Una de las piezas importadas para dotarle de sutileza y categoría a la maquinaria fútbolísta del Bolívar 2008 fue la incorporación del excéntrico Silvio "el Tweety" Carrario. El Tweety arribó a La Paz con 36 años en el hombro, con un historial de muchas lesiones, las más duras una fractura en el hombro, esguinces, roturas de ligamentos. Su vasto currículo narra las arduas peripecias y agonías de un Carrario que aventuró su fútbol en más de 13 clubes (la mayoría de ellos argentinos, un venezolano y un boliviano). El fútbol de Carrario nunca fue un aporte fundamental en los equipos “grandes” como Boca o Racing (aquellos periodistas que rememoran “grandes” partidos del Tweety en Boca no hacen más que caer en vagas imprecisiones). Pero eso sí, el fútbol del excéntrico argentino transformó el destino de equipos como Chacarita, Argentinos, Quilmes, Olimpo de Bahía Blanca y sobre todo fue el héroe que timoneaba la batalla por evitar el descenso de estos clubes.
Carrario no es un jugador políticamente correcto. Es más proclive a despertar huracanes que a entablar relaciones diplomáticas y demagógicas con todo el entorno del fútbol: jugadores, dirigentes, hinchas, periodistas, etc. Demasiada frontalidad en sus formas, no busca excusas para llegar a los golpes. Y este detalle es una constante de este Tweety, jugador revoltoso, voluble. El excéntrico Carrario cuenta con una larga lista de gestos polémicos. Recuerdo un partido en el que Carrario defendía la camiseta de Quilmes y jugaba frente a Argentinos, equipo al que el Tweety ayudó a subir a primera. Carrario tuvo la chance de marcar un gol para Quilmes y ni bien lo concretó salió a gritarlo a la barra de Argentinos, barra que anteriormente lo apoyaba a muerte. Otro gesto polémico remite al clásico de Avellaneda. En él, Tweety vestía la camiseta de Racing. Cuentan que en los vestuarios gritó eufórico el “dale rojo”. Este detalle en apariencia menor causó bulla extrema en los medios bonaerense, allá por los finales de los noventas. Y fue el inicio del fin de su paso por Racing.
El Tweety es un jugador de una historia interesante. Trabajó con técnicos de la talla de Carlos Bilardo, Brindisi, Bianchi. Cuentan que Bilardo cuando charlaba con el Tweety traía a un tercero para que sea el testigo de la conversación y el respaldo del narigón frente a cualquier tergiversación. El Tweety no es un tipo paciente con los Dts, fácilmente se aburre del trabajo previo a los partidos, de las metodologías de trabajo. En otras palabras, no cree en los discursos y en la pedagogía de los técnicos. Tanto es así que se cuenta que terminó enfrentándose a golpes con el técnico de Argentinos, Gregorio Pérez, motivo por el cual se definió su salida del ex club de Maradona y Riquelme. A este capítulo es importante añadir la displicencia con la que respondía a Ramiro Blacut en el club Bolívar. Y se añaden algunos gestos insolentes hacia el profesor Habegger.
La versión bolivarista del Tweety es, ni duda cabe, demasiado pobre. No es el Tweety con habilidades de mago, el que escondía la pelota y mareaba al contrario. Tampoco es el Tweety incansable en proporcionar pases gol. Tampoco es el antiguo definidor. Tampoco el jugador que se tiraba atrás para participar y construir fútbol. Menos aún el batallador, el héroe de equipo chico, que con una fe excesiva en sí mismo cambiaba el destino de los partidos. El Tweety sólo trajo a Bolivia sus intrínsecas habilidades de jugador conflictivo.
Ayer, posterior al empate entre celestes los jugadores del Bolívar se prestaban a ingresar a vestuarios, en ese trajín Carrario intentó repartir unos cuántos golpes a un periodista del suplemento Acción de La Prensa. Los motivos, la agria campaña que se teje en su contra por parte de ese medio. Este incidente no es inédito en la carrera del argentino, en Buenos Aires en un partido que Chacarita definía su ascenso a la primera, Carrario enfurecido pegó a un fotógrafo que supuestamente lo insultó durante todo el partido.
El Tweety a estas alturas de competencia es más historia que presente. Es una lástima que a Bolivia haya llegado en el ocaso de su carrera, ya que se trata de un jugador que aportó demasiado a los equipos que más sudan y que pelean su presencia en la primera. El Tweety es un trotamundos, que posiblemente descubra que esta peripecia y aventura de jugar al fútbol tiene un límite. Y ese límite parece ser el Bolívar 2008.
3 comentarios:
Ya está, ya se fue. Después de armar el escandalete, lo "relocalizaron". Ojalá esto le sirva para darse cuenta de que la práctica activa del fútbol ya no es lo suyo. Quizás pudiera ser DT, aunque en una de esas sale como Leao, agarrándose a las trompadas con cualquiera, jajaja.
Listo ya se fue, con mas escandalo que demostrando fútbol, ojo yo le doy el beneficio de la duda, podría haber sido, pero buen en fin....
El Tweety fue un muy buen futbolista, pero en este ambiente donde todo se teje a gusto y placer del periodismo, una persona que suele ser frontal termina siendo un mal tipo. Justamente por eso algunos periodistas dieron a entender siempre que era una mala persona. Muy probablemente, y por su propio beneficio, a veces debió callarse algunas cosas; pero la autenticidad también hace a las personas y nosotros debemos rescatar eso de él. Indudablemente que en este club boliviando ya llegaba más a cobrar un sueldo por su trayectoria que a jugar de forma profesional, creo que ahi debió haber dicho que NO a tiempo y no se iba a retirar del profesionalismo con una mala imagen. Hasta diría que estuvo de más que haya ido anteriormente a Aldosivi de Mar del Plata. En definitiva un muy buen jugador, que supo ocupar no solo el puesto de delantero neto sino de un generador de fútbol importante, por eso se destacó en equipos que la luchan más desde abajo, porque tuvo corazón, más alla de que le haya gustado mucho el billete...
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