Al final uno piensa que sabe algo de fútbol, pero al final resulta que no sabe nada. Todos pensaban que iba a ser catastrófico, pero el equipo nos tapó la boca...
Ricardo Fontana, Dt del The Strongest
Los problemas del fútbol boliviano hoy son los mismos que antes de ayer, pero hay una diferencia, al menos se esboza una amplia sonrisa.
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El fútbol a diferencia de otros deportes encierra en el terreno de juego la virtud de un impredecible sentido democrático. En otros términos la ambigüedad de las certezas y la no causalidad lógica le otorga al fútbol la gran oportunidad de ver cómo David le esconde la pelota al inmenso Goliat con el fin de derribarlo. El azar y la ciencia del fútbol se tejen a partir de la imperfección poética del pie. De allí devienen sus inmensas potencialidades. En el empate entre Bolivia y Brasil las brechas se acortaron, se disiparon. El fútbol se encargó de archivar el contraste que el entorno de la cancha determina. Dentro del escenario del césped Brasil no mostraba su sublime fútbol y Bolivia no era el equipo subterráneo, de fútbol cercano a la ancatarilla.
Valga decir que esta corajuda y atrevida empresa de arrancarle de su entraña un punto al penta campeón jugando como visitantes no es inédita. El fútbol también acortó sus brechas en la eliminatoria para México 86. En esa competencia Bolivia en Río de Janeiro en pleno Morumbí achicó los abismos que históricamente lo distancian de los cariocas y le empató con Sócrates, Zico en cancha. Este pequeño recuento no describe las victorias bolivianas frente al Scratch en la ciudad de La Paz.
Este empate para los bolivianos cobra mayor sentido en el contexto en el que se produce: por un lado, la debacle insostenible y en apariencia irreversible del fútbol boliviano. Y se potencia aún más en el complejo clima político que los bolivianos atravesamos con una insensatez que causa asombro. De estas circunstancias ásperas no podía nacer en el onceno boliviano más que cierta e incontrolable bronca que se tradujo en una tenaz actitud para empantanar (con 10 en cancha desde el segundo tiempo) los magullados argumentos futbolísticos de una selección brasilera incrustada en un eclipse que empaña de sombra a un ciclo de talentosos que frente a Bolivia mostraron su costado más inofensivo.
Aunque resulte poco verosímil Brasil sólo tenía una estrategia con una pobre variante que se basaba en la posesión inútil del balón, en el juego excesivamente horizontal, inseguro en su afán permanente de hacer retroceder el balón de forma compulsiva, con sus jugadores clave ubicados en posiciones retrasadas a la espera que el partido se decida por la calidad de sus futbolistas (calidades ausentes en el partido), ya sea mediante una irrupción individual (irrupción ausente en el partido), o por una salvadora ráfaga creativa (ráfaga ausente en el partido), o por la perfecta combinación de talentos (ausentes en el partido). Nada de eso ocurrió, ni siquiera el árbitro les otorgó todas las ventajas acostumbradas para solucionar los partidos intrincados.
La democracia impredecible del fútbol, la imperfección poética de la pierna otorgaron a la selección boliviana ese gustito que siente en cada regate el atrevido David, ese extraño gustito de haber dibujado y redibujado el peso histórico que obliga a Brasil a ganar y a Bolivia a perder.
Foto: La Razón, Marcas
Foto: La Razón, Marcas
6 comentarios:
Aguantar con orden. Sumar a su aguante un par de salidas verticales con pelota dominada a cargo de Nacho García o la recuperación orquestada por Raldes al ingreso del área grande que dio lugar a "la tengo y no la rifo". Así esculpió Bolivia su empate en el Joao Havelange frente a un scratch desteñido y llamativamente uniformado en la renuncia al fuego sagrado que suele encenderse ante el incentivo de un posible triunfo, mejor si por goleada fácil. Y es que jugar con Bolivia, luego de haber vapuleado 3-0 a Chile, y a domicilio, relajó tanto al equipo de Dunga que terminó saltando gelatinoso y aburrido al campo de juego.
Bolivia tuvo en el cumplimiento de tareas tácticas la virtud necesaria para lograr el cero. Cero y bien redondo es para nuestra selección, triunfo. No puede aspirar a otra cosa un fútbol que juega en dos tercios de cancha y que en los treinta metros finales, los de zona de definición, practicamente no existe. Y un fútbol que administra su pobreza en base a golpes inesperados y sorprendentes es un fútbol condenado a refugiarse en la seguridad táctica porque carece de vuelo para la improvización y el desequilibrio.
Mezcla de alivio, satisfacción y pesadumbre al día siguiente, en el que el país produjo una horrible goleada con ocho muertos en nombre de la autonomía pandina.
Estamos decididos como especie a tratar de comprender todo. Pensamos que a través del análisis y las construcciones reflexivas podemos entender el devenir de la realidad. El fútbol no es la excepción. Desde abstractos y comunes aparatos analíticos, intentamos desentrañar y, más aún, predecir los rumbos del juego.
Sin embargo, la realidad es siempre mucho más grande que nuestras aspiraciones cognitivas. Los hechos descalabran, como frágl castillo de naipes, nuestras vagas y peregrinas ideas sobre las cosas.
Empatamos en Brasil: todavía hay esperanza. El resto es silencio.
Mario, sin el ánimo de instaurar un ping pong enroscado en palabras y más palabras quiero acotar una hebra a tu cuestionador comentario, que brota desde el territorio donde nacen las preguntas más que las certezas. Y añado una hebra no con el ánimo de ingenuamente intentar completar ese imposible mosaico pantanoso que supura del objeto que creemos creer (bienvenida la redundancia) conocer.
El fútbol, como la ficción, la poesía se sostienen sobre ese complejo entramado que dibuja el juego. Peor aún si consideramos que ambos se estructuran con objetos tan indóciles como son la palabra, la imagen y la pelota. Explorar estos territorios (el fútbol, la ficción), experimentar con aquello que nos despiertan es un reto complejo. Ya que nos son meros objetos de ontologización, de autopsia y posterior deducción y descripción. Por el contrario, son objetos que instauran un drama lúdico que cuestiona la imposibilidad de las totalizaciones, de la racionalización absoluta.
Ahora, lo que es interesante es palpar esos objetos desde ese vacío intentado reproducir ese drama lúdico que configuran. En otras palabras, que la mirada se empape de esa pátina que cubre al objeto. Con esta viscosidad fluyendo en la mirada es imposible dibujar totalizaciones, absolutos. A lo mucho se transita por un refilón, por un resquicio, muy precario y endeble…
En ese sentido, mirar fútbol, escribir fútbol, jugar al fútbol es ingresar a la jungla del juego. Allí la única herramienta posible es el propio juego. Por tanto, cuando yo escribo sobre fútbol lo que intento es habitar ese silencio. Imaginar que lo habito desde el territorio que ocupa la palabra, siempre desde el costado, desde ese refilón es recuperar esa implícita filosofía que robo de una declaración del Tano Fontana (“Al final uno piensa que sabe algo de fútbol, pero al final resulta que no sabe nada…”). Y como bien dices, y como bien lo escribió Augusto Monterroso en su novela Lo demás es silencio…
Lo interesante del fútbol, de la ficción es que hacen que fluya esta incertidumbre en cada uno de tus criterios, opiniones, análisis… Nada de lo que dices puede ser cincelado en la piedra. Lo increíble es que cuando tu ocupas una situación de poder (el poder entendido en todas sus dimensiones: política, académica, periodística…) la palabra pierde ese vacío que la habita y adquiere los vicios de la ilusoria verdad que se sostiene simplemente por el complejo poder ficcional que el poder mismo le atribuye. Por suerte, este blog se dibuja sobre la indocilidad de la palabra y del balón…
Reconozco que me esperaba una recontra goleada –media docena o más– de los pentacampeones y, por eso mismo, me sorprendió sobremanera el planteamiento boliviano (parece que la selección juega mejor sin su aprendiz de DT en la banca, expulsado el sábado, jijiji). Bueno, una muy grata noticia en medio de tanto despute.
Siguiente partido contra Perú acá... Huele a estadio lleno y no sólo de "patas", jijiji. A ver si los resultados halagüeños continúan...
¡Bienvenido de "güelta", che!!! Ya estaba perdiendo la esperanza... Hasta pensé lo peor (o sea, que Pacheco había logrado comprarte, jajajaja.... MENTIRA!!!!!) Un abrazo.
concuerdo con lo que dices, de otro lado que bueno que estes de vuelta
A mi lo que me agrada es que sigo aprendiendo de este deporte y este deporte me sigue enseñando.
caracho!! que lindo es el FUTBOL
FUTBOL!!! .... seguime mintiendo!!!
saludos totales
WAYNUCHO
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