Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores
Del mito y de la épica,
Oh un oro más precioso (…)
El Oro de los Tigres, Jorge Luis Borges
La impronta atigrada de la Garra no deviene de la larga lista de honrosos jugadores, del entramado de gloriosos y míticos equipos, menos por sus conocidos y polémicos dirigentes; la garra es una marca registrada que nace en la euforia amarillo y negro de cada uno de sus apasionados hinchas. Hinchas del ayer que nos legaron todo un saber cifrado en clave amarillo-negro. El Oro de los Tigres es su gente, mujeres y hombres, la vasta y compleja comunidad que cada Tigre conforma. El Oro de los Tigres es el Kalatakaya Huarikasaya, ese trueno aymara que fisura, retumba y estremece el corazón rebelde atigrado.
Uno aprende a ser Tigre en el vertiginoso tumulto que hace más de 100 años se teje
en el entorno de la cancha. Uno aprende a ser Tigre en la salvaje selva de la euforia atigrada. Uno aprende a ser Tigre en la sombra y en la gloria, con un pie asentado en un episodio de derrota y con el otro hundido en el orgullo tenaz de la garra. Y es desde las tribunas que se configura en cancha el inconfundible estilo de lo que somos. Un conglomerado enorme de luchadoras y luchadores que sin temor al tropiezo y a la derrota hacen de su inquebrantable fuerza un lenguaje. Una forma de expresar en amarillo y negro el fútbol y, sobre todo, la compleja poesía que se enreda en la vida.
Uno aprende a ser Tigre, en la multiplicidad de historias que abuelas y abuelos transmiten de oreja a oreja, de corazón a corazón. En los gestos de cada uno de los beneméritos que atados a su radio todavía escuchan los ecos de la Cañada Strongest. En las narraciones que cada quien esboza sobre su versión de lo que es el ser atigrado. En los mitos que nos refugian y nos cubren de una identidad luchadora. En el dolor de las marcas de derrotas dibujadas en nuestro estoico lomo aurinegro. En los infinitos goles gritados que fragmentan los corazones y las gargantas. En el notorio contraste que se produce frente al Celeste y Blanco Académico.
Uno aprende a ser Tigre en el misterio que se refugia detrás de cada uno de nuestros goles. En la Euforia fraterna compartida. En el cariño que cada quien le distribuye al The Strongest, al más fuerte. En la autoestima visceral que nos nace después de haber caído y tropezado. Sí, porque el The Strongest no instaura una historia que hegemonice la gloria, es también y, ante todo, una sinuosa historia compuesta por historias de derrotas, de triunfos que siempre ceden al matiz, al pero.
El hincha del Tigre tiene un destino demasiado empinado. Tal cual Sísifo carga el peso de la camiseta, en ella inscribe las marcas de su pasión, su fascinación, su im/paciencia, su fidelidad, su furia, su inocencia, su intolerancia, su autoritarismo, su absolutismo, entre otras marcas que lo distinguen a leguas como Atigrado. Y cada domingo desde muy temprano prepara su espalda para afrontar la cuesta, para afrontar las magulladuras del peso de cargar las durezas de la Euforia Stronguista. Ya en cancha Sísifo-Tigre se asoma a la cima de la cumbre. En ella, libre del peso, se entrega a la tensa levedad del juego, y en esta corta instancia o disfruta su llegada con un triunfo o sufre los avatares de la derrota; sin embargo, sea cual fuere el resultado todo concluye cuando inevitablemente Sísifo -Tigre, terminado ya el partido o la gesta, se avienta desde la cima, se arroja a la trampa de su agonía. Todo para recomenzar la faena, el próximo domingo. Ser Tigre es una forma extrema de aprender a sudar caudales tal cual como se suda en la cancha bajo el mando de la pesada e histórica polera aurinegra.
Los Tigres somos un laberinto inacabable de historias, épicas, ficciones, debacles, resurrecciones, calvarios y lágrimas. Nuestra gloria se construye sobre el escombro de cada derrota. Personajes de toda laya conforman esta nuestra familia que sabe mucho de sudor y goles, de las glorias del cielo y del calor devastador del infierno. Por eso somos amarillo y negro. Vivimos del contraste, y en el contraste. En un solo toque somos oro, carbón y fuerza, los tres lados de la inexplicable moneda atigrada.
Los 100 años no es una suma caprichosa del tiempo, por el contrario es un ámbito donde confluyen una multiplicidad de líneas, de referentes, de emociones, de detalles, de datos, de anécdotas, de revanchas, de misterios y de derrotas. No es fácil abrir la memoria atigrada sin caer en el vacío que ofrece la melancolía, sin desvanecerse en el júbilo que despierta esta sensación de llevar en la sangre los huracanados vientos andinos del aurinegro.
Son 100 intensivos años de enseñanza permanente al corazón aurinegro que se alimenta diariamente en la locura asfixiante de una pasión indescriptible, estoica, que rueda sobre el impredecible destino esférico de un balón. No es fácil ser Stronguista sin palpar la sal de la lágrima. Es que ser Tigre es encarar al mundo bajo una identidad móvil y en permanente construcción. Una identidad compuesta por diversas piezas dispersas en una centuria que se cohesionan en el amarillo y negro, en la sempiterna médula del GRAN Chupa Riveros. Se trata de una identidad intercalada entre la fuerza, la frontalidad, la batalla y la mixtura de versiones heroicas y antiheroicas que sólo ofrece el coraje de un Tigre Derribador. Un Tigre que se alimenta del cerco que impone su memoria pero que, al mismo tiempo, lo transgrede y lo resignifica.
Hoy cumplimos 100 años de compromiso incondicional con esta euforia. Hoy festejamos al Oro de los Tigres. A José López Villamil, que fundó no sólo un club de fútbol, sino una máquina lúdica para abordar la inmensidad del mundo. A los primeros hinchas, una turba híbrida de doctorcitos, mineros e indígenas que iracundos golpeaban piedras para dar fuerza al equipo. A la Chainita, ave que ofrendó sus colores a la trascendencia gualdinegra. A la Vicuña, que en su aventura le enseñó a correr al Tigre. A los héroes del Chaco que eligieron bautizar al fortín como Cañada Strongest con el fin de armar un cerco al absurdo de la guerra. Al infinito duelo por las insustituibles ausencias atigradas desaparecidas en el desastre de Viloco. Hoy festejamos al Oro de los Tigres. A la fidelidad y sabiduría de Lucho Galarza, a la fiereza impagable del Tano Fontana, al dulce juego del GRAN Chocolatín Castillo, al arácnido fútbol de Sergio Oscar Luna, a la fortaleza inquebrantable de Luis Héctor Cristaldo, a la displicencia añorada de Sandro Coelho, a la fuerza de Titán de Óscar Sánchez. El Oro de los Tigres, también, para aquellos que por caprichos del tiempo no vi: el Zorro Bastida, Jorge Latini, Max Ramírez, Osvaldo Potente, Eduardo Ángulo. Pero, El Oro de los Tigres, sobre todo, en estos 100 años de Euforia es para todos los hinchas del ayer y de hoy, que alimentan día a día, hora a hora, segundo a segundo esto que hace una centuria nos habita como una estela inagotable pintada de amarillo y negro.
Uno aprende a ser Tigre en el vertiginoso tumulto que hace más de 100 años se teje
en el entorno de la cancha. Uno aprende a ser Tigre en la salvaje selva de la euforia atigrada. Uno aprende a ser Tigre en la sombra y en la gloria, con un pie asentado en un episodio de derrota y con el otro hundido en el orgullo tenaz de la garra. Y es desde las tribunas que se configura en cancha el inconfundible estilo de lo que somos. Un conglomerado enorme de luchadoras y luchadores que sin temor al tropiezo y a la derrota hacen de su inquebrantable fuerza un lenguaje. Una forma de expresar en amarillo y negro el fútbol y, sobre todo, la compleja poesía que se enreda en la vida.
Uno aprende a ser Tigre, en la multiplicidad de historias que abuelas y abuelos transmiten de oreja a oreja, de corazón a corazón. En los gestos de cada uno de los beneméritos que atados a su radio todavía escuchan los ecos de la Cañada Strongest. En las narraciones que cada quien esboza sobre su versión de lo que es el ser atigrado. En los mitos que nos refugian y nos cubren de una identidad luchadora. En el dolor de las marcas de derrotas dibujadas en nuestro estoico lomo aurinegro. En los infinitos goles gritados que fragmentan los corazones y las gargantas. En el notorio contraste que se produce frente al Celeste y Blanco Académico.
Uno aprende a ser Tigre en el misterio que se refugia detrás de cada uno de nuestros goles. En la Euforia fraterna compartida. En el cariño que cada quien le distribuye al The Strongest, al más fuerte. En la autoestima visceral que nos nace después de haber caído y tropezado. Sí, porque el The Strongest no instaura una historia que hegemonice la gloria, es también y, ante todo, una sinuosa historia compuesta por historias de derrotas, de triunfos que siempre ceden al matiz, al pero.
El hincha del Tigre tiene un destino demasiado empinado. Tal cual Sísifo carga el peso de la camiseta, en ella inscribe las marcas de su pasión, su fascinación, su im/paciencia, su fidelidad, su furia, su inocencia, su intolerancia, su autoritarismo, su absolutismo, entre otras marcas que lo distinguen a leguas como Atigrado. Y cada domingo desde muy temprano prepara su espalda para afrontar la cuesta, para afrontar las magulladuras del peso de cargar las durezas de la Euforia Stronguista. Ya en cancha Sísifo-Tigre se asoma a la cima de la cumbre. En ella, libre del peso, se entrega a la tensa levedad del juego, y en esta corta instancia o disfruta su llegada con un triunfo o sufre los avatares de la derrota; sin embargo, sea cual fuere el resultado todo concluye cuando inevitablemente Sísifo -Tigre, terminado ya el partido o la gesta, se avienta desde la cima, se arroja a la trampa de su agonía. Todo para recomenzar la faena, el próximo domingo. Ser Tigre es una forma extrema de aprender a sudar caudales tal cual como se suda en la cancha bajo el mando de la pesada e histórica polera aurinegra.
Los Tigres somos un laberinto inacabable de historias, épicas, ficciones, debacles, resurrecciones, calvarios y lágrimas. Nuestra gloria se construye sobre el escombro de cada derrota. Personajes de toda laya conforman esta nuestra familia que sabe mucho de sudor y goles, de las glorias del cielo y del calor devastador del infierno. Por eso somos amarillo y negro. Vivimos del contraste, y en el contraste. En un solo toque somos oro, carbón y fuerza, los tres lados de la inexplicable moneda atigrada.
Los 100 años no es una suma caprichosa del tiempo, por el contrario es un ámbito donde confluyen una multiplicidad de líneas, de referentes, de emociones, de detalles, de datos, de anécdotas, de revanchas, de misterios y de derrotas. No es fácil abrir la memoria atigrada sin caer en el vacío que ofrece la melancolía, sin desvanecerse en el júbilo que despierta esta sensación de llevar en la sangre los huracanados vientos andinos del aurinegro.
Son 100 intensivos años de enseñanza permanente al corazón aurinegro que se alimenta diariamente en la locura asfixiante de una pasión indescriptible, estoica, que rueda sobre el impredecible destino esférico de un balón. No es fácil ser Stronguista sin palpar la sal de la lágrima. Es que ser Tigre es encarar al mundo bajo una identidad móvil y en permanente construcción. Una identidad compuesta por diversas piezas dispersas en una centuria que se cohesionan en el amarillo y negro, en la sempiterna médula del GRAN Chupa Riveros. Se trata de una identidad intercalada entre la fuerza, la frontalidad, la batalla y la mixtura de versiones heroicas y antiheroicas que sólo ofrece el coraje de un Tigre Derribador. Un Tigre que se alimenta del cerco que impone su memoria pero que, al mismo tiempo, lo transgrede y lo resignifica.
Hoy cumplimos 100 años de compromiso incondicional con esta euforia. Hoy festejamos al Oro de los Tigres. A José López Villamil, que fundó no sólo un club de fútbol, sino una máquina lúdica para abordar la inmensidad del mundo. A los primeros hinchas, una turba híbrida de doctorcitos, mineros e indígenas que iracundos golpeaban piedras para dar fuerza al equipo. A la Chainita, ave que ofrendó sus colores a la trascendencia gualdinegra. A la Vicuña, que en su aventura le enseñó a correr al Tigre. A los héroes del Chaco que eligieron bautizar al fortín como Cañada Strongest con el fin de armar un cerco al absurdo de la guerra. Al infinito duelo por las insustituibles ausencias atigradas desaparecidas en el desastre de Viloco. Hoy festejamos al Oro de los Tigres. A la fidelidad y sabiduría de Lucho Galarza, a la fiereza impagable del Tano Fontana, al dulce juego del GRAN Chocolatín Castillo, al arácnido fútbol de Sergio Oscar Luna, a la fortaleza inquebrantable de Luis Héctor Cristaldo, a la displicencia añorada de Sandro Coelho, a la fuerza de Titán de Óscar Sánchez. El Oro de los Tigres, también, para aquellos que por caprichos del tiempo no vi: el Zorro Bastida, Jorge Latini, Max Ramírez, Osvaldo Potente, Eduardo Ángulo. Pero, El Oro de los Tigres, sobre todo, en estos 100 años de Euforia es para todos los hinchas del ayer y de hoy, que alimentan día a día, hora a hora, segundo a segundo esto que hace una centuria nos habita como una estela inagotable pintada de amarillo y negro.
Arte Digital: Aldo Mercado
20 comentarios:
Desde España, Christian, Feliz por este día, el Tigre es puro Oro. Un abrazo.
José Luis
Hermano atigrado...ser Tigre es saber Amar...porque sólo así se explica esta locura por unos colores que no sólo contrastan entre si, sino que reflejan el delirio de saber que aún despues de cada derrota...esa pasión sigue latente, y cada día mas fuerte.
Soy de la vereda de enfrente, pero me añado a esta fiesta. !Felicidades Tigres!
que lindo este día, que emoción, tienes razón uno aprende a ser del The Strongest gracias a los abuelos, es mucha historia. Es mucho cariño.
Desde mis 6 años que desde el Alto bajo con mi papá y mi hermana a ver a jugar al Tigre. Ya son 18 años de esta historia.
¡Qué viva el Tigre!
Pedro Quispe Yujra
Excelente blog. Somos un programa de Radio Marca de España sobre fútbol latinoamericano, que tiene su extensión en un blog. Te agregaré a nuestros enlaces.
Un abrazo desde Barcelona.
Agradezco a todos por las visitas y los comentarios.
De todo CORAZÓN:
¡Qué viva EL TIGRE!
Christian, es una verguenza que tengamos que pagar 20, 30, 50 bolivianos para festejar a nuestro The Strongest. El Strongest está en las peores manos. Ayer nos merecíamos otra fiesta y no ese robo propiciado por la mafia que se adueñó de nuestros colores, me refiero a Pacheco, Arnéz, Montalvo.
Muy lindo, El Oro de los Tigres. Emocionante.
Iván Jiménez
Completamente de acuerdo Iván, fue una sorpresa tu visita al Blo. Gracias por el comentario.
Ver las tribunas tan vacías me partió mi corazón celeste. No quiero entrar a los insultos, pero si no se ponen las pilas los stronguistas (dirigentes, hinchas), tengan cuidado que La Paz Fútbol Club puede que se quede con varios de sus hinchas.
Agradezco los comentarios, pero los anónimos son una trampa, desde ahora, La Palabra Esférica no publicará comentarios anónimos. Dejen sus nombres, pues.
Christian grandiosa esta publicacion realmente la mejor de todas tus entradas en tu blog a mi punto de vista y dejandome llevar ñpor la nostalgia aurinegra...y al anonimo celeste tranquilo compañero que La Paz fC ya se llevo la mitad de la aficion de tu equipo que solo llena stadiums cuando gana en cambio, Nosotros asi como explica Christian hemos hecho del sufrir caer y levantarse como tigres una tradición y por basuras dirigenciales no dejaremos Nunca de querer al gran Tigre ,
ahh y Hubo 20 mil personas por decisiones estupidas que en momentos de crisis creemos que jugamos con la Juventus.....
saludos
Gracias Hugo, por el comentario...
¡Qué viva el TIGRE!
Ser Tigre es un sentimiento, una pasión, un sueño, una razón... algo dificil de explicar, e imposible de entender. Basta con decir que por nuestras venas circula sangre amarilla y negra, y que la casaca atigrada es nuestra propia piel.
Que algunos boliviaristas se vuelvan hinchas de La Paz FC, lo entiendo perfectamente, además de recomendárselo... pero un HINCHA de The Strongest, simplemente JAMÁS !!!
Excelente artículo sobre el centenario del The Strongest , quiero pedir disculpas por la erronea información que te di respecto al equipo que llevaba Alianza Lima a Bolivia. La prensa peruana en un primer momento informo que irÍa con suplentes, es por ello que hice tal comentario en mi blog.
Un abrazo y felicidades a los tigres por su centenario.
Saludos desde Perú
Chachi
www.solofutbolperuano.blogspot.com
nuestra historia se escribe en ORO y NEGRO ..... que eso quede muy claro.
finalmente se salieron con la suya .... ya salieron en la FOTITO DEL CENTENARIO ... y de paso su regalo mayor fue 3 puntos menos. 3 puntos menos por incapacidad traducida en arrogancia e ineptitud propia de una de las mas nefastas dirigencias de los ultimos tiempos.
ya salieron en la foto, ya tenemos deudas frondosas, ya metieron mano en el complejo, ya malograron el festejo .... ¿ya no saben mas que hacer? ..... si mepermiten sugerrirles algo simplemente VAYANSE!!! ....
¿alguien podra cobrales lo que nos deben? .... no lo creo, peroooooo todo en esta vida se paga, y se paga el doble.
bueno ..... y en fin .....
100 son 100 .... y a algunos aun les falta muuuucho ..... ¿llegaran a verlos? ....
saludos totales
WAYNUCHO ....
simplemente gracias tigre por dejarm,e haber sido parte del evento mas grande de mi vida.
Gracias Christian también por el articulo. Definitivamente creo que le diste en el calvo empesando el post citando a Borges ya que estos cien años que cumplimos se incorporan perfectamente el el pensamiento de Jorge Luis la unica forma de ser El inmortal es dejar una huella inborrable en la historia, y definitivamente se logro.
Una ves mas gracias a todos los que hicieron y siguen haciendo de The Strongest la razon de nuestro exisitir.
Un gusto haber descubierto tu blog, nos interesa que escribas semanalmente una columna sobre fútbol latinoamericano, a tu estilo. Nosotros nos encargaremos de postearlo.
Víctor Sánchez Ruoscaielo
Cataluña.
Con todo gusto Víctor, coordinamos los tiempos y el espacio para redactar el blog.
Nuestro festejo Atigrados recién se inicia, así que no nos dejemos manchar por esta fiestita trivial que se inventó la Dirigencia. Felicidades al Ciruja, al René por la fiesta que le han hecho al Tigre.
Gracias José Luis por escribir desde España y por amar al Tigre.
Héroe de Leyenda tienes toda la razón ser Tigre es saber amar.
Andrés, agradezco tu decoro celeste por sumarte a estos 1100 años de Euforia.
Carola el Tigre es puro cariño e historia.
Pedro nos tienes que escribir un cuento para un futuro librito. Espero que respondas mis mails.
Latitud fútbol, gracias por sumarse al blog desde Barcelona.
Iván comparto tu opinión, me sorprendió tu visita.
Hugo Richard nos tenemos que festejar...
Pedro Pablo Rotundo el Tigre es una forma poética de encarar el mundo. Gracias por el comentario.
Chachi gracias por las aclaraciones, y sobre todo, por sumarte a esta fiesta.
Waynucho mucha lucidez y garra.
Ciruja el guiño inteligente que planteas con El Inmortal es más que pertinente. Los HInchas del Tigre, somos un pedacito del Chupa ese Inmortal...
Gracias a todos por comentar y a su modo festejar estos milagrosos 100 años.
Un abrazo a todos.
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