En la terraza de la vieja casa
el abuelo seca sus huesos al sol.
La radio
relatando un partido de fútbol
da cuenta de las palabras
que lo vieron crecer.
Benjamin Chávez, Pequeña librería de viejo.
Parqueaba su taxi en el justo borde de la vereda de la Estación Central. Un viejo Honda plomo, de antiguo aire deportivo. Un banderín descolorido del Bolívar colgado en el espejo retrovisor decoraba el parabrisas que presentaba ya una fisura considerable. Me acerco al Maestro y le pregunto si me puede "dar" una entrevista. “Claro”, me dice. Sorprendido, se ríe. Aunque con algo de timidez y nerviosismo cierra la puerta de su taxi, presumo que se encuentra algo aturdido por el abordaje. Para ser más apacible la entrevista le invito a comer un sándwich de pollo, cerca de la estación (lugar donde frecuenta acompañado de sus colegas). En el camino hacia el snack reconozco en la silueta de su sombra su pausada caminata que proyecta los pasos de un crack selecto. Nos sentamos alrededor de una mesa. Las moscas abundan. Y el sol espía detrás de la puerta, intenta iluminar las fauces grises del boliche. El Maestro observa su antiguo reloj de manijas doradas y me dice: "más o menos dentro de una media hora llegará el tren así que nos apuremos porque seguro habrán pasajeritos". La mesera levanta el mantel de plástico. Trae un mantel de tela descolorido. Enciendo la grabadora. Me fijo: el Maestro juega con un mordadientes. Le da vueltas, se pincha los dedos. El mordadientes parece un hombrecito, filitriqui. Pido los sándwiches y lanzó la primera pregunta. En el boliche hay un viejo afiche de los setentas en la que se muestra a un León que tiene la polera del Bolívar y un Tigre que, obviamente, lleva la polera del gran Tigre. Ambos se dan la mano y se intercambian banderines. En la escena se encuentra la figura de un árbitro con peinado de Castrili.
Periodista: Maestro, qué fue para usted el fútbol...
[El Maestro pestañea rápidamente, responde lento... En la esquina de la mesa y del mantel se encuentran desparramados y dispersos unos cubitos de azúcar].
Maestro Ugarte: Una vida ha sido para mí, ¿no?. [Dice el Maestro y se fija en sus manos que parecen concentrar los códigos de su genio]. De niño en Tupiza sólo en la pelota pensábamos, igual de jovencitos, incluso en el cuartel. Nadie quería comer esa comida, sólo ir a jugar entre sarnas deseábamos. Y eso es lo lindo jugar horas hasta que la pelota se pierde en la oscuridad. Incluso ahora cuando me traen una pelota, ya estoy jugando. Aunque el cuerpo es ingrato, ¿no? [El maestro mira hacia la puerta, sonríe y con su dedo índice recoge los cubitos de azúcar]. Mi hermano menor, por ejemplo, era arquero y nos gritaba: “¡No puedo ver!”, “¡No puedo ver!”, decía. Porque jugábamos hasta la noche, noche. Y nosotros no le hacíamos caso a la oscuridad. Un día, pero, mi hermano puso piedras en el blader de la pelota. Así nadie le perdía el rastro y podíamos jugar hasta la noche. [Se oyen unas risas tímidas que despierta el Maestro].
Periodista: Alguna vez se vio jugar fútbol por TV.
Maestro: Sí, luego del 63 eso es lo que más he visto. Me miraba y no me reconocía. Además que no se veía todo lo que habíamos jugado. Mis hijas ahora recién guardan fotos y artículos de periódicos. De la Tele no tenemos nada todavía. Pero a mí no me gusta ver el fútbol en la tele, me gusta oír en la radio. En Tupiza sólo radio escuchábamos, a la tele no me acostumbro. [De pronto el mordadientes se parte en dos, y se limpia los cubitos de azúcar que ya se han diluido en su mano. Ahora, el Maestro juega a pincharse los dedos].
Periodista: ¿Qué opina del fútbol actual?
Maestro: Hay harto talento [dice, y le viene una tos]. Más comodidades hay, más plata también [sigue tosiendo, afuera del boliche se escucha el son de una cumbia].
Periodista: ¿Cómo vio a la selección?
Maestro: Una pena, ¿no? [Y me mira momentáneamente a los ojos]. Porque uno siempre quisiera que su selección gane y sea fuerte.
Periodista: ¿Qué hizo con la Moto que le obsequiaron luego de haber sido el mejor jugador de la Copa América del 93?
Maestro: [Entre risas breves, responde moviendo la cabeza]. La vendí pues. En esas épocas otra cosa era el fútbol. Casi nadie vivía de él. Ya desde el 65, 67, por esos años ya te pagaban, a veces por partido, luego por temporada. Pero esos años era poco, pues. Igual en el Bolívar. Aunque me pagaban más. He jugado también en el equipo de los Ferroviarios y el juego era duro. Ahí no me pagaban, pero jugaba igual. En la Argentina ganaba más. Pero la plata se devalúa con los años, lo que antes eran millones ahora son pesos, nomás. Monedas se vuelve la plata. [Nos traen dos vasos con papaya salvieti. El maestro acomoda los vasos].
Periodista: ¿Qué función, qué responsabilidad le atribuían en la cancha?
Maestro: De todo pues. Pero en el centro jugaba más. Con la pelota en el piso me gustaba jugar. Siempre en el centro organizando, pasando. Es lindo ver el fútbol dentro de la cancha. En la Argentina me he dado cuenta de cómo es que hay que pararse en la cancha para ser más útil. [Con sus manos dibuja una mueca de un jugador, es la mesa la que funciona como cancha].
Periodista: ¿A qué jugadores siguió? Es decir, hay alguna “estrella” de fútbol que le impactó.
Maestro: Vi en el mundial del 70 a Pelé. Jugué frente a él con el Bolívar. Después, son pues hartos. [Mueve sus manos, pero parece que no quiere responder].
Periodista: ¿Actualmente va al fútbol?
Maestro: No pues porque a veces es difícil, ¿no? Uno tiene ya obligaciones. Aunque a veces mi invitan también. Voy me gusta ir a la recta. Es lindo. Con la familia. [Toma un sorbo del refresco y mira a su reloj].
Periodista: Festejó la Clasificación de Bolivia al Mundial del 94.
Maestro: Sí, emocionante. Eso es lindo, ¿no? Hemos festejado, también. Con la familia sobre todo. Hay grandes jugadores. Se ha visto, ¿no? [El brazo izquierdo del maestro tiene un tatuaje que recuerda el número del antiguo conscripto del Escuadrón de Caballería].
Periodista: ¿Nunca le interesó dirigir un equipo de fútbol?
Maestro: Sí. Pero hay que tener mucha paciencia. Los chicos de ahora ya no escuchan a nadie. Hay chicos habilidosos, pero no sé si tengo esa paciencia de formar a gente, de ordenarles. A mi gusta jugar, no verlos jugar. No me gusta gritar. Me han propuesto en el Bolívar que me haga cargo de las inferiores, pero al final no se dio. [Toma otro sorbo de refresco].
Periodista: ¿Qué extraña del fútbol?
Maestro: A los amigos, ¿no? Muchos en Tupiza ya se han muerto. A otros ya no los veo. Pero el fútbol es bonito porque le deja a uno muchos amigos. [La mesera nos trae los sándwiches. El Maestro sabe que no le dará el tiempo para comerlo. Le digo a la mesera que lo guarde en una bolsita. El maestro sonríe y vuelve a mirar su reloj]. El fútbol es bonito porque ahí están los mejores recuerdos, ¿no?
Periodista: Maestro usted debe tener muchas anécdotas.
Maestro: Ah, sí.
Periodista: compártame una. [El Maestro toma su refresquito].
Maestro: Una vez, cuando era chico todavía. Nos invitaron a jugar a Cotagaita, un pueblito cerca de Tupiza. Pero yo no tenía zapatos. Y los que tenía mi mamá los cuidaba. Y en Tupiza jugábamos pata-pila, pero en Cotagoita nos dijeron que íbamos a jugar contra un equipo minero. Así que teníamos que ir preparados. Pero no tenía zapatos. Un amigo, le robó a su papá unos zapatos grandes, con suela de goma. Grandes, pues. [Con sus manos muestra el tamaño del zapato]. Y con los zapatos en la mano nos fuimos a Cotagaita. Ya cuando me tenía que poner los zapatos, mis pies bailaban, ampollas y todo un dolor me venía. Empieza el partido, y pucha me incomodaban, me molestaban feo, bien duros eran. Y ya estábamos perdiendo dos cero, creo, o más era, no me acuerdo. Y mi amigo, el chapi Zurduy, me grita que me quite los zapatos. A mí me daba vergüenza, pues. Pero me los quité. Y ahí nomás ganamos 5 a 2. Después íbamos al río a mojarnos los pies. Ucha y mis pies pura sangre eran. [Dice el Maestro mientras mueve la cabeza y sonríe]. En Tupiza había grandes jugadores, pero otras eran las necesidades.
Periodista: ¿Cómo llega a La Paz?
Maestro: Porque varios equipos de La Paz iban a jugar al sur. En tren iban. Jugaban en Villazón, en Tupiza, a veces se pasaban a la Argentina. Yo jugaba, siempre he jugado en el Huracán de Tupiza. Iba el Stronguer, también el Mariscal Braun, Always, Litoral, el Bolívar. Y de ahí el técnico del Bolívar me invitó a jugar [para el Bolívar acota el Maestro]. Y me vine a La Paz. En las tarde me iba a entrar, unos días a la semana, y luego trabajaba vendiendo baterías de auto en San Pedro. Porque el fútbol nunca daba para comer. [El Maestro mira su reloj, no quiero ponerle nervioso].
Periodista: Quisiera cerrar esta conversación preguntándole nuevamente: ¿Qué es para usted el fútbol?
Maestro: Mire, a mi el fútbol me trae lindos recuerdos. Una emoción grande siento cuando me acuerdo de las horas en las que nos perdíamos con mis amigos. Lejos nos íbamos a jugar así nuestras familias no nos molestaban, porque no nos veían. Cuando había fiestas nosotros meta a la pelota. Y nos quedábamos horas de horas. En la lluvia o en el sol. También viajé mucho jugando fútbol. Eso es lindo, ¿no? El campeonato de la Copa América, fue lindo también. Hartos recuerdos hay...
Periodista: Muchas gracias Maestro.
El Maestro se levanta de la mesa, le traen su sándwich. Le acompaño nuevamente a la puerta de la Estación y en ese instante vemos que el tren ya llega. El Maestro apura el paso y aprovecho para preguntarle.
Periodista: Y qué tal el trabajo.
Maestro: Mucha competencia hay. Además que el tren ya no bajará hasta La Paz, sino en el Alto nomás se va quedar. Dicen también que se va a quedar en Oruro. Eso perjudica. Porque nosotros no tenemos entrada a la terminal.
Periodista: ¿Este es su autito?
Maestro: Con mi nuero hemos comprado.
[El Maestro se desliza rápido amagando las piedras y los autos. Me pregunta: “esto, ¿dónde va a salir?”. Y yo le digo que en una revista y que cuando la tenga se la daré. Ya, me dice. Nos despedimos. Me aprieta la mano. Le digo: Gracias Maestro. Me responde: aquí estamos joven, venga nomás, nuevamente sonríe y va rumbo a su taxi...].
Esta entrevista es configurada con diversas fuentes: El archivo de Deporte Total, Deportivo Hoy, Deportivo el Diario. Hay más entrevistas...
4 comentarios:
Es verdad lo que escribió el Cachín, Ugarte es un "Grande" (como dicen los argentinos), pero no hay un archivo en imágenes que potenten el mito. Lindo texto Vera. Esperaré las otras entrevistas.
Andrés.
Christian
lindo tu blog, lei la entrevistaa. Publicala
Pedro Quispe
Espero tu respuesta.
Andrés, Pedro:
Gracias por los comentarios. Ugarte es un mito sin archivo y esa es una tragedia evidente. Lo efímero del fútbol es tan letal que si no hay una cámara los detalles de la magia se evaporan.
Pedro, gracias por cumplir tu palabra.
Hola, escribo desde La Pampa, Argentina. Estoy buscando información del Club Huracán de Tupiza... quisiera ponerme en contacto con alguien que tenga datos. mi correo es huracandeguatrache@hotmail.com
saludos
Publicar un comentario