domingo, 26 de agosto de 2007

Saberes del fútbol


Para bien del fútbol luego de tres largos años de reposo volvió Marcelo Bielsa a la cancha. Para el técnico argentino el fútbol es un desafío arduo para combatir la incertidumbre. Bielsa hace del fútbol un interesante acopio que produce un chorro de saberes. Y este detalle no menor lo transforma en uno de los técnicos más interesantes en el contexto actual del fútbol moderno. Bielsa cuenta con una voraz capacidad de análisis futbolístico, elemento clave para llegar a inmunizarlo en los momentos tensos. Sin embargo, su amplia capacidad de análisis hizo crisis frente al fracaso de la selección Argentina en el mundial del 2002. Mundial en el que puso en la heladera al enganche y en el que optó por el vértigo de la velocidad por las bandas. Bielsa es un obsesivo del ataque, busca incesantemente los métodos suficientes para reducir al mínimo el margen de error, desprecia las combinaciones que impone el azar. Oír o leer con detalle a Bielsa definitivamente proporciona tanto herramientas como insumos para hacer del fútbol un complejo saber. Vale la pena, entonces, repasar un conjunto de sus apreciaciones que sintetizan su interesante carrera:


“Yo sé que el fútbol tiene un altísimo componente de azar. Pero no se puede ejercer esta tarea que a mí me tocó realizar admitiendo que un porcentaje muy alto se lo lleva la suerte y nos termina favoreciendo o perjudicando. Una cosa es que yo diga que no se puede trabajar de entrenador admitiendo que la suerte decide un porcentaje altísimo, porque entonces “que hago, si total la suerte lo va a resolver”, pero no se puede ignorar que el juego tiene condicionantes que van más allá de lo establecido y de las facultades que cada equipo tiene. Celebro que el fútbol esté en ese rumbo, porque quiere decir que no está en nuestras manos, que puedo asegurar que sería peor. Es mejor que esté en manos de los futbolistas y de Dios”.


“No veo como una contradicción tener algunos aspectos de Bilardo y Menotti. Lo que pasa es que en la Argentina, jamás los técnicos obsesivos se preocuparon por jugar ofensivamente. Y yo soy un obsesivo del ataque. Yo miro videos para atacar, no para defender. ¿Saben cuál es mi trabajo defensivo? “Corremos todos”. El trabajo de recuperación tiene 5 o 6 pautas y chau, se llega al límite. El fútbol ofensivo es infinito, interminable. Por eso es más fácil defender que crear. Correr es una decisión de la voluntad, crear necesita del indispensable requisito del talento”.


“Soy incapaz, como cualquier otro entrenador, de ordenarle a un jugador que desequilibre a través del talento. Que un futbolista gambetee a cinco rivales en fila no depende de mí, pero sí puedo hacer que el equipo rote y se demarque para que si posee buena pegada para hacer pases gol, encuentre al mismo tiempo varias opciones de cesión. Mi función es reunir la posibilidad creativa individual con la capacidad de mecanización y movimiento. Los equipos totalmente mecanizados no sirven, ya que los sacan del libreto y se pierden, pero tampoco me gustan los que viven sólo de la inspiración de sus solistas. Cuando Dios no los enciende, quedan a merced del rival”.


“El fútbol descansa sobre cuatro premisas fundamentales: defensa, ataque, cómo pasar de defensa a ataque y cómo pasar de ataque a defensa”.


“Nunca me planteo la posibilidad de salir a atacar con la iniciativa o aprovechando el contragolpe. Para mí siempre hay que protagonizarlo. Si se puede protagonizarlo, para qué cederlo. Nunca preparo al equipo para la espera”.


“Está totalmente descartado que un equipo pierda o gane por el dibujo táctico. ¿Cómo puede ser tan importante el sistema si han ganado sistemas tan antagónicos? Se habla tanto del sistema porque no hace falta saber de fútbol. Cualquier persona mira cómo están dispuestos los jugadores en el campo. Antes, la sabiduría de un técnico indicaba poder mantener la formación, que se pudiera recitar el equipo titular de memoria. Hoy, se atribuye la sabiduría al que cambia más. No es así”.


“No hay nada mejor que un jugador de fútbol para resolver un partido, pero hoy los entrenadores y los equipos han decidido que el proceso creativo sea secundario, y esto es negativo para el fútbol. Si el fútbol destructivo creció y la jerarquía de los jugadores por sí sola no alcanza para detener esto que es tan dañino, habrá que ver si no se necesita del desarrollo de algunas ideas colectivas de ataque que auxilien la capacidad creativa individual. Si pudiéramos darle la pelota a Maradona y que él resuelva, todos estaríamos felices, pero no hay más Maradonas y seguimos pensando que el fútbol es según las capacidades que él tenía”.


“La capacidad de pensar es la única que jamás puede perder un entrenador”.


“El futbolista debe ser pensante, inteligente, con capacidad interpretativa de cada una de las variantes del juego. Puede ser inteligente en el fútbol y luego no soportar esas facultades en otros ámbitos de la vida”.


“El modernismo en el fútbol lo implantó Arrigo Sacchi en el Milán. La presión constante, la agresividad permanente del que se sabe y se siente protagonista. En este país se tiene que acabar eso de el que apuesta a ganar se embroma”.


“Saber de fútbol, desde mi punto de vista, es interpretar lo que sucede en el juego. Es mentira que es muy simple y que lo entiende cualquiera. Cuando uno lo escucha hablar a Menotti, uno descubre que ese hombre evidentemente, algo más que nosotros sabe”.


“Como producto de mi formación, siempre tuve que evaluar si a los jugadores hay que modificarles alguna particularidad, para que se adapten a lo que necesita el conjunto. Ser técnico de Selección es otra cosa: hay que elegir reconociéndoles la virtud que va a servir para resolver las necesidades del equipo, no pensando en lo que hay que cambiarles”.


“La permanente rotación sobre el terreno apunta a intentar que los adversarios se queden sin refencias cuando intentan fijar las marcas”.


“Jugar bien es crear situaciones pero también convertirlas. Acerca de la contundencia, poco se puede trabajar en ella, porque es una característica innata del futbolista”.


“Un buen entrenador debe acercar a sus jugadores a su máximo potencial, o descubrirlo. Esa es su principal función, y la que debe ocuparlo todos los días en su trabajo cotidiano”.


“Los entrenadores podemos cometer dos pecados: hacer caminar a jugadores que vuelan o pretender que vuelen los que sólo pueden caminar”.


“El fútbol es todo lo que usted quiera, pero al menos para mí es, sobre todo, una cuestión de actitud”.
*Las citas provienen del libro: Lo suficientemente loco (una biografía de Marcelo Bielsa) de Ariel Senosiain.

domingo, 19 de agosto de 2007

Caudillismo futbolero

La debacle “institucional” del club Bolívar ostenta el inevitable proceso de desmoronamiento de un modo y una forma de gerenciar a los clubes ligueros bolivianos. Un modo y una forma de gerenciar heredada de los viejos mecenas que entre sospechosas nieblas equilibraban a los deficitarios balances del club con dinero que provenía de sus opulentos bolsillos. Bajo este esquema, asignar a los antiguos dirigentes de clubes una capacidad gerencial que va más allá de lo humano es definitivamente un mito, un espantoso lugar común que alcanza en algunos casos estatuto de verdad. Esta semana la consigna: “dirigentes eran los de antes” viajó por la boca de periodistas (experimentados, novatos y hasta sensacionalistas), de dirigentes (opositores a Cuellar y ex-amigos del fanstamal y actual directorio), de directores técnicos (como Sandy) y hasta jugadores (que ya estaban a punto de convocar mediante un espiritista a don Mario Mercado Vaca Guzmán para que desde el oscuro más allá venga a saldar las gruesas deudas y saciar los anhelados salarios del club).

Sin embargo, cabe preguntarse: ¿qué tan cierta es esta consigna? Para no salir del contexto de la debacle del club Bolívar recordemos al bien posicionado Mario Mercado. La larga gestión de Mercado nunca tuvo déficit porque el Bolívar alimentaba sus arcas con el excedente económico de la empresa minera Inti Raymi (así que experimentados periodistas que están más de veinte, treinta, cuarenta años detrás de los micrófonos no vengan hacernos creer que el Bolívar se mantenía con las recaudaciones. ¡Por favor!). El excedente económico de Inti Raymi no sólo vertebrabó a la economía del club, sino que proyectó las aspiraciones futbolísticas de la Academia en la alta competencia. Pero, más allá de la beneficiosa plata de Inti Raymi, Mercado si algún legado dejó a los clubes bolivianos fue un modelo dirigencial bastante perverso que infectó de mediocridad al fútbol: se trata del modelo dirigencial que gira entorno al Caudillo Futbolero. El Caudillo hace del fútbol una plataforma para saciar sus necesidades de poder y hace de su gestión (oscura muchas veces) el trampolín para alcanzar poder político. Otra aptitud del Caudillo futbolero es que reproduce el orden de su empresa organizando un directorio sospechoso donde nunca se transparenta los pasos para acceder a él. Por tanto, el directorio está invadido de abogados amigos, de empresarios (que tienen que ver explícitamente e implícitamente con las empresas del Caudillo) y de otro tipo de amigos que siempre han servido al club y al Caudillo (el caso de Ortuño, por ejemplo). El club Bolívar nunca tuvo una columna vertebral que le permita parecerse a una institución, fue la columna vertebral de Mercado la que hizo de la academia lo que hace un tiempo fue. El Bolívar tiene un estatuto que ni el doctor Cuellar lo maneja. ¿Por qué? Porque el único bien heredado, además del deteriorado estadio de Tembladerani, fue el modelo caudillista. Ese que lleva su propia columna vertebral para sostener las arcas del club. Por tanto, la consigna de “dirigentes eran los de antes” merece con urgencia ser revisada sobre todo para tratar de entender el por qué del desmoronamiento “institucional” del club Bolívar, que es en realidad el desmoronamiento de todo el fútbol boliviano.


En Bolivia es interesante los pasos que está dando el club Blooming. Donde, de a poco y batallando frente a grandes dificultades, se está alejando de la nefasta figura del Caudillo Futbolero y está optando por construir la institucionalidad de un club de socios con base ancha. Hace un par de años dejó de ser una Institución sin fines de lucro y pasó a ser una Sociedad Anónima compuesta por una multitud democrática de accionistas. Acciones a las que se pueden acceder mediante un monto específico de dinero, pero bajo la lógica de una acción por cada uno de los blooministas, en ese sentido hinchas, barra bravas, empresarios, adquieren el mismo grado de participación y de responsabilidad. Y lo que es más importante a esta multitud se les rinde cuentas y se les muestra los balances, y son también quienes eligen de forma transparente a un directorio que conduzca al club. Aunque este modelo no es una garantía de eficiencia y de cero corrupción (véase la nefasta crisis del club River Plate, que funciona bajo los mismos mecanismos del club Blooming) es un paso adelante y un modo más democrático para escapar del perverso esquema Caudillista que hace del fútbol su pequeño rancho y su plataforma para acceder a las ventajas que da el poder.

Si el Bolívar y el resto de clubes de la liga no optan por construir una estructura institucional en la que se incorpore una amplia base de socios que obtengan derechos en la participación, en la búsqueda de horizontes para el club y al mismo tiempo adquieran responsabilidades en el designio de la economía, el fútbol liguero boliviano tendrá como norte el actual destino del club Celeste: la debacle. Y lo que es peor: el fútbol boliviano no podrá despegar del actual espiral de mediocridades que nos somete a nuestra sempiterna obligación de perder.

jueves, 16 de agosto de 2007

Fútbol huracanado


Este redactor de Blog ante tanta vorágine futbolera se perdió en medio de ese huracán encendido en furias.


De a poco irá retomando los hilos del huracán. Espero inexistentes lectores su ausencia que es al mismo tiempo su presencia.

martes, 7 de agosto de 2007

Máquina futbolera y marañas políticas...

Hoy domingo los futbolistas profesionales agremiados iban a paralizar la máquina futbolera. Motivos: el primero, en el torneo de cierre programado seis de los doce clubes de la élite del fútbol boliviano se iban a quedar sin trabajo el último trimestre del año; el segundo, ejercer protesta frente a la incapacidad dirigencial en el trazado de campeonatos competitivos e incluyentes de los equipos más “chicos”; el tercero, asignar a los jugadores un seguro para combatir las incertidumbres que envuelven al juego. Sin embargo, rápidamente llegaron las soluciones parciales que aligeraron las demandas y nublaron los intereses de los futbolistas agremiados. Por ahora, todo está sumergido en el suspenso del “veremos”.

No quiero entrar a hilar fino para escarbar en la dimensión política del asunto. Está a la vista que la acción de Melgar (actual Viceministro de Deportes) y Paniagua tuvo evidentes tintes de política. ¿Buscando qué? Preguntará el lector, yo también me lo pregunto, y sospecho y especulo que, desde una mirada simplista y pragmática, parece que todo apunta a la búsqueda sistemática de enormes sombras de parte del viceministro que oculten la vergonzosa participación de Bolivia en los juegos Panamericanos. Aunque en descargo del Viceministro habrá que precisar que de parte de la Liga la ligereza en la ingeniería del campeonato alienta a la sospecha y al asombro: no es posible que el ente articulador de nuestro fútbol profesional fracture la economía de los jugadores. Y con una impresionante irresponsabilidad que orilla en el cinismo defiendan la execrable estructura del campeonato de cierre.

Pese a este intrincado conflicto y a sus falsas soluciones, reconozco que los Futbolistas Agremiados están empezando a sistematizar y aglomerar interesantes demandas que de a poco erosionan a los enormes vacíos de nuestro desestructurado fútbol, falsamente llamado: profesional. Y este punto puede ser fundamental para despertar hacia una nueva forma de gerenciar y estructurar un fútbol boliviano distinto; un fútbol pensado, democratizado y articulado no sólo a la industria competitiva del fútbol, sino sobre todo: a los saberes que despliega. Este punto es el fundamental, el aspecto educativo del fútbol y es por ahí donde se debe comenzar a construir una nueva forma de estructurar y de imaginar el deporte. En el hilo de esta propuesta es importante darle la vuelta a los objetivos exitistas que asfixian a nuestro deporte en un reducto de mediocridades. Empecemos por construir una nueva forma de pensar y de hacer deporte, aprehendamos los saberes que bullen en él. Democraticemos estos saberes. Y luego de dar ese paso recién saltemos a la utopía de la alta competencia. Es fundamental para ello que el deporte desde sus saberes democráticos nos reeduquen y con ellos ingresemos con más vigor a la cancha de los planteamientos, allí donde se debe redibujar y dar soporte a la estructura del deporte y del fútbol boliviano. Trabajar en “categorías inferiores” es una decisión insuficiente. Es fundamental, entonces, cambiar la matriz educativa, erradicar sus vicios y en ella insertar los vastos saberes del deporte. De lo contrario, los proyectos mentirosos, demagógicos, subordinados a la dictadura del corto plazo y del resultado seguirán trazando la senda del fracaso.

Así que el otro bando en pugna comandado por la dupla Chávez-Méndez antes de salir con espada en mano a enfrentarse a los agremiados tienen, con excesiva urgencia, que empezar a sanar las fisuras abiertas por FABOL. Porque, y eso lo sabemos todos, el fútbol boliviano no soportará ni un soplido más, está al borde del derrumbe. Sí, aunque los medios, sobre todo algunos deportivos de televisión, se empecinen a demostrarnos lo contrario. Y si este pesimismo procede la máquina futbolera habrá cumplido su ciclo de vida y en la urgencia habrá que volver a construir pieza a pieza una otra máquina lejos de los vicios actuales.

domingo, 5 de agosto de 2007

Aviso Solicitado

Amables e inexistentes lectores de este alicaído blog, les invito a leer una entrada en mi otro blog, poco, poquísimo vistado:

http://apiehaciaelya.blogspot.com

La entrada aborda esa manía que abunda en estos días: la opinología.