Alrededor de una cancha de fútbol se tejen y se proyectan un sinfín de marañas políticas. Se entiende a lo político no como una mera cuestión de pertenencia partidaria (El MAS o PODEMOS, por ejemplo); sino como una maquinaria compuesta por distintos mecanismos e intereses. Esta máquina configura y construye interpretaciones y dota de sentido a nuestro complejo entorno y a todo aquello que nos constituye como individuos pertenecientes a una comunidad tejida en diversos ejes culturales.
Los bolivianos estamos atravesando una difícil crisis política. Una crisis asfixiante que se enterca en aventarnos a habitar en nudos demasiado enmarañados y tensos. ¿Cómo desatar esos nudos? Parece ser la gran pregunta. Hemos creído que el espacio ideal para desenredar esta madeja imposible era la Asamblea Constituyente, pero sabemos que la Asamblea se está resquebrajando por pedacitos, al igual que nuestras ingenuas esperanzas.
El fútbol no puede esquivar, amagar (en términos futboleros) esta jodida crisis. Por el contrario, todo apunta a que será un insumo inflamable para incendiar el caldero frágil de esto que desde distintos registros llamamos Bolivia.
Desde el día miércoles, día en que la FIFA confirmó el veto a la altura, surgieron dentro de nuestro país temibles voces agoreras que apuntaban a que este embrollo termine. Sin embargo, entre líneas estas voces (algo tímidas en un principio) sugerían que la selección nacional debería jugar en otras ciudades del país. Esta posición de a poco fue entremezclándose con la tentadora pólvora política que envuelve al país de un aroma tenso. No pasaron ni unas cuantas horas para que estas voces hagan legibles sus identidades y sus discursos. (Para no dejar en el abstracto mencionaré apenas dos nombres: el doctor “Chelelo” Yañez -ex diputado mirista, ex presidente de la cámara de diputados, ex presidente de la liga- y el periodista del Deber Miguel A. Souza).
El núcleo de su argumento señala que:
La Paz no puede adueñarse del derecho de ver jugar a la selección boliviana, la selección es de todos, por tanto el país en su conjunto tiene el derecho a verla en sus distintas canchas. No se debe vetar el derecho de tener “al equipo de todos” en los nueve departamentos que componen Bolivia.
El problema con el tema de la altura y el fútbol es que en otras regiones del país se están confundiendo las cosas y algunos sectores, a tropezones, están optando por legitimar una posición que entorpece la defensa al legítimo derecho de jugar fútbol internacional en la Altura. En otras palabras de manera innecesaria se está embarrando el tema de la altura y el fútbol de una pátina política que posee la potencialidad suficiente para detonar este debilitado país, con el único fin de transformarlo en un parque de escombros en pleno corazón de Sudamérica. Intentaré muy modestamente y de forma parcial aclarar esta confusión. En la medida de lo posible intentaré concretar una operación imposible: separar el fútbol de la política. Cosa que por las circunstancias que estamos atravesando es una tarea casi imposible.
Aclaración:
No es que La Paz, como comunidad política, se enterque y se adueñe de ver jugar a la selección boliviana, hay algunos sectores que en su torpeza política expresan esa condición de dueños (el prefecto paredes, por ejemplo, es el representante de exponer ese mamarracho político: “si no se puede jugar en La Paz, construiremos un estadio en Río Abajo”, evalúe usted, inexistente lector, la capacidad que tiene la estupidez política).
Suturar los fragmentos:
La selección debe jugar en todo el país, pero aprovechando las fechas FIFA. Esta es una tarea pendiente (de las tantas que tiene) nuestra mediocre Federación. Es derecho de todos los bolivianos ver jugar “al equipo de todos” (valga la redundancia y la cacofonía). Empaparse de su euforia. Es urgente que la selección se descentralice y viaje por todo el país (un viaje distinto al de nuestros constituyentes pajeros) . El fútbol tiene el poder de sembrar sueños, sueños donde se suture nuevamente eso que tan fragmentariamente somos.
La Paz y la altura:
¿Por qué la eliminatoria se juega en La Paz? Porque nuestro fútbol es tan mediocre, tan endeble, tan lánguido que necesita de algún plus para fortalecer cada una de sus precarias líneas. La altura da ese plus. Plus legítimo, por cierto. Plus: como es el calor, la humedad, la corriente del viento, la niebla, una barra histérica, las batucadas en las puertas de los hoteles donde se alojan los visitantes, los amedrentamientos a los equipos visitantes, el manejo mediático, etc. El anterior miércoles en Santa Cruz la selección Bolivia sobre la base de coraje jugó de igual a igual contra la envidiable Paraguay. Pero su fútbol es tan escaso, tan limitado que lo que tiene en cancha no le alcanza para ganar el partido. Esa es una realidad. Nuestro fútbol no es competitivo, es fantasmalmente técnico, muestra algún chispaso de buen juego, pero nada más. Por eso Bolivia juega en La Paz para fortalecer su lánguido fútbol. Santa Cruz no le da ese plus geográfico. Aunque valga aclarlo la altura no es garantía de éxito y menos de buen fútbol, porque sus efectos son relativos (le puede afectar a un atleta de alta compentencia y no a una abuelita octogenaria que vive en la costa, y viceversa). Al tema de la altura está articulado, como una garrapata, la psicosis que despierta. A propósito la psicosis ya corre en el mundo. Con un subrayado demasiado pronunciado. No me imagino cuál será la reacción del equipo chileno que tenga que ir a jugar con Real Potosí en agosto.
Pugnas
Ceder a las pugnas regionales, al tenso clima político y vincularlo con el fútbol, puede equivaler a adjuntar la pieza que faltaba a la bomba país. Preocupémonos entre todos en vertebrar nuestro precario y decadente fútbol. Ya es hora de que entre todos los bolivianos vertamos sustancia a nuestro alicaído fútbol. Ya es hora de que construyamos las estructuras suficientes que más adelante nos respondan con resultados. Ya es hora de que la selección deje de atrincherarse en la altura para alcanzar el lejano objetivo de clasificar al mundial. Y, sobre todo, ya es hora de que apaguemos esa llama inflamable que puede derivar en el derrumbe absoluto de esto que tan difícilmente compartimos y que se llama Bolivia.
6 comentarios:
Firmo abajo de todo lo escrito. Excelente.
En tiempo, "Sin Referí" ya cuenta con un link en nuestro blog boliviafutbolclub.blogspot.com
Estimado Jorge, MUCHAS GRACIAS por el comentario. Creo que estamos atravesando una tormenta que pretende arrasar con todo. Sigo constantemente tu blog (boliviafutbolclub.blogspot.com), lugar de donde generalmente me nacen los textos, y el deseo de abordar el fútbol desde sus aristas más complejas.
Nuevamente, gracias, Jorge.
Sr. Vera, le escribo desde Santa Cruz, leí su comentario en el diario El Deber, quería decirle que es el primer colla sensato que he leído. Quería felicitarlo.
Jorge Suarez
C.I. 3455678 S.C.
Bueno, lo de "sensato" no se si es un halago o una ironía. Pero de todos modos, después de las felicitaciones vienen los gracias. Gracias,
Sr. Suarez
esta vez no he leido tu articulo, pero tengo la necesidad de ponerte un comentario ante lo amargo que puede resultar para cualquiera el desempeño de nuestras selecciones en merida, ahora que es evidente que ese 3 a 0 fue sobre todo obra de un uruguay autista y desvariante y que en el caso de peru el diagnostico sigue siendo el mismo que en las últimas eliminatorias, gran foquita, gran pizarro, gran guerrero, pero que impotencia, que aguijón mas blando, que poca capacidad para cambiar los esquemas sobre la marcha. no es casual esa enorme franja roja diagonal que surca nuestras camisetas como una herida nunca cicatrizada. que lloron che. ojala que venezuela llegue a las finales.
un abrazo
toño
saludos de daniela, lucas y de ignacio (en su sexto día sobre el mundo)
Antes que nada Toño un abrazo fuerte por la llegada especial del Ignacio. Un beso a la Daniela, y ya me muero por conocerlo al changuito. Un beso al Luquitas, que ya tiene un compañero para el juego y la vida. De nuevo felicidades... Compadre...
***
Creo que por hoy es mejor no hablar de fútbol. Lo más grave de todo esto es que la herida no deja de sangrar, ¿qué haremos?
Un abrazo Toño.
Publicar un comentario