viernes, 7 de noviembre de 2008

Fiebre en las gradas

Hoy en día, ver al Arsenal es establecer una relación inmediata con los ideales del futbol moderno. La asociación como filosofía, la técnica individual como obligación y la funcionalidad como sistema, son elementos que caracterizan al equipo londinense y le dan lustre a la Premier League, un escenario dispuesto no sólo a la verticalidad simplista, sino también al vértigo radiante. Sin embargo, los gunners no siempre han vivido en el esplendor y la gloria de los títulos. Han tenido, también, etapas de oscuridad y frustración, traducidas en trofeos que se les escapan en el último aliento, algunas derrotas consecutivas en semifinales de copa y la incapacidad de su directiva para confrontar las necesidades del club y, por ello, de una hinchada cuya paciencia vive en permanente estado de redención.

Cuando Nick Hornby visitó por primera vez Highbury (en un juego Arsenal-Stoke City), ese viejo bastión de gloria ubicado en el norte de Londres, tenía once años. Y fue justo ese descubrimiento del Arsenal lo que motivo su doble romance: con el futbol y con el club. Al mismo tiempo nacieron en él las necesidades, los manes, los demonios internos que conforman casi impeceptiblemente el espíritu del hincha.

¿Qué es ser un hincha? ¿Qué representa ese nada sutil arrebato que el futbol genera en una colectividad, inusitadamente abandonada a su liberador pulso? ¿Qué razgos identifican al hincha de los otros, ese contingente de indiferencia, insensibilidad, domesticidad distante que ataca el futbol y sus consecuencias desde la intocada trinchera de esa vida real "tenue, más apagada" y que "contiene un potencial menor para entrar en un delirio inesperado"?

Fiebre en las Gradas, el maravilloso libro que Hornby concibió como un homenaje al club de sus amores, terminó siendo un bello manual de supervivencia futbolística, un ideario del hincha acendrado en sus pasiones inamovibles, un prodigioso ensayo sobre los diversos procesos que ha pasado la liga más rica de la actualidad. Fiebre en las Gradas responde, además, a las preguntas anteriores con puntualidad y gracia. Se trata de un libro cuya seriedad radica en la forma serena con que el autor confronta algunos aspectos oscuros del balompié mundial, sin eludir momentos de alentadora simpatía. Es, vaya, la autobiografía futbolera de un narrador desaliñado e inteligente, que desentraña los muchos rostros del balompié a nivel cancha y extracancha.
¿El mejor libro de futbol? No lo sé, no puedo evitar pensar en los extraordinarios libros de Galeano, Villoro o Valdano. Desde la dimensión que utiliza Hornby para estructurar su relato, desde la perspectiva realista que usa para describir la Zona Norte del viejo Highbury, desde la invocación de un lenguaje nada solemne para contar sus descalabros como aficionado de un club sufrido al mismo tiempo que histórico, creo que el inglés tiene ventaja. Su libro pasa por la crónica, la autobiografía y el ensayo inteligente de una pasión acaso indescifrable, con una ligereza abrumadora.


Daesu

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