jueves, 17 de abril de 2008

La medida del éxito


Este blog se ha involucrado demasiado con la coyuntura del siempre triste fútbol boliviano. A modo de perseguir una línea de fuga les recomiendo leer este inteligente texto, sobre uno de los técnicos más poéticos y vanguardistas, Arsène Wenger.






El Arsenal y el Liverpool nos deleitaron con el mejor partido del año. Ambos equipos merecen aplausos, pero sería injusto colocarlos en un mismo escalón de virtudes. Es difícil pensar que el Liverpool habría ofrecido este espectáculo de no existir el Arsenal y no así a la inversa. El Arsenal lleva el espectáculo consigo.

Arsène Wenger, guía del club desde 1996, es el entrenador más laureado de su historia. Antes se había dedicado a otras cosas, entre ellas a la consecución de una licenciatura en ingeniería, así como un master en economía.

El martes pasado, la cámara enfocó su gesto de incredulidad cuando Torres marcó el segundo gol del Liverpool después de una jugada con confeccion de Big Mac, echando por tierra toda la elaboración de gourmet de su equipo. Ese gol y ese gesto sintetizan la batalla. La batalla de quien aspira a mucho más que la victoria, de quien asume un contrato de fe con la creatividad, con la imaginación, de quien apuesta sin especular y pierde de la forma más dolorosa: con la estocada traidora de aquellos argumentos que se niega a utilizar. Pero es sólo una batalla lo que pierde.

Triunfo del Liverpool y fracaso del Arsenal. Este maniqueísmo futbolístico que concede el éxito al que hizo un gol más en el último partido, esta vara dual, simplista, sigue siendo una de las causas principales de inestabilidad en muchísimos clubes. Esta inestabilidad es causa y consecuencia a la vez del peor de los pecados: la falta de identidad.El Arsenal sabe quién es, sabe lo que quiere y actúa en consecuencia. Tiene un modelo de gestión que abarca todos los aspectos, desde el deportivo al económico, siempre respetando un camino o, más bien, construyendo un camino. Wenger y el Arsenal han asumido una responsabilidad estética que a la larga no es más que un pacto de respeto a la esencia misma del juego, adquiriendo un compromiso casi anacrónico con la belleza, como el de los artesanos que hicieron los mosaicos de la basílica de San Marcos, en Venecia, sacrificando el hoy en pos de la perdurabilidad.

El éxito del Arsenal radica entonces en ser un club con identidad. Su mérito no es sólo adherir a determinada idea, sino mantenerse fiel a ella sabiendo que es un camino mucho más largo, que acarrea una inestimable cantidad de esfuerzo y tiempo, ya sea en conseguir los jugadores mas idóneos para comulgar con esa idea que para transmitir todos los argumentos que le permitan plasmarla de forma competitiva. El éxito del Arsenal es el de llevar tantos años jugando bien al fútbol en esta vorágine de resultados inmediatos, de victorias instantáneas. El éxito del Arsenal, en definitiva, es que todos esperemos sus partidos y el de Wenger es que todos querríamos jugar en su equipo.


Santiago Solari, en El País de España.

3 comentarios:

Alvaro G. Loayza dijo...

Chris, lindo texto a cerca de un equipo y de su hacedor intelectual, un técnico, un señor del fútbol, un orfebre que de entre sus manos salen joyas como Fabregas y otrora un Bergkamp pletórico, que tenía la "enferma" costumbre de jamás hacer un gol, sino puros golazos. El partido al que refiere el texto y la cara descontenta de Wenger, no tardo en recomponerse, y eso lo obvia el artículo, con la mejor jugada de lo que va de temporada, la electrizante corrida de Walcott que culminó con un eufórico grito de Adebayor que no pudo evitar señalar al pequeño y heroico duendecillo. Lástima que el Liverpool prevaleciera por un penal dudoso, pero es que en Anfield Road también se cuecen cosas que tienen mucho que ver con el ancestro del fútbol.
Saludos y abrazos Chris y nos estamos leyendo!!!

Varios dijo...

Me alegra tu vista al blog... El complemento que ofreces es fundamental. Leí tu sustancioso texto sobre los saberes futboleros de Scholes y el contraste frente al exuberante Ronaldo, texto que te ayuda a ver con más fineza el fútbol.

Por fin ganó el Bolívar, eh!...

Un abrazo, este blog exige más tu presencia y sobre todo tus pertinentes comentarios.

Unknown dijo...

Soy bolivarista, no niego mis prejuicios y mis discrepancias con esta actual dirigencia bolivartista. Sin embargo, reconozco y admiro que los Loayza, a diferencia de muchos otros dirigentruchos son una familia que siente, piensa y sabe de fútbol. Nada más.

Andrés Martínez
ojoporojoster@gmail.com