domingo, 29 de junio de 2008

Apuntes de un irreverente capítulo…


Joachin Löw, Dt alemán, oyó demasiado a la pesada tradición del fútbol alemán esa que precisa que el fútbol es una gesta pragmática entre dos fuerzas contrarias que se enfrentan y en la que la tenacidad y el vigor determinan la suerte del vencedor. Hoy, el canon del fútbol alemán perdió el partido y todo el peso de una tradición sufrió una interesante embestida. La estantería del tricampeón mundial sufrió una fisura ya que España escribió un irreverente capítulo para desarmar, desactivar, desmontar y desestructurar el inquebrantable peso de la historia futbolera al proponer un fútbol tejido sobre la grama, dibujando circuitos, desarmando talentos y asociaciones futbolísticas. A continuación repaso brevemente algunas de las líneas de este capítulo:

· El primer mandamiento del fútbol alemán señala la importancia de la potencia física por sobre cualquier detalle técnico. Frente a esta “verdad” germánica invulnerable, el técnico Löw optó por la fuerza de sus jugadores para rebatir el fútbol de los bajitos españoles. Sustituyó al talentoso Lahm -¿Se puede entender esta sustitución como un castigo por el gol concretado por Torres?- por el enorme Jansen con el fin de que en el duelo físico con Ramos el teutón pueda arrollarlo. El resultado fue al revés Ramos atropelló las veces que quizo al enorme dubitativo Jansen. Más tarde sacó a Hitzlperger, de fútbol punzante y estratégico, y puso en cancha a Kuranyi (extraña combinación que equilibra tres genomas, el genoma panameño -brasileño -alemán), un gigantón de fútbol torpe que su habilidad se reduce a ensuciar el partido con faltas. Löw no se cansó de equivocarse y en un acto reprochable e inexplicable sustituyó el fútbol de Klose por el de Gomez que optó por mimetizarse con la nada. Al parecer el racionamiento futbolístico de Löw apuntaba contrarrestar el talento de los bajitos: Xavi, Iniesta y Fábregas, con la marca y el peso de los gigantes teutones. Sin embargo, los bajitos hirieron estratégicamente el fútbol alemán.

· El segundo mandamiento del fútbol alemán manda sobre poblar el centro de la cancha con puro músculo y montar un dispositivo táctico que desborde generalmente por la izquierda. Sin embargo, este dispositivo que se sostiene sobre los hombros de Ballack y en menor medida del pistón Frigs perdió la brújula y la moral en el minuto 33 instante en el que el Niño Torres fractura el arco de un temeroso Leman. Mientras el dispositivo alemán funcionó los germanos tomaron la pelota y asfixiaron la creatividad española. España sufría y hacía del pelotazo una improvisada herramienta para sostener un partido que en la apariencia que denota la historia parecía de propiedad alemana. Sin embargo, las filigranas del niño Torres despertaron hasta las sombras de los once españoles, que jugaron y oscurecieron el fútbol de los tricampeones. En esas circunstancias, irrumpió en el partido Senna que amarro con enormes dosis de coraje el fútbol de contención de España y sobre esa trinchera despertaron las certezas del juego de Silva, Xavi, Fábregas y sobre todo del genio de Andrés Iniesta. Fue en ese vaivén que Xavi con patada de golfista le dio una ruta de rayo al balón que atravesó las espaldas de los centrales y Torres confundió a Metersacker que se quedó atado al césped y Torres como un fantasma traspasó la marca del cohete Lahm. El Niño Torres levantó la pelota con una toque leve, como se difumina al púrpura que despliegan a las medusas, la pelota sin temor a la física entró al arco. España: ¡Campeón de la Eurocopa! Nada más, ni nada menos…

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