo, habilidad, precisión. Ellos piensan que sería más productivo que escribiera sobre la literatura o el arte. Sin embargo no. En el futbol he encontrado los dominios, no de una creatividad decantada, sí de una creatividad cuyo pulso lo rige una emoción natural, la misma que me lleva a los patios límpidos de una infancia alegre, una calle ancha convertida en una especie de Estadio Azteca donde un servidor, acompañado por su augusta grey, dibujaban rabiosos arabescos con una pelota de plástico color ladrillo.

Vaya pues, mi lista de razones (sólo algunas y bastante mías) para escribir sobre un deporte que pienso, vivo y respiro como si fuera el bosque rasante de un cuento sin fin.
-El futbol me dio la oportunidad primera de saber que el cuerpo, esa masa de carne y hueso que pugna por encontrar su equilibrio, podía manifestarse de otras maneras, podía dialogar con un balón utilizando eso que Dimitrijevic llama "la prehistoria del cuerpo", el pie. Con el pie, uno necesita lograr lo que otros deportistas logran con la mano, y todo esto, mientras se corre o se mantiene en estado de tensión ante la inminente llegada de un rival. El futbolista manda señales al pie, mensajes que tardan en llegar lo que tardan en cerrarse los ojos.
-Porque jugaba con mi padre siendo muy niño, en el pasillo de mi casa. Y en la cocina me imaginaba una multitud hábida que clamaba por un gol de bandera, y os juro que desde el campo y de entre las flores surgía un cántico memorable de sustancial y memorable épica.

-Porque existe Joahnnes Cruyff, un jugador cuya naturaleza pudo cambiar las funciones univocas del futbolista dentro del campo. Su apostura, su mirada en alto con la consciencia fija en la pelota y en el destino de la misma, su habilidad para jugar tanto en lo corto como en lo largo, hicieron del holandés un rebelde, un jugador proclive a la táctica, pero dispuesto a suplantarla por un engarce, un regate imposible, un tiro dispuesto a encontrar su madirguera en el arco.

-Porque existió Miguel Marín. La historia del Gato está ligada muy profundamente a mis ideales futboleros. Un portero es lo más cercano a la estampa del superhéroe que suprime la gravedad, atrapa obuses y antepone el cuerpo a cualquier tipo de amenaza. Nunca vi en su momento un jugador con esa capacidad de liderazgo; verlo jugar era atender un comic en dimensiones reales, donde el era el personaje principal, y sus compañeros encarnaban una especie de Liga de la Justicia.

-Porque Maradona me enseñó lo que el futbol salvaguarda de plasticidad, danza, ritmo y vértigo. La prodigiosa técnica individual del Pelusa, su lectura del partido, su voluntad para convertir su cuerpo en una poderosa estructura de mente, cuerpo y cambios rítmicos, aunado a su pie izquierdo que funcionaba como un pistón de precisión ominosa, hicieron de su paso en las canchas una novela de ascensos brillantes, y descensos mediáticos, enturbiados por el culto a su personalidad. Si Pelé era el Rey del fútbol, Maradona es un ángel caído sin imposturas, desafiando leyes y promoviendo las propias en su reino.

-Porque existe Paolo Maldini y su gallardía. Un jugador que hizo de la línea izquierda la prolongación de un feudo donde cabía el pundonor, la caballerosidad, la fortaleza y el reflejo al rojo vivo, merece estar en cualquier once ideal de los tiempos modernos.

-Porque la vida y al obra de Mané, Garrincha, es una fabula que va de la partitura precisa, del ballet radiante, a los pasajes de una decadencia que tiene mucho de humano, sí, y más de literario.

-Porque el futbol me da la oportunidad de confirmar que Octavio Paz, un tipo que lo deploraba, era un poeta genial pero era un hombre aburridamente libresco.

-Porque me hizo conocer una faceta entrañable de un jugador como Jorge Valdano y una faceta no menos entrañable de un narrador como Juan Villoro.

-Porque me da la oportunidad de un diálogo abierto en un lenguaje no exento de colorido literario. El futbol es lenguaje cuya semántica trama, en cada partido, una historia de final cerrado en la cancha, y abierto en las tribunas o en la entraña de la afición.

-Porque existen jugadores como Steven Gerard, quien encaminó a su club a recuperarse de una derrota 3-0 en una inolvidable final de Champions; y jugadores como Frank Lampard, quien levantó la vista luego de meter un gol buscando la mirada de su madre recién fallecida; y jugadores como John Terry, prodigio de eficiencia y pundonor, quien falló un penalty decisivo y nos mostró su corazón desnudo en medio de la cancha; y jugadores como Juan Arango, quien casi muere por una agresión criminal, y regresa a la cancha para meter los goles que salvarían a su equipo del descenso.

-Porque existe el Cruz Azul y una historia que los medios se empeñan en borrar a golpe de indiferencia, desdén, olvido mendaz.

-Porque existe un club como el Barça, capaz de convertir el juego en una maquinaria, una fiesta, una pista de baile, un concierto.

-Porque Messi nos da la posibilidad de ver la naturaleza de una infancia liberada en el campo de juego. Nos enseña el sentido primigenio del futbol como un espectáculo donde cabe habilidad, instinto, ritmo, velocidad mental, entrega y fortaleza física.


-Porque puedo entender a un escritor como Eduardo Galeano.


-Porque hay equipos como el Milán y el Arsenal.


-Por Zidane, los que le siguieron y los que aprendieron antes que él a desaparecer balones con un giro prodigioso.

-Porque no hay partido igual nunca.

-Porque no habrá partido igual nunca.

-Por el gran Tigre que entre nubarrones, amarguras (tal cual la vida) me enseñó la forma en la que se quiebra una garganta al exponer una pasión.

-Por maestros como Chichi Romero, Luis H. Cristaldo, por el gol de Etcheverry a la moral de los brasileros... En fin...

-Por los poéticos textos de Luis H. Antezana...

-Por ese extraño vértigo que se teje entre la palabra y el balón...

Adaptación de Daesu

domingo, 15 de febrero de 2009

Otra señal del desastre: Strongest 0 – Nacional Potosí 1

La precariedad del Tigre 2009 deviene de un espantoso proyecto dirigencial –recién estrenado– que no hace más que perpetuar el desastre fundado por anteriores dirigencias, concretamente la del señor Pacheco. Está demás precisar que el actual Strongest carece de un mecenas empresarial al estilo bolivarista que ponga el dinero fresco para que la máquina por lo menos funcione, tampoco cuenta con el abundante dinero sospechoso de Oriente Petrolero que frente a las derrotas permanentes no se cansa de contratar jugadores y cuerpos técnicos que fácilmente superan el millón de dólares, carece –y esto es lo más preocupante– de la furia, de la bronca, de la actitud (futbolística y dirigencial) y la aptitud (futbolística y dirigencial) de los equipos que saben que pasean al borde de la cornisa y que en un mal paso o mal amague pueden perder la categoría y caer en el abismo del fútbol de la asociación.

Este Strongest carece de voluntad, de ideas, de fútbol y esto tanto a nivel dirigencial como deportivo. Es un equipo carcomido por la languidez, la tristeza y la apatía. Sufre del síndrome de la depresión del jugador retirado que se encapricha en dejar el fútbol y que por negligencias dirigenciales tienen una oportunidad más. La doblada columna vertebral del Tigre se sostiene sobre la veteranía de Sandro Coelho (la migajas que aporta su juego apenas le alcanza para imponer el peso de su cuerpo en la zona de contención y defensa, detalle que no es suficiente para frenar las arremetidas de equipos más estructurados), de Limberg Gutiérrez (que a estas alturas ha pronunciado sus defectos, ahora su caminata en la cancha se extiende a los noventa y cinco minutos, no limpia jugadas, si antes no llegaba a las marcas ahora ni siquiera puede desear llegar a ellas, no hace los pases que antes llevaban su particular impronta, su juego no punza y su remate parece estar oxidado y en reparación), de Rosauro Rivero (su juego rústico le impide aportar con algo al equipo, la garantía es que en sus pies el juego es mucho más lento e improductivo), de Martín Menacho (basta decir que ayer frente a Nacional Potosí fue tan inofensivo que hasta sus locuras pasaron inadvertidas).

Lo interesante de esta situación es que la impotencia de los seguidores atigrados ha llegado a tal punto que en masa creen que sacrificando al técnico Toresani el timón del barco atigrado cambiará de rumbo. Toresani es una ficha de este engranaje podrido, no es la cabeza de este “proyecto”. Es el responsable coyuntural del manejo del equipo, el gerente actual de las 5 derrotas seguidas del Tigre. Sin duda carece del bagaje suficiente para instaurar un buen clima de trabajo, su característica es la de decir lo que piensa por sobre todas las cosas y sin eufemismo alguno y eso en un equipo alicaído y moribundo más que despertar un efecto motivante despierta el rechazo y garantiza la derrota y las camarillas. Pero de lo que no se le puede responsabilizar a Toresani es de esta profunda crisis estructural que vive el The Strongest. Si la multiplicidad de males del Tigre se acabarían con el sacrificio de Toresani el pedido de la multitud atigrada tendría algún sentido. Pero seamos sensatos la crisis tiene raíces demasiado profundas y complejas que una dirigencia tan tradicional, tan predecible y tan mediocre no podrá solucionarla. Por el contrario, estas raíces podridas del club se los comerán vivos…

Esta era la gran oportunidad para reconstruir la institución atigrada a partir de otros pilares, como el restablecimiento de una ingeniería de escuelas futbolísticas integrales conformadas por adolescentes y jóvenes de todo el país dirigidas por formadores (como el profe Arzans, Barrientos, Berdeja, entre otros) al estilo de Vélez Sarfield de Buenos Aires, de Newells Old Boys de Rosario. La dirigencia podía armar un equipo económico –por no decir barato– con el tenor de La Paz F.C., de Nacional Potosí sin brillo, sin glamour pero con extremada disposición al trabajo, que tenga como único objetivo luchar para salir del descenso y que sea la cúspide de llegada de las escuelas de fútbol y no este mamarracho de exjugadores que juegan con la única motivación que a fin de mes les llegará su sueldito. La dirigencia podía vender la idea del mediano y largo plazo para reconstruir el pilar deportivo del Tigre e institucionalmente remodelar la estructura burocrática del club, horizontalizar la participación, demoler las cúpulas que deciden y ponen plata. Hay que democratizar las decisiones en el fútbol, democratizar los aportes (¿Por qué nadie en Bolivia quiere reproducir la democracia del Corintians?). El atigrado, la atigrada tiene que tomar responsabilidad en esta crisis pero esta dirigencia tradicional y mediocre no le deja ni siquiera pronunciarse… Así estamos últimos, de derrota en derrota… La derrota de ayer frente a Nacional Potosí debería ser la última señal para cambiar definitivamente de rumbo… Si no es así este barco quebrado, agonizante llamado Tigre no encontrará fondo…


Foto: Acción, La Prensa

miércoles, 21 de enero de 2009

Costumbres dirigenciales

Mientras la dirigencia liguera del fútbol profesional boliviano siga vendiendo espuma o su equivalente: la mentirosa idea de conformar equipos competitivos no hacen más que profundizar esta espiral de mediocridad que vuelve con más fuerza y reiteradamente de manera cíclica en cada inicio de temporada. Y es que la élite dirigencial boliviana tiene sus manías y sus mañas, “virtudes” que se heredan de generación en generación. La tradición cuenta que en esta época del año la dirigencia en comparsa juega su pequeño partido que se reduce a participar siempre de manera minúscula (por no decir invisible), precaria, insuficiente y con altos grados de improvisación y mendicidad en ese monstruo que se llama mercado futbolero. Habrá que subrayar que los dirigentes ligueros bolivianos se contentan con contratar los residuos que defeca el monstruo del mercado futbolero. Y es que sólo a eso alcanza la potencia de sus ideas a mendigar una limosna del mercado. Con estas menudencias la dirigencia alimenta su imaginario, su ego o lo que ellos nombran demagógicamente como su “proyecto”. Por ejemplo, con un colombiano consagrado en cancha y un argentino de nombre creen haber demostrado que son sujetos que saben de fútbol. Lo interesante es que los dirigentes consideran que con esta insuficiente argamasa deportiva es posible vender a la hinchada el brebaje de la ilusión de tener un equipo competitivo, con soltura argumentativa creen haber incorporado a su ecuación deportiva el ingrediente que faltaba, los “refuerzos” ideales para encarar las vicisitudes de la “competencia”. Pero esta tarea de mendigar del mercado futbolero es tan sólo una faceta, apenas un costado de las labores dirigenciales la otra se asemeja a una decadente batalla. Batalla en la que los pocos billetitos de unos se enfrentan a las de otros. Batalla que no hace más que potenciar el amarillismo de la prensa deportiva y saciar el vicio de las enormes audiencias futboleras por consumir una prensa deportiva chatarra. Pero volvamos a la descripción de la batalla. Con unas chistosas espaditas de dinero los dirigentes escenifican en código de parodia la vorágine del juego de pases y contratos del fútbol moderno. Empeñados en demostrar quién es el más fuerte o el que más sabe de fútbol. Perdidos en este jueguito inútil, en esta impresentable parodia los dirigentes criollos del fútbol boliviano reproducen sin vergüenza alguna la actual subordinación absoluta de la organización deportiva a la voluntad del poder económico. Demostrando con esta acción la devaluada posibilidad que tienen de intervenir en la construcción de otra realidad futbolera, deportiva. Y esta generalización cubre a todos los dirigentes del futbol nacional desde los más "meritorios" que por un conjunto de azares nos llevaron a una copa del mundo hasta los dirigentes cooperativistas mineros llegados al fútbol que al parecer todavía no se dan por enterados que el precio de los minerales está de bajada. En esta decadente granja futbolera nacional los dirigentes mueven a los jugadores de una cochera a otra, así es fácil que éstos muten sin ningún escrúpulo del amarillo negro al celeste (o viceversa), del celeste al verde (o viceversa), del celeste a la roja (o viceversa) y así… En esta pequeña granja los dirigentes juegan: declaran, especulan, prometen, venden, hablan, ostentan, aparecen y desaparecen de los medios, dicen lo que no es y lo hacen pasar por cierto y este es su jueguito, el amague permanente. Con estito tejen su motosa herramienta de poder. Pero de poder al fin. Como los viejos partidos políticos del neoliberalismo la dirigencia sólo abre sus puertas para que sus hijos ingresen y hereden este hábito de la “gestión” deportiva, también las abren a sus amigos y sobre todo a algún mecenas dispuesto a vaciar una parte de sus arcas en las débiles economías de los clubes, pero se las cierra totalmente a aquellos que no cumplan estos tres requisitos (obvio). Dibujada parcialmente esta descripción sobre las actitudes y aptitudes dirigenciales bolivianas lo único que brota de este contexto es la frustración. Es muy difícil imaginar la instauración de otras formas de concebir la gestión deportiva. Más difícil aún desterrar esa nuestra odiosa costumbre de amar la derrota. Con certeza la élite dirigencial mientras sueña con ganar la Copa Libertadores en los hechos no hace más que transitar en un fango circular, inventa proyectos de barro, pero eso sí venden el brebaje de la ilusión de tener un “equipo competitivo”. Con todo esto participar en la “emoción y la pasión que convoca el fútbol”, ¿acaso no se trata de celebrar la mentira, la ilusión que tejen los dirigentes mediados por la mediocre prensa deportiva? Es por eso que el redactor de este blog ha optado por el repliegue, para evitar el asco… Adiós futboleros, afinen sus vísceras que la cochinada futbolera cada año se pudre más…

Foto: La Palabra Esférica

domingo, 18 de enero de 2009

Hasta que la arbitrariedad lo decida...

Arbitraria fue la irrupción de este blog, también arbitraria es su repliegue... Hasta pronto lectores de La Palabra Esférica la coyuntura del fútbol terminó por asfixiarme...

viernes, 16 de enero de 2009

Ritmos

Si los jugadores encarnaran la música, serían melodías plenamente identificables en el pentagrama del campo. La felicidad en la disposición de un genio como Messi, ¿no nos recuerda acaso esas melodías de alegría radiante que musicalizan cintas de final feliz? ¿No representa Ronaldinho el desenfado sonoro de una samba? ¿Un jugador como Beckham, convertido en un mercado ambulante, no traduce acaso la música chillout que ambienta esos impresionantes malls fríos y postmodernos?¿El ritmo que lleva a las canchas un jugador como Riquelme, tan introvertido y genial, no se parece acaso a esos tangos perdurables, sin letra -como le gustaban a Borges- que resuenan en los mórbidos galpones como parte de la naturaleza? Los jugadores tienen ritmo. Sin embargo, lo principal es establecer el cambio de ese ritmo en función de un planteamiento táctico que funciona como las partituras de una sinfonía nunca definitiva. Las ligas del mundo, al menos las más famosas, también funcionan con una muy reconocible identidad ritmica a la que los jugadores se adaptan.La Liga Premiere, por ejemplo, no admite parsimonias ni especulaciones, no deja que los jugadores sasonen sus razonamientos dentro de la cancha y se despliega con la vertinginosa voluntad de un tormenta o un tornado. Su música futbolística es lun solo pianístico ejecutado con virtuosismo inapelable. La Liga Española, en cambio, parece ese jazz donde lo sorprendente traza un mecanismo de recomposición rítmica sobre la marcha. El Barcelona por eso es una Big Band: como las orquestas fundacionales (Count Basie, Louis Armstrong, Cab Callaway) surte de talento el orbe, de sus raíces se desprenden esos solistas (Messi, Iniesta, Hleb, Xavi, Etoo, Henry) que funcionan solos y como parte de un conjunto.

Daesu