domingo, 6 de mayo de 2007

Textos (1)

La patada del Gato Sessa a Palacios es el motivo para explorar interesantes aristas sobre el fútbol, les presentó el texto de Dante Palma sobre la agresión...

De hinchas e hipocresías
Sobre la patada de Sessa
por Dante Augusto Palma


En esta nota me voy a referir al episodio del que está hablando el país entero: la patada voladora que el arquero de Vélez, Gastón Sessa, le propinara al delantero de Boca Rodrigo Palacio. Para que no se malinterprete lo que voy a decir debo aclarar: rechazo profundamente la actitud de Sessa no sólo en este caso sino en muchos casos anteriores. Esta pueda generar lesiones en colegas, afecta deportiva y económicamente a sus compañeros y a su club, genera violencia dentro y fuera del campo y resulta una desilusión muy grande para los hinchas de su club, en este caso, Vélez.
Ahora bien, lo que me interesa remarcar, por lo pronto, es el trato desmedido y exagerado que este hecho ha tenido. No habiendo pasado aún 24 horas del episodio, pude tomar nota de: encuestas radiales varias acerca de si Sessa debe seguir atajando o no; constante difusión de foros en Internet en que los hinchas de Vélez se expresaban; una incesante cobertura del episodio y de sus consecuencias en los informativos de las principales radios AM (La red, Continental, Mitre, etc.) cada media hora; un informe de más de unos 8 minutos en Telenoche titulado “Todo tiene un límite” acompañado de un móvil en vivo en la puerta del club esperando la reunión de la Comisión Directiva de Vélez que determinará el futuro del arquero; la tapa de los principales diarios amplificando hasta lo inimaginable el fenómeno (en Olé la única foto de tapa es la del incidente y en Clarín es la foto de tapa que secunda a otra en la que se atestigua el festejo de Palermo); Eduardo Feinmann que junto a al conductor del noticiero del 9 afirmaron que la patada fue “criminal” (SIC) y demencial; Niembro, en su eterna militancia acerca de una supuesta profesionalización del fútbol, operando en favor de la inclusión de psicólogos que puedan evitar estos exabruptos; decenas de móviles esperando al técnico de Vélez, Lavolpe, a la salida del entrenamiento de hoy por la mañana en la Villa Olímpica para preguntarle por el caso; etc, etc. (seguramente el lector podrá agregar hasta casi el infinito otras coberturas que mi tiempo y mis posibilidades horarias me impidieron advertir). Por si esto fuera poco, el abogado de Chabán, y reconocido hincha de Boca, realizando una denuncia por “agresiones” y pidiendo a un fiscal que actúe de oficio. Todo el mundo tenía y tiene una opinión para dar sobre el hecho y todo el mundo “sabe” lo que se debe hacer. Incluso sobraron los comentarios en los medios que trataron de hacer una interpretación socio-filosófica de la argentinidad a partir de este suceso. Una especie de sociedad “Sesseada”, marcada por la violencia y el exabrupto. Así Sessa parece ser una de esas figuras tan caras al romanticismo en las que se resume el sentido de una época.

En esta nota me voy a referir al episodio del que está hablando el país entero: la patada voladora que el arquero de Vélez, Gastón Sessa, le propinara al delantero de Boca Rodrigo Palacio. Para que no se malinterprete lo que voy a decir debo aclarar: rechazo profundamente la actitud de Sessa no sólo en este caso sino en muchos casos anteriores. Esta pueda generar lesiones en colegas, afecta deportiva y económicamente a sus compañeros y a su club, genera violencia dentro y fuera del campo y resulta una desilusión muy grande para los hinchas de su club, en este caso, Vélez.
Ahora bien, lo que me interesa remarcar, por lo pronto, es el trato desmedido y exagerado que este hecho ha tenido. No habiendo pasado aún 24 horas del episodio, pude tomar nota de: encuestas radiales varias acerca de si Sessa debe seguir atajando o no; constante difusión de foros en Internet en que los hinchas de Vélez se expresaban; una incesante cobertura del episodio y de sus consecuencias en los informativos de las principales radios AM (La red, Continental, Mitre, etc.) cada media hora; un informe de más de unos 8 minutos en Telenoche titulado “Todo tiene un límite” acompañado de un móvil en vivo en la puerta del club esperando la reunión de la Comisión Directiva de Vélez que determinará el futuro del arquero; la tapa de los principales diarios amplificando hasta lo inimaginable el fenómeno (en Olé la única foto de tapa es la del incidente y en Clarín es la foto de tapa que secunda a otra en la que se atestigua el festejo de Palermo); Eduardo Feinmann que junto a al conductor del noticiero del 9 afirmaron que la patada fue “criminal” (SIC) y demencial; Niembro, en su eterna militancia acerca de una supuesta profesionalización del fútbol, operando en favor de la inclusión de psicólogos que puedan evitar estos exabruptos; decenas de móviles esperando al técnico de Vélez, Lavolpe, a la salida del entrenamiento de hoy por la mañana en la Villa Olímpica para preguntarle por el caso; etc, etc. (seguramente el lector podrá agregar hasta casi el infinito otras coberturas que mi tiempo y mis posibilidades horarias me impidieron advertir). Por si esto fuera poco, el abogado de Chabán, y reconocido hincha de Boca, realizando una denuncia por “agresiones” y pidiendo a un fiscal que actúe de oficio. Todo el mundo tenía y tiene una opinión para dar sobre el hecho y todo el mundo “sabe” lo que se debe hacer. Incluso sobraron los comentarios en los medios que trataron de hacer una interpretación socio-filosófica de la argentinidad a partir de este suceso. Una especie de sociedad “Sesseada”, marcada por la violencia y el exabrupto. Así Sessa parece ser una de esas figuras tan caras al romanticismo en las que se resume el sentido de una época.

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