martes, 7 de agosto de 2007

Máquina futbolera y marañas políticas...

Hoy domingo los futbolistas profesionales agremiados iban a paralizar la máquina futbolera. Motivos: el primero, en el torneo de cierre programado seis de los doce clubes de la élite del fútbol boliviano se iban a quedar sin trabajo el último trimestre del año; el segundo, ejercer protesta frente a la incapacidad dirigencial en el trazado de campeonatos competitivos e incluyentes de los equipos más “chicos”; el tercero, asignar a los jugadores un seguro para combatir las incertidumbres que envuelven al juego. Sin embargo, rápidamente llegaron las soluciones parciales que aligeraron las demandas y nublaron los intereses de los futbolistas agremiados. Por ahora, todo está sumergido en el suspenso del “veremos”.

No quiero entrar a hilar fino para escarbar en la dimensión política del asunto. Está a la vista que la acción de Melgar (actual Viceministro de Deportes) y Paniagua tuvo evidentes tintes de política. ¿Buscando qué? Preguntará el lector, yo también me lo pregunto, y sospecho y especulo que, desde una mirada simplista y pragmática, parece que todo apunta a la búsqueda sistemática de enormes sombras de parte del viceministro que oculten la vergonzosa participación de Bolivia en los juegos Panamericanos. Aunque en descargo del Viceministro habrá que precisar que de parte de la Liga la ligereza en la ingeniería del campeonato alienta a la sospecha y al asombro: no es posible que el ente articulador de nuestro fútbol profesional fracture la economía de los jugadores. Y con una impresionante irresponsabilidad que orilla en el cinismo defiendan la execrable estructura del campeonato de cierre.

Pese a este intrincado conflicto y a sus falsas soluciones, reconozco que los Futbolistas Agremiados están empezando a sistematizar y aglomerar interesantes demandas que de a poco erosionan a los enormes vacíos de nuestro desestructurado fútbol, falsamente llamado: profesional. Y este punto puede ser fundamental para despertar hacia una nueva forma de gerenciar y estructurar un fútbol boliviano distinto; un fútbol pensado, democratizado y articulado no sólo a la industria competitiva del fútbol, sino sobre todo: a los saberes que despliega. Este punto es el fundamental, el aspecto educativo del fútbol y es por ahí donde se debe comenzar a construir una nueva forma de estructurar y de imaginar el deporte. En el hilo de esta propuesta es importante darle la vuelta a los objetivos exitistas que asfixian a nuestro deporte en un reducto de mediocridades. Empecemos por construir una nueva forma de pensar y de hacer deporte, aprehendamos los saberes que bullen en él. Democraticemos estos saberes. Y luego de dar ese paso recién saltemos a la utopía de la alta competencia. Es fundamental para ello que el deporte desde sus saberes democráticos nos reeduquen y con ellos ingresemos con más vigor a la cancha de los planteamientos, allí donde se debe redibujar y dar soporte a la estructura del deporte y del fútbol boliviano. Trabajar en “categorías inferiores” es una decisión insuficiente. Es fundamental, entonces, cambiar la matriz educativa, erradicar sus vicios y en ella insertar los vastos saberes del deporte. De lo contrario, los proyectos mentirosos, demagógicos, subordinados a la dictadura del corto plazo y del resultado seguirán trazando la senda del fracaso.

Así que el otro bando en pugna comandado por la dupla Chávez-Méndez antes de salir con espada en mano a enfrentarse a los agremiados tienen, con excesiva urgencia, que empezar a sanar las fisuras abiertas por FABOL. Porque, y eso lo sabemos todos, el fútbol boliviano no soportará ni un soplido más, está al borde del derrumbe. Sí, aunque los medios, sobre todo algunos deportivos de televisión, se empecinen a demostrarnos lo contrario. Y si este pesimismo procede la máquina futbolera habrá cumplido su ciclo de vida y en la urgencia habrá que volver a construir pieza a pieza una otra máquina lejos de los vicios actuales.

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