martes, 4 de noviembre de 2008

Del éxtasis a la agonía…

Jorge Valdano en una de sus excursiones exploratorias en torno a las complejidades que exhibe el fútbol señaló: “El entrenador puede ser dueño de los mensajes pero el jugador lo es de los hechos”. Esta aseveración deseo transformarla en un hilo conductor para acercarme a las pompas que brinda la gloria futbolera y a la zona oscura de la derrota. Por un lado, entonces, traigo al texto el primer campeonato ganado por el humilde Aurora cochabambino y por el lado de la derrota ya es hora de escribir sobre el foso de arenas movedizas en el que cayó el equipo del barrio de Nuñez de Buenos Aires: River Plate.

¡Campeón Aurora!
Félix Berdeja conducía el destino aurorista por las borrascosas rutas temibles del descenso y el celeste con él en la banca exponía en cancha la ausencia de miedo para coquetear con el fracaso y de a poco hacía de la derrota una costumbre. Frente a esta crisis fue el propio grupo de jugadores con Julio Baldivieso a la cabeza que gestionaron su salida del mando (mejor no hablar de las “camarillas”, mejor no hablar de ciertas cosas como dice Luca Prodan el vocalista del clásico grupo argentino Sumo). Sin Félix en el mando Baldivieso en un acto de vanguardia e improvisación futbolera dirigía el equipo en cancha. Esta osadía inverosímil del 10 fue rebasada por su exceso, así que a “Baldi” no le quedó otra que ordenar la motivación, el esquema del equipo desde el convencionalismo: al borde de la línea de cal, lugar desde donde envejecen los directores técnicos. Baldivieso sin programarlo se había transformado en DT. Con el plus de que se trataba del equipo que impulsaba las coordenadas de su corazón futbolero. El mayor acierto de Baldivieso estuvo en que sus objetivos estuvieron a la altura del azar y esa fue la clave de este primer campeonato aurorista (¡Que lo celebro!). Aurora con “Baldi” exorcizó ese destino trágico que le esperaba: el descenso. Desde lo más bajo de la tabla se propuso la utopía de la gloria. Y lo logró, primero desplazó a Oriente Petrolero y, ayer, a Blooming. De a poco, con hilo y aguja en mano, casi de manera artesanal, el antiguo Emperador bajó de su pedestal de 10 y fue cociendo esos vacíos que obligaban al Aurora a perder sin misericordia. Fecha a fecha el celeste cochabambino mostraba una costura entre líneas mucho más fina, siempre bajo la impronta del sudor, del exceso de coraje, del orden y de un arquero irrebatible (ex Boca, Dulcich). Fútbol de revoluciones altas, que exagera en la entrega y que conquista aquellos que entendemos que el fútbol es el último territorio donde habita la épica y la hazaña. Ese fútbol que sólo podía nacer en pies cochabambinos (en combinación de manos y pies argentinos y paraguayos). Eso fue Aurora una suma de todas las versiones de la fuerza y el ñeque. Por eso se siente tanto la fiesta…

Respecto al discurso, los mensajes de Baldivieso por suerte no cayeron en la pobre retórica futbolera que escuda sus limitaciones en sentencias esgrimidas por Paolo Cohelo y que son traducidas al fútbol, cito la más conocida: “campeones de la vida”. Sin embargo, “Baldi” cayó en otra demagogia (igual de espeluznante) esa de asumirse como el mago del fútbol, el genio de la motivación, el gran administrador de las claves esenciales para darle una vuelta de tuerca a los equipos de futuro aciago, seguramente tiene potencialidades para alcanzar esos atributos (así como los tenía para armar juego y llegar a ser un gran diez en el fútbol del planeta, detalle que no lo concretó), pero ostentar de manera apresurada virtudes de gran DT en su primera excursión es un exceso. Un exceso que sólo puede nacer en Baldivieso, el antiguo Emperador. A “Baldi” lo transformaremos en estatua el día que nos demuestre que este campeonato no es producto exclusivamente del azar. En un torneo extremadamente corto, regionalizado, donde prevalecen las buenas rachas y donde generalmente caen los equipos con un simple tropezón mucho tiene que ver el azar y la complejidad de las circunstancias antes que la determinación del trabajo. El gran reto de “Baldi” es la sostenibilidad de resultados positivos en la Liga y hacer algo más que debutar en la primera ronda de la Copa Libertadores…
¡FELICIDADES AURORISTAS!
¿Qué pasa con River Plate?
Hablando de técnicos nóveles, el “Cholo” Simeone debutó por un asunto de urgencia en Racing, de ahí saltó a Estudiantes (equipo con el que alcanzó su primer título de técnico). A principios del 2008 brotaba un nuevo reto para el ex jugador del Atlético Madrid, el equipo de la banda roja de Nuñez coqueteó con su talento. El Cholo rápidamente saltó a River y con demasiados tropezones de por medio alcanzó el título en junio de este año. Sin embargo, este segundo semestre River se transformó en un incomprensible enigma… Ocupa el lugar más bajo de la tabla.


Se acusa al Dt Simeone de sufrir en River una esquizofrenia crónica, una inseguridad también crónica que lo obliga a ejercer un sinfín de variantes hasta el punto que el equipo ha perdido los referentes fundamentales para ordenarse futbolísticamente y anímicamente. El Cholo: Mete, saca, mueve, redobla, cambia esquemas, pone juveniles, grita y muestra diversas muecas a las cámaras, golpetea paredes como señal de impotencia (tiene enyesada la mano) y nada surte, River sigue sin ganar, sin mostrar una pisquita de entusiasmo. Y al parecer estos cambios permanentes han dañado el clima de vestuario y de los entrenamientos ya que cada futbolista observa que su presencia en el campo de juego depende de la actuación coyuntural que tuvo en el partido anterior. Pero en esta espiral de derrotas nadie sabe a qué juega, han perdido incluso la autocrítica para evaluar los desempeños. Además, Simeone no pudo encontrar las herramientas fundamentales para concretar las chances de gol. De Falcao a Salcedo, de Ríos a Rosales fueron los intercambios en los diferentes partidos, pero sin ejercer suerte alguna. Se espera que el Loco Abreu, que sólo juega la Copa Sudamericana, sea la solución a la crisis. Los refuerzos (Robert Flores, Martín Galmarini, Facundo Quiroga y Santiago Salcedo) reforzaron el banco y a lo largo del semestre secuestraron las esperanzas y se entregaron a la decepción.

La descripción de este foso en el que se hunde River tiene que ver con esa obsesión de orden que no es más que la representación de la esquizofrenia de su Dt. Tanto es así que cuando el equipo se desordena, se desarma produce juego. Simeone fiel a sus obsesiones ha gastado la potencialidad de sus mensajes y los jugadores dueños de los hechos han caído en la mayor inexpresividad futbolística. Y lo que es peor para un Dt no encuentra las sendas para salir de este laberinto asfixiante. Simeone al parecer no produce eco en el vestuario. En River hay una depresión contagiosa y no hay alternativas para sanar el dolor. El desgano abunda. Los jugadores que no tienen continuidad, el momento en que tienen que aprovecharla juegan con esa melancolía que exponen los derrotados, con el freno de mano puesto en la actitud, hay una crisis terrible que impide darle la pelota al compañero, que hace imposible hacer un gol aunque no haya arquero.

Todo apunta a que River necesita una profunda reingeniería. Reingeniería que atraviesa por el cuerpo técnico quienes siembran esperanzas en el resultado positivo del partido del día jueves frente a Chivas en México. Sin embargo, más allá de cualquier resultado en la Copa Sudamericana al parecer los mensajes del Cholo desordenaron los circuitos elementales del equipo, y lo que es peor desmoronaron los ánimos de un grupo subsumido en una profunda depresión. Una especie de chaki moral por la ausencia del gran Burrito Ortega.
Fotos:
Aurora: El Deber.
River: Olé.

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