jueves, 11 de diciembre de 2008

El gran Tigre argentino…

En medio de la exagerada histeria del fútbol argentino surgió un club que desentona con la rutina futbolera arrogante del país de Borges. Lejos del glamour y la pedantería de los xeneizes. Sin la soberbia de Riquelme. Sin la grandiosa ayuda de arbitrajes sospechosos. Alejadísimo del presupuesto de San Lorenzo, del de River Plate incluso del de Independiente. Con la mística voraz que sólo los grandes equipos configuran, el Tigre de Diego Cagna es de lejos una fastuosa máquina de goce futbolero.

No se puede redactar ni una línea más sin precisar que el azar y el peso de las circunstancias nunca dejaron de acompañar en esta peripecia a este gran Tigre argentino. Aclarado este punto es importante subrayar que el perfil de su Dt impregnó al equipo de extraños valores en un fútbol donde la monedita común es la arrogancia, la desubicación permanente, en síntesis distintas versiones del inmenso ego futbolero argentino. En ese pesado ámbito, Diego Cagna asombrosamente nunca cayó en vericuetos lingüísticos para explicar la simpleza de su eficaz proyecto futbolístico. Tampoco cede a la demagogia para vender su sutil pedagogía en las canchas. Es un combatiente de la verborragia, de la declaración hábil para justificar las derrotas o los distintos tropezones que ha sufrido su equipo. Pese a esto, el periodismo argentino no se agota en perseguirlo, intentando catapultarlo como el nuevo héroe, para luego sacrificarlo (tal cual hicieron con Simeone en su paso de Estudiantes a River) en el mismo escenario en el que antes lo vanagloriaron. Una constante de ese periodismo es que no se cansa de rotular a Cagna como el pichón de Bianchi. Y es que Cagna logró como el virrey que todos en el equipo (es decir, aquellos que se los conoce como titulares y suplentes) se sientan importantes. Cosa difícil en el fútbol actual, hipercompetitivo. Y esto no es un mero lugar común del elogio. Los hechos lo demuestran…

Martín Morel, jugador que vino al fútbol boliviano pero no tuvo ningún éxito, a sus 27 años estuvo a punto de abandonar el fútbol. Llegó a Tigre y de él nunca podía trascender del banco de suplentes. Sin embargo, Cagna manteniendo un interesante equilibrio entre titulares y suplentes hizo ingresar al ahora mejor jugador de Tigre, Morel. De a poco se transformó en el jugador más importante de este campeonato. Lo mismo con Luna, jugador clase B para el canon de los equipos grandes. Cagna lo transformó en un Henry de arrabal porteño a la hora de definir. Otro interesante jugador Altobeli que encarna la historia borrascosa del sacrificio por sobre todas las cosas. Está también Lazzaro un jugador archivado en la C gaucha y que mediante Tigre llegó a Estudiantes, equipo en el cual no propuso nada de fútbol, motivo por el cual volvió a Tigre, tal vez porque Lazzaro está acostumbrado a los equipos que han cambiado el glamour futbolístico por el amor rabioso que provoca el juego. No quiero olvidarme de la llegada del gran veterano Arruabarrena que le incorporó a Tigre en el centro de la cancha un motor de amplio kilometraje y de doble tracción… El arquero Islas es otra interesante herramienta de este equipo que ya goleó a Boca en la bombonera, que ganó a San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro, que ganó a Lanús, a Velez, a River…


Ojalá este domingo Tigre rebase a Banfield y que en el epílogo del fútbol argentino se consagre campeón…

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