Después de varias semanas de visible ausencia este blog retoma a su poco dúctil objeto: el fútbol. Para ello no hay mejor pretexto que reiniciar esta vorágine de exploraciones futboleras con el pretexto de la Eurocopa. Empecemos con Italia (1) - Rumania (1)...
Rumania en el minuto 82 del partido tuvo en los pies de Adrián Mutu el destino de la selección campeona del Mundo, Italia. Su gol iba a fracturar las esperanza azurra y construir el horizonte del alicaído fútbol rumano. Y en esa circunstancia Mutu fue el elegido, el héroe. Acomodó el balón allí donde la regla lo indica y en ese gesto ya se dibujaban las huellas que caracterizan a los perdedores. Mutu más que acercarse al área, subió a un patíbulo. En él remató el balón con la fuerza que se concentra en los que saben perder. Y el balón viajó a toparse en la mano-pie de un gigante Gigi Bufón. El mito de David y Gol - iat se esfumo. La fábula futbolera una vez más optó por favorecer a un grande. Mutu no sólo lloraba la pena de un partido casi perdido, sino que lloraba la furia por no haber reconducido el destino...
Es interesante como los equipos europeos de bajo perfil como Rumania, Grecia han optado por construir ingenierías defensivas inquebrantables. Rumania, por ejemplo, con cuatro defensas (Contra, Goias, Tamas y Rat) finamente ejercitadas en el arte de la defensa exhaustiva más un eje de contención (Chivu) frente a cualquier aluvión entramparon al fútbol italiano. El defecto de Rumania se concentra en su excesiva dependecia del contragolpe, generalmente poco efectivo y en extremo predecible. Otro defecto abandonan las funciones creativas en el centro del juego y optan por abordar un fútbol destructivo, que roza en lo torpe. Mutu concretó el único gol de Rumania en la Eurocopa gracias a una ingenuidad de Zambrotta y eso fue todo, por parte de los rumanos.
Italia no pudo descifrar las rutas para desarmar a ese ejercito rumano parapetado detrás del cero y del contragolpe. Frente a tan pocas cartas rumanas, el Dt Donadoni sabía que el peso del partido estaba en las espaldas de su onceno, por tanto distribuyó las cargas en las camisetas más veteranas: Perrotta, del Piero, Panucci, Camoranesi. Italia, como nunca, atacó, punzó, creó, afrontó y en ese afán demostró que es un equipo vulnerable, invadido de fisuras y quiebres. El empate para los italianos les devuelve el crédito suficiente para afrontar el partido con Francia (que valga aclararlo fue goleado y vapuleado por una impresionante selección holandesa).
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