jueves, 3 de julio de 2008

Magia Blanca


La Copa Libertadores de América por primera vez trepará a la altura de Quito, al templo de Atahuallpa. Desde mayo de 2007 la regiones altas del continente (Quito, Cuzco, La Paz, Oruro, Potosí) sufrieron una serie de odiosas y arbitrarias embestidas que cuestionaron el juego de la pelotita en estos ámbitos. Arbitrariedades que surgieron justamente en Río de Janeiro, a partir de la atropelladora iniciativa del equipo rival del Fluminens: el Flamengo. En julio de 2008, la Magia Blanca de Quito, con la adrenalina que motivan los sueños, con la bendición que la pachamama ofrenda y estructura en la cancha, la Liga Deportiva Universitaria de Quito ganó la Copa Libertadores de América y no en la altura, sino en el traicionero templo de Río de Janeiro: el Maracana. Anoche, el fútbol de altura le dio más de un revés al soberbio fútbol de Río...

El éxito de la Liga de Quito no solamente es producto de un deseo, de una emoción, de un simple y entusiasta cariñitio al fútbol o de un hilo de casualidades. No, no la Liga es el Campeón de América por la brillante ingeniería dirigencial que con la paciencia de orfebres construyeron y le dieron cuerpo y consistencia a este sueño que ayer dio la vuelta en el gigante Maracana con la Copa entre las manos. Lejos de proyectos como el que se traza en Núñez o en la Boca en Buenos Aires; lejos de los recursos que poseen los equipos mexicanos, la Liga de Quito hizo de la planificación, de la humildad una metodología que potenció la ruta para alcanzar los objetivos. En otras palabras, la Liga de Quito se tomó en serio esto de la derrota sempiterna y aprendió hacer fútbol, hacer institución a partir de la derrota. Son varias generaciones de jugadores desde Alex Aguinaga (símbolo del fútbol ecuatoriano y del fútbol de la Liga) hasta Guerrón que tropezaron, pero en ese caerse que es irse levantando hasta alcanzar la cima del torneo más importante de América.

Lo de ayer fue una síntesis perfecta de lo que es la Liga. Un equipo con mucha carrocería futbolera, vértigo, adrenalina, y un palpable cariño a la camiseta. Un equipo que sabe atacar con dos panteras como son Guerrón y Bolaños que además de ensanchar la cancha saben encontrar los resquicios para dañar al rival. Un equipo que sobre una columna vertebral configurada por Manso (exjugador de Newls), Urrutia, el paraguayo Vera y el Arquero Cevallos han atravesado esta empinada peripecia hasta alcanzar la cima. Con un técnico Rosarino que dio contenido y fortaleció el fútbol de los quiteños: El Patón Bauza. Pero más allá de su juego, de los nombres que ayer poblaron la cancha es importante destacar el mensaje que da Liga a los equipos andinos: que desterrando la demagogia y la palabrarería, teniendo en mano un proyecto sostenible, administrando y generando los recursos, armando un equipo con jugadores que devengan de un proceso de formación (como Ambrosi, el propio Guerrón, entre otros) más una prolija inclusión de jugadores extranjeros es posible trazar la ruta hacia la cima de la Copa. Lo de Liga de Quito es más que un Campeonato es una embestida a la soberbia del Flu e implícitamente también a la del Fla y es sobre todo una lección que da a las tímidas potencialidades de los débiles.

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