domingo, 23 de noviembre de 2008

El cerco de nuestros mitos…

La debacle estronguista trasciende la vergüenza política que vive la centenaria institución. Esta no es sólo una crisis coyuntural del andamiaje dirigencial y de los sujetos que conforman esa decadente cúpula –que tenazmente se aventura a trazar un camino muy cómodo hacia la desintegración absoluta de la institución gualdinegra– es algo de sintomatología más aguda que compromete en gran medida la espina dorsal y hasta me animaría a decir: el corazón atigrado. A mi modo de sentir el amarillo y negro creo que todo apunta a esa peligrosa manía que tenemos los Tigres de enamorarnos hasta el absurdo del sufrimiento, de la improvisación, de la agonía, de esa melancolía que ofrece la derrota. El mito de resucitar de la ceniza debe cumplir su ciclo. El mito de ser los Más Fuertes está carcomiendo fragmentos enormes del futuro estronguista y lo que es peor resquebraja la sostenibilidad del Stronguer como institución. El mito del permanente renacimiento, el de ser los Derribadores de siempre impide configurar un proyecto institucional a corto, mediano y largo plazo. En otras palabras los mitos aurinegros erosionan valores convencionales como la organización, el trabajo, la responsabilidad, el compromiso, la creatividad; además que subestima todo lo que está relacionado con la planificación, la honestidad y el respeto. Y pondera exclusivamente la fuerza, la espontaneidad, la improvisación excesiva y deposita su fe en la irrupción del milagro, en algo que devenga de la polenta de la garra. Y es así cómo la dirigencia –Pacheco, Montalvo y el recién aparecido Llanos– están manejando la gerencia del club (protegidos con la coraza del mito actúan con una improvisación desmedida, desprovista de conceptos institucionales que les permita diseñar un norte al Stronguer, con muy poca honestidad de por medio y sin ningún respeto al Tigre). Es así como la comunidad atigrada se imagina a sí misma (como los eternos derribadores, como el club que tiene la obligación de sufrir hasta el último segundo para conquistar algún resultado), es así como esperamos que juegue el equipo domingo a domingo el equipo (con pura fuerza y huevo que sólo alcanza para ganar un par de partidos y no campeonatos), es así cómo entrena el Tano (con todos los códigos del ponga huevo, con la espontaneidad que ofrece el carajazo y con una excesiva fe en el milagro). El peso de nuestros mitos (configurados en 100 años) es tan fuerte que no nos permite reaccionar frente a esta crisis institucional. Todos los Tigres nos cobijamos tan cómodos en el Mito, sobreestimamos sus potencialidades mágicas como ya hemos vivido un Viloco, como hemos sufrido todo tipo de embestidas de las cuales renacimos esta crisis nos parece que no será más que una leve turbulencia en esta espesa historia de derrotas… Un capítulo más de esta historia de pocas glorias y de muchas derrotas. Despertemos del mito. Esta crisis no se solucionará con una Asamblea, ni con la convocatoria a elecciones que no es más que un mecanismo para volver a atraer escasos capitales frescos al club y un conjunto de problemas que vienen acompañados de los apellidos de siempre: Asbún, Ascarrunz, Bustillos que son los principales responsables de esta profunda crisis atigrada. Dirigentes astutos que apelando a los mitos estronguistas esconden su responsabilidad en este paulatino proceso que nos lleva al casi derrumbe de la institución. Como estronguista creo que es urgente reponer tradiciones más virtuosas como la frontalidad atigrada, la capacidad estratégica gualdinegra que abrió una resquicio de esperanza en la sequedad del Chaco, recuperemos la transparencia para actuar y proceder del gran Chupa Riveros, rescatemos la creatividad que hace 100 años impulsó a José López Villamil y a los primeros aurinegros a inventar, ladrillo a ladrillo, este prodigioso ámbito comunitario que don Rafael Mendoza dio cuerpo hasta alcanzar esta inmensa matriz que diariamente nos dibuja como Tigres.

Ilustración: Aldo Mercado

No hay comentarios: