En esta tarea debo agradecer la asombrosa lucidez poética de los textos futboleros de Daesu, la admirable pluma de Walter Vargas, la creatividad asociativa de Hugo Asch, el talento para explorar las otras dimensiones del fútbol de Ariel Ascher, el rigor en desnudar de Ezequiel Fernández Mooreses a esa maraña de intereses que entrampan al fútbol, la biblioteca futbolera siempre a disposición de Mario Murillo, las visitas constantes al blog de ese extraño sociólogo bolivarista Andrés Martínez, la permanente compañía en asistir al rito de ir a la cancha y de odiar a Boca con toda la pasión de mi sobrino Ivo. También debo agradecer el trabajo que diariamente encaran todos los enemigos de La Palabra Esférica que por suerte son varios, de escaso talento. Enemigos que redactan insultos sin ninguna capacidad argumentativa, por tanto se reducen a profundizar en el insulto, en el agravio. Por supuesto que ustedes seguidores del blog (no sé si es que existen) no leen estos mensajes. Esto por un motivo fundamental: el blog tergiversaría su objetivo, transformándose en una enorme masa informe de insultos. Planteados los agradecimientos cierro esta entrada deseando que el fútbol no deje de motivar el continuo laburo que exige un blog que pretende reivindicar otra mirada y otras ideas sobre el fútbol.
Mi identidad es una mezcla inabarcable, una furiosa secuencia de etnias, decires, pensares y devenires, una febril hibridez, una conjetura. Pero un punto de mi Aleph es una pelota de fútbol obstinada en su poder aglutinante. Y como me incomoda la afectada neutralidad, digo: soy, y a veces sobre todo, un futbolero.
viernes, 26 de diciembre de 2008
Apuntes sobre el blog
La Palabra Esférica cumple 20 meses en la red. Desde su inicio nunca fue una herramienta configurada para instaurar un juego vertical de poderes entre el que escribe –supuestamente el sujeto que sabe– y el sujeto que lee –ese ser pasivo que consume acríticamente–. Por el contrario, se trata de un espacio en el que un silvestre lector de fútbol –voraz consumidor del flujo de informaciones deportivas– produce contenidos. Pero, se trata de un productor de contenidos que para dibujar los matices de su opinión no se sostiene de ninguna de las plataformas que construye el poder. Es decir que se encuentra lejos, pero muy lejos de la palestra comunicacional de las redacciones de diarios, de los sets televisivos o de las cabinas de radio. Tampoco se escribe el blog desde la jerarquía dirigencial, allí en la esfera de las altas decisiones. No, en La Palabra Esférica lo más importante es la palabra y su relación con el fútbol, ambos objetos indóciles. Se trata de una palabra que se la enuncia con la polera del Tigre puesta cerca al corazón, y donde se reivindica ese sabroso territorio de la cancha y del asombro que brota de la infancia lugar en el que se instauran las primeras exploraciones en las dimensiones poéticas que ofrece el juego. La Palabra Esférica nunca buscó visibilidad en un entorno donde prevalece y se destaca la precariedad formativa del periodismo deportivo, además de la inoperabilidad de los gestores del fútbol profesional y la voluble relación entre el futbolero y su escasa visita a la cancha o a las citas que diariamente ofrece el fútbol. Esta es la única certeza que traspasa toda la puesta textual del blog hacer del fútbol, del balón un aleph para indagar, saborear, putear sobre eso que se nombra como la condición humana que gira en la esfera circular conocida como tierra. Bajo la premisa de ese sentido en el blog se propone una búsqueda desesperada por instaurar debate, pero que a su vez tenazmente evade las discusiones agresoras, alarmistas, descalificadoras y poco fundadas que llegan bajo el rótulo de anónimo. Y esto básicamente porque nadie que tenga algo interesante para decir lo hará en forma anónima. La Palabra Esférica en estos 20 meses nunca pretendió sumergirse en la vorágine de la agenda futbolera del día a día, tampoco se ahogó en el debate tacticista, desde otra vereda ha intentado potenciar un vuelo textual futbolero alternativo con contenidos, datos, miradas como reto permanente a las limitaciones del redactor y responsable del blog. Entonces, lejos del hinchismo fascista que potencia el encono y la intolerancia, muy lejos del amiguismo entre periodistas y futbolistas/dirigentes y tratando de no caer en el personalismo solipsista este blog amagó el chenko de las apreciaciones simplistas que juzgan si fulano jugó bien o mal. Por el contrario, se manipuló otras aristas que apuntan a describir cómo se mueven los poderes en el fútbol, cómo su discurso va por un lado y los hechos por otro. El blog concentró su mirada en cuestionar la hegemonía de la lógica del mercado en el núcleo del fútbol moderno, en cuestionar el alto desprecio actual a la dimensión estética que viaja con una pelota. También se cuestiona permanentemente la presencia de dirigentes que ignoran lo honorable y lo importante que es cumplir la tarea política de dirigir un club. Definitivamente el motor del blog fue la tarea de asignar sentido a las palabras identidad, pertenencia, memoria, esfuerzo, persistencia, ideología, impostura que se desplazan alrededor y en el centro del fútbol con el fin de reivindicar y poner en debate otras miradas y otras ideas sobre el fútbol.
En esta tarea debo agradecer la asombrosa lucidez poética de los textos futboleros de Daesu, la admirable pluma de Walter Vargas, la creatividad asociativa de Hugo Asch, el talento para explorar las otras dimensiones del fútbol de Ariel Ascher, el rigor en desnudar de Ezequiel Fernández Mooreses a esa maraña de intereses que entrampan al fútbol, la biblioteca futbolera siempre a disposición de Mario Murillo, las visitas constantes al blog de ese extraño sociólogo bolivarista Andrés Martínez, la permanente compañía en asistir al rito de ir a la cancha y de odiar a Boca con toda la pasión de mi sobrino Ivo. También debo agradecer el trabajo que diariamente encaran todos los enemigos de La Palabra Esférica que por suerte son varios, de escaso talento. Enemigos que redactan insultos sin ninguna capacidad argumentativa, por tanto se reducen a profundizar en el insulto, en el agravio. Por supuesto que ustedes seguidores del blog (no sé si es que existen) no leen estos mensajes. Esto por un motivo fundamental: el blog tergiversaría su objetivo, transformándose en una enorme masa informe de insultos. Planteados los agradecimientos cierro esta entrada deseando que el fútbol no deje de motivar el continuo laburo que exige un blog que pretende reivindicar otra mirada y otras ideas sobre el fútbol.
En esta tarea debo agradecer la asombrosa lucidez poética de los textos futboleros de Daesu, la admirable pluma de Walter Vargas, la creatividad asociativa de Hugo Asch, el talento para explorar las otras dimensiones del fútbol de Ariel Ascher, el rigor en desnudar de Ezequiel Fernández Mooreses a esa maraña de intereses que entrampan al fútbol, la biblioteca futbolera siempre a disposición de Mario Murillo, las visitas constantes al blog de ese extraño sociólogo bolivarista Andrés Martínez, la permanente compañía en asistir al rito de ir a la cancha y de odiar a Boca con toda la pasión de mi sobrino Ivo. También debo agradecer el trabajo que diariamente encaran todos los enemigos de La Palabra Esférica que por suerte son varios, de escaso talento. Enemigos que redactan insultos sin ninguna capacidad argumentativa, por tanto se reducen a profundizar en el insulto, en el agravio. Por supuesto que ustedes seguidores del blog (no sé si es que existen) no leen estos mensajes. Esto por un motivo fundamental: el blog tergiversaría su objetivo, transformándose en una enorme masa informe de insultos. Planteados los agradecimientos cierro esta entrada deseando que el fútbol no deje de motivar el continuo laburo que exige un blog que pretende reivindicar otra mirada y otras ideas sobre el fútbol.
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