lunes, 10 de noviembre de 2008

Etoo: La revancha


Hacia mediadios de año, todos vimos como Samuel Etoo cerraba un cliclo triste con el Barça. Delantero de movimientos felinos, letal (en contraste con su inamovible cara de niño desamparado) y con la elegancia de un carterista, había llegado de Mallorca donde era considerado una suerte de Emperador de los Baleares.


En Barcelona tardó muy poco en encontrar el tono, el ritmo de un equipo estructurado para jugar por nota, y se convirtió en una referencia insustituible en la zona ofensiva. Junto a Ronaldinho, hizo una mancuerna de creatividad poderosa, a la que posteriormente se uniría Lio Messi y ese espectacular acarreo de balones al área de los rivales. Pero Samuel Etoo cayó en un bache producto de las lesiones que le minaron el músculo y la confianza. Y su cierre de campaña fue desolador (sólo comparable a la fuga por la puerta de atrás de un Chelito Delgado indolente): se ganó esa tarjeta amarilla que le negaba la posibilidad del pasillo al Madrid, virtual campeón de la liga, y la afición catalana lo quiso catapultar a los médanos de un olvido más bien justo. Como el indiscutible profesional que es, Etoo supo manejar con solvencia las ofertas del exterior, Guardiola lo ratificó a regañadientes en el club, y el camerunés se apegó a los ideales táctico de su entrenador en turno.


Un inicio titubeante en la presente campaña nos hizo que vislumbraramos un deja vu mas o menos prematuro. Sin embargo, el Barça ya le encontró la temperatura al torneo y paulatinamente ha encontrado la dosis necesaria para aliviar los malestares de antaño. Con un juego de flujo continuo, sin abandonar la tenencia de la pelota (usando al extraordinario Xavi como fuente de su energía colectiva) y un par de salidas como Alves (por la derecha) y Keita (por el centro), el club catalán ofrece un futbol tridimensional que combina vértigo, técnica y eficacia.Ver el compromiso actual de Etoo dentro de la cancha, su aplicación táctica y su escalofriante facilidad en la definición (aunado a ese aire melancólico de los asesinos que se arrepienten en el acto) es testimoniar la feliz resurección de un crack inigualable. Es atender, también, el escenario que todo hincha busca en su aventura como espectador de futbol: el escenario de la revancha deportiva, la recuperación del honor y la dignidad en ese campo de juego que alguna vez fue su patíbulo.
Daesu

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