En esta tarea debo agradecer la asombrosa lucidez poética de los textos futboleros de Daesu, la admirable pluma de Walter Vargas, la creatividad asociativa de Hugo Asch, el talento para explorar las otras dimensiones del fútbol de Ariel Ascher, el rigor en desnudar de Ezequiel Fernández Mooreses a esa maraña de intereses que entrampan al fútbol, la biblioteca futbolera siempre a disposición de Mario Murillo, las visitas constantes al blog de ese extraño sociólogo bolivarista Andrés Martínez, la permanente compañía en asistir al rito de ir a la cancha y de odiar a Boca con toda la pasión de mi sobrino Ivo. También debo agradecer el trabajo que diariamente encaran todos los enemigos de La Palabra Esférica que por suerte son varios, de escaso talento. Enemigos que redactan insultos sin ninguna capacidad argumentativa, por tanto se reducen a profundizar en el insulto, en el agravio. Por supuesto que ustedes seguidores del blog (no sé si es que existen) no leen estos mensajes. Esto por un motivo fundamental: el blog tergiversaría su objetivo, transformándose en una enorme masa informe de insultos. Planteados los agradecimientos cierro esta entrada deseando que el fútbol no deje de motivar el continuo laburo que exige un blog que pretende reivindicar otra mirada y otras ideas sobre el fútbol.
Mi identidad es una mezcla inabarcable, una furiosa secuencia de etnias, decires, pensares y devenires, una febril hibridez, una conjetura. Pero un punto de mi Aleph es una pelota de fútbol obstinada en su poder aglutinante. Y como me incomoda la afectada neutralidad, digo: soy, y a veces sobre todo, un futbolero.
viernes, 26 de diciembre de 2008
Apuntes sobre el blog
En esta tarea debo agradecer la asombrosa lucidez poética de los textos futboleros de Daesu, la admirable pluma de Walter Vargas, la creatividad asociativa de Hugo Asch, el talento para explorar las otras dimensiones del fútbol de Ariel Ascher, el rigor en desnudar de Ezequiel Fernández Mooreses a esa maraña de intereses que entrampan al fútbol, la biblioteca futbolera siempre a disposición de Mario Murillo, las visitas constantes al blog de ese extraño sociólogo bolivarista Andrés Martínez, la permanente compañía en asistir al rito de ir a la cancha y de odiar a Boca con toda la pasión de mi sobrino Ivo. También debo agradecer el trabajo que diariamente encaran todos los enemigos de La Palabra Esférica que por suerte son varios, de escaso talento. Enemigos que redactan insultos sin ninguna capacidad argumentativa, por tanto se reducen a profundizar en el insulto, en el agravio. Por supuesto que ustedes seguidores del blog (no sé si es que existen) no leen estos mensajes. Esto por un motivo fundamental: el blog tergiversaría su objetivo, transformándose en una enorme masa informe de insultos. Planteados los agradecimientos cierro esta entrada deseando que el fútbol no deje de motivar el continuo laburo que exige un blog que pretende reivindicar otra mirada y otras ideas sobre el fútbol.
lunes, 22 de diciembre de 2008
Carta de un Tigre Silvestre al presidente electo del club
¿Conoce usted el mito de Sísifo? Sísifo diariamente emprende la tarea de cargar la inmensa roca en el hombro. Parte de cero. El destino de Sísifo le impulsa a emprender, a conquistar la cima. Cuando Sísifo se acerca a ella las distintas circunstancias lo vencen y suelta la roca que cae imponiendo su inmensidad. El destino de Sísifo es volver a emprender la gesta. Nuevamente partiendo de cero. Aquí se concentra la fuerza de su drama.
viernes, 12 de diciembre de 2008
La Paz F.C. 3 – San José 3
Derby
La historia del Deby Español también incluye muchas cosas. La presencia de Francisco Franco y su campo de influencia -aunque algunos historiadores lo nieguen- sirvió para acrecentar los éxitos del Madrid. El asesinato de Sunyol durante la Guerra Cívil (Presidente del Barça en ese entonces), el tráfico de jugadores al margen de la ley, la falta de garantías ofrecida por la policia que resguardaba el partido de vuelta en una -sospechosa- final de Copa, tres goleadas históricas de 5-0 (dos del Barça, una del Madrid), junto al evidente favoritismo arbitral que ha perseguido la historia de los merengues, ha ubicado a éstos del lado de ese sector privilegiado por una sistema que se organizó en las entrañas de un evidente poder militar. Sin embargo, también es cierto que el Real Madrid ha sido superior al resto de la competencia en más de una ocasión. Su necesidad de triunfo es casi marcial y su aplicación parece el diseño de una maquinaria hecha con soberbia, poder monetario y voluntad estratégica.
El Barcelona al que enfrentará el sábado no es el mismo al que dejó en rídiculo la temporada pasada. El orgullo, el pundonor madridista puede que no alcance. Jugadores como Higuain o Robben (lo mejor que tiene los blancos) se enfrentan a una muy flexible línea media que involucra fuerza física, soltura casi dancística y una indudable técnica individual. Los duelos que se avecinan en las distintas zonas del campo parecen favorecer a los catalanes. Henry contra Ramos, Messi contra Salgado, Cannavaro contra Etoo. Apuesto a la onza de un jugador como Messi, que el Barça gana con cierta solvencia. No apuesto nada, eso sí: en el futbol hay fantasmas que se encargan de arrojar al sumidero cualquier estructura.
Daesu
jueves, 11 de diciembre de 2008
El gran Tigre argentino…
Ojalá este domingo Tigre rebase a Banfield y que en el epílogo del fútbol argentino se consagre campeón…
jueves, 4 de diciembre de 2008
¿Por qué es tan difícil la situación atigrada?
- Porque la crisis y la debacle forman parte del ciclo de vida stronguista. En este difícil cuadro la complejidad para transformar la institución –la casa del Tigre– en una estructura sostenible se convierte en una utopía.
- Porque esta improvisada aventura de Jorge Pacheco –de casi 4 años de sistemática inoperancia– no hereda al club más que una deuda de 328.839 dólares. Y nos deja el mal sabor de su gestión que jamás encontró un norte ni en lo deportivo, ni en lo institucional.
- Porque Pacheco lega al Tigre un trocito de su inmenso patrimonio familiar: 5.865.192 millones de bolivianos con el fin de cubrir el orificio de la deuda. Dinero con el que Pacheco busca dejar en su salida un gesto heroico de su gestión y forma parte de su estrategia política para defenderse de la enorme voracidad de sus opositores –inmensa masa, por cierto. Sin embargo, habrá que recordarle a Pacheco que esa es la suma que el Tigre hubiera quintuplicado si es que clasificaba a Copa Libertadores o a la Copa Sudamericana en los cuatro años de su gestión…
- Porque el informe de gestión de Pacheco le hace un amague riguroso y hábil a las deudas impositivas, a los pases de jugadores, sobre todo el de Escobar. Detalle que pronuncia más la agonía aurinegra…
- Porque el estado de la cuestión del Tigre dibuja un contexto que nuevamente incentiva a que el club priorice la llegada de capitales antes que de ideas. Por tanto, la coyuntura exige que aterricen los apellidos de siempre con sus temeresosas billeteras…
- Porque las caras visibles de la hinchada replican las estrategias demagógicas de la dirigencia y no trazan alternativas para salir del foso…
- Porque lastimosamente el destino atigrado tiene en frente a una elite dirigencial mediocre con escasísimo potencial creativo para reconfigurar la institución. También se trata de una dirigencia que no se cansa en mandar señales en los que es fácil palpar que no tendrán recursos suficientes para afrontar la empresa del renacimiento atigrado.
- Porque esta crisis reincidente sumerge cualquier voz alternativa a este coro decadente que transforma la asamblea atigrada en un vulgar escenario para proyectar sus limitaciones. Y me refiero no sólo a Pacheco, sino a los sujetos que operan en la oposición, cómplices de esta debacle…
Foto: Suplemento Acción, La Prensa.
martes, 2 de diciembre de 2008
Messi vs. Ronaldo
Daesu
domingo, 23 de noviembre de 2008
El cerco de nuestros mitos…
Ilustración: Aldo Mercado
lunes, 17 de noviembre de 2008
Apaza, Abdón, Joselito...
Oriente Petrolero 1 – Blooming 2
El fútbol de Joselito Vaca se asemeja al sube y baja. Cuando sube Vaca se transforma en un jugador con atributos admirables ya sea en la distribución perfecta e inteligente de balones, es la herramienta fundamental para que su equipo se adueñe del balón e incluso hace del medio campo el escenario ideal para montar un fútbol invadido de exquisiteces. Cuando baja Vaca se transforma en un ser pusilánime, literalmente se arrastra en la cancha buscando un pretexto para ser sacado de ella cuanto antes. Y el problema es que con Joselito en bajada su equipo, Blooming, se entrega a la vorágine de la derrota y la desmotivación.
En el partido frente a Oriente Joselito fue el fusible determinante para contener la ansiedad de Blooming que iba perdiendo casi 2/3 del partido. Además Joselito Vaca tuvo el temple –que a veces le falta en otros encuentros– para coordinar los principales movimientos en ataque. Hizo del mediocampo un huracán impredecible y con pie de golfista dio un perfecto pase gol y concretó la marca que clasificaría a Blooming a la siguiente instancia. Si Joselito hubiera trabajado alguna clave para que los destellos de su fútbol se equilibren y, sobre todo, sea más sostenible, el Ajax holandés no lo habría despachado tan rápidamente…
martes, 11 de noviembre de 2008
Ni tanto, ni tampoco
lunes, 10 de noviembre de 2008
Etoo: La revancha
sábado, 8 de noviembre de 2008
Adorable Arsenal
Desde un maniqueísmo exasperante, a Arsène Wegner se le reprocha en exceso y en coro su “improductividad”. "Improductividad" desde el miope punto de vista que califica a los oncenos de Wegner de poco pragmáticos y que responden a una ingeniería futbolística enamorada del balón, del toque y no de los resultados. En síntesis una maquinaria que siempre viaja en la competencia alejada de los títulos pero fiel a su tradición de toque y toque. Sin embargo, el trabajo de Wegner es demasiado particular, lejos de la manada es un orfebre del fútbol fino heredero del platónico Brasil del 70 y del Ayax de Cruyff. Además de este estilo, Wegner posee una capacidad enorme para rastrear talentos e incorporarlos en la compleja dinámica del fútbol de la premier y en poco tiempo transformarlos en cracks, los ejemplos abundan. Trajo al Arsenal nada más ni nada menos que a Patrick Viera a los 20 años, más tarde a Nicolas Anelka con apenas 18 años. Rescató a Henry, relegado en la Juventus. Y logró armar una selección del mundo sub-23.
El actual Arsenal respondiendo a esa tradición de jugadores noveles configuró un exquisito equipo que se sostiene sobre el talento de Wegner quien diseña fútbol desde su particular impronta. En el mediocampo el más veterano no supera los 21 años: Abou Diaby (1986); Cesc Fàbregas, Samir Nasri y Alexandre Song (1987); Denilson Pereira (1988); Mark Randall (1989); Aaron Ramsey, Henri Lansbury y Fran Mérida (1990); Francis Coquelin (1991); Jack Wlshere (1992). De este lujoso e imberbe entramado nació el segundo gol de Samir Nasri –versátil volante francés– que devino de un pulido mecanismo que sintetiza el fútbol del Arsenal: toque, mareo, precisión, simpleza, movilidad, poesía y gol… Frente al Manchester U el Arsenal exhibió un capítulo exuberante de su fútbol. Fútbol tejido en los intersticios de una utopía, detalle no menor en una época en la que el pragmatismo lo infecta y lo carcome todo…
viernes, 7 de noviembre de 2008
Cuando el fútbol se piensa
En su libro: La pasión según Valdano, se reúnen dos referentes interesantes en esta manía de articular la palabra al balón. Ascher pregunta y Jorge Valdano responde. Sin duda, cuando uno lee este libro no puede dejar de oír los ecos de ese otro monumento literario futbolero: Fútbol sin trampa, libro tejido por esos dos quijotescos pensadores y actores de la c(M)ancha: César Luis Menotti (que valga decirlo el 5 de noviembre estuvo de cumpleaños) y Angel Cappa (que recientemente volvió a las canchas a dirigir al globo, al Huracán). Pero este esquema de la pregunta y la respuesta en La pasión según Valdano se potencia hasta derivar en un exceso de lucidez, de inteligencia, de agudeza que no disecciona las múltiples dimensiones del fútbol, sino que concreta una tarea mucho más compleja: lo saborea… Saborea su agridulce, su acidez, su picante, en fin… A continuación comparto el prólogo del libro, escrito por Ariel Ascher, que es un atrevido intento para aglomerar las aristas de este lúdico pensador y actor del fútbol moderno: Jorge Valdano.
Jorge Valdano es un narrador de buenas historias que jugó de delantero, un observador fino de la existencia que fue campeón mundial de fútbol y un preciosista obsesivo del lenguaje que una tarde en México le gritó desmesuradamente al universo la palabra “gol”. No se trata de una colección de paradojas: en eso consiste la verdad. Y, por si hace falta, va una prueba. Durante un invierno, en un hotel de Retiro, pleno Buenos Aires, con los ojos clavados en un televisor que mostraba la repetición de un partido del Barcelona, Manuel Vásquez Montalbán, uno de los pensadores y escritores favoritos de Valdano, escuchó cómo un periodista argentino que lo interrogaba justamente sobre el ex – delantero. “¿Valdano?”, repreguntó Vásquez Montalbán, mientras masticaba rabias porque un ataque del Barcelona, su equipo y devoción, terminaba malogrado. “Valdano –siguió sin desenfocar los anteojos de la pantalla–, desde luego que es un tipo muy agradable, que escribe muy bien, que habla fantástico y que reflexiona todavía mejor… Ya lo creo además fue un excelente futbolista”.
Jugador, entrenador, cronista, comentarista y dirigente, Valdano resulta todo eso cuando se redacta su biografía de modo lineal. Lineal y, en algún sentido, mal. Ocurre que, mucho más que propietario de esa suma de oficios, Valdano es alguien que en su infancia provinciana y argentina tiró desde el fútbol un anzuelo hacia la vida y, a partir de entonces, levantó y levanta todo lo que cabe en ella. Primero que nada, el fútbol lo hizo jugar. Y jugar es una oportunidad para volverse gente. Pero no se quedó en eso. A la vez, el mismo fútbol le permitió viajar a las cumbres de la alegría del alama y a los abismos de los dolores del cuerpo, lo transportó a los rincones mayores y menores del planeta y al centro intangible de su geografía de hombre, lo colocó en un vínculo cotidiano con las masas y lo volvió testigo próximo de la soledad de la fama, lo educó en el arte de expresarse con el recurso que fuera: los pies, la cabeza, la voz, la escritura, la protesta, la decisión. Dicho de otro modo, aquel anzuelo lanzado en la niñez le funcionó a Valdano para hacer del fútbol un albergue en el que entra todo: la pasión y la convicción, la destreza y los libros, la ideología y la comunicación, el trabajo y el dinero, la pertenencia y la amistad, la esperanza y la furia, la condición humana y la realidad.
Una historia, una entre muchas, describe el tamaño gigante de la cancha en la que se mueve Valdano. En noviembre de 2001, bajo un sol porteño que anunciaba algunos de los hervores que romperían muy poco después en Argentina, recibió un regalo. Era un libro, un libro un poco viejo y otro poco heroico, un poco maravilloso y otro poco más que maravilloso. Era Literatura de la pelota, publicado en 1971 por Roberto Jorge Santoro, brillante poeta y periodista argentino que desapareció en junio de 1977 en medio de una de las miles de crueldades de la última dictadura militar. Valdano, un tenaz buscador de libros, llevaba años detrás de un ejemplar de Literatura de la pelota, la primera antología de textos sobré fútbol escritos en Argentina, una obra ausente en las librerías y presente en las mejores memorias. Sabía Valdano que en esas páginas estaban condensados los rasgos esenciales de su propia identidad: el fútbol, la literatura y también las marcas culturales del país en el que lo parieron y lo criaron hasta que unos cuantos pelotazos certeros lo llevaron a patear y a residir en España. Sabía también que reivindicar y releer ese libro era un modo dulce y humilde de demostrar que la dictadura secuestró a Santoro y a muchísimas personas no había podido tragarse ni a la historia ni a la belleza. Por eso, cuando atrapó ese libro con las mismas manos con las que alguna vez había alzado la Copa del Mundo, Valdano lo acarició como a un chiquito, le miró conmovido unas cuantas letras nobles y dijo que desde ese momento su biblioteca –una biblioteca de años de lecturas, una biblioteca ancha de libros– dejaba de estar vacía.
Seguro que dentro de esa lógica, unos años antes, cuando era el entrenador del Real Madrid campeón, Valdano escuchó atento –ese sí que es un rasgo de Valdano: escucha atento, como si perderse porciones de un relato le molestara igual que perderse un gol– la historia de un pibito argentino al que le gustaban más las gambetas de Fernando Redondo (número cinco, habilidoso excelso, nombre emblemático de aquellos años del Real Madrid) que casi todas las otras cosas que se podían ver en una cancha. No hicieron falta más datos: a la semana, ese pibito recibía por correo una encomienda despachada en Madrid que envolvía una camiseta del mismísimo Redondo. La encomienda también traía un libro sobre Valdano, Sueños de fútbol, con una dedicatoria dirigida al pibito. “Para (se omite el nombre del destinatario, sólo vale añadir que es ya casi un adulto y que sigue usando cada tanto aquella camiseta), que desde pibe tiene un buen paladar para los sueños”.
Primer breviario de Valdano. Nació en 1955 en Las Parejas, un punto de calmas repetidas que queda en el centro de la provincia de Santa Fe y también en el centro de su vida. Después, mucho fútbol: en Tierrita, una formación de barrio y de esencias en Las Parejas; en Argentino de Las Parejas, toda una referencia en el mapa deportivo y social de la ciudad; en Newell´s Old Boys, en Rosario, donde el fútbol se volvió una determinación, un oficio, una notoriedad y unos cuantos goles que le provocaron una migración laboral a España; en Alavés y Zaragoza, dos camisetas españolas en las que fue madurando su fútbol; en el Real Madrid, que para cualquier individuo del mundo es un club entre los clubes pero para él es una especie de segunda y resonante Tierrita en el que, a lo largo de una trayectoria larga, esmerada y con frecuencia dichosa, fue jugador consagrado, director técnico y director general deportivo. En el medio de todo ese vértigo, un detalle: con la Selección Argentina, a la que llegó en 1975 como un muchacho alto, flaco y asombrado, salió campeón mundial en México, en 1986, donde corrió y jugó bien cerca de Diego Maradona en los siete partidos del torneo mientras aportaba fútbol, tenacidades, paciencias, abrazos e, inclusive, cuatro goles, uno de los cuales fue el segundo de la final que Argentina le ganó a Alemania 3 a 2.
Segundo breviario de Valdano. Es cierto que al fútbol lo jugó y mucho. Pero también lo pensó y lo piensa mucho. Una repetida presencia en los medios de comunicación (como entrevistado, como articulista) y en foros deportivos, sociales, políticos y empresariales refleja que pocos como Valdano percibieron tanto y tan intensamente que el fútbol es, en este tiempo, una excusa inmensa para reflexionar sobre el conjunto de lo que ocurre. Puesto de otra manera, Valdano nunca deja de observar al fútbol por el fútbol mismo, pero a la vez lo explora como una herramienta que vuelve visibles los trazos esenciales de esta edad de la historia. Los jugadores que brillan, los equipos que sean, la poesía que surge de la pelota, las rutinas de millones, la interpretación de todas las sendas hacia donde se reparten los negocios y los negociados que se hacen con el fútbol, la actitud de los diversos poderes frente a los sonidos de la cancha, las señales de la historia y las señales del futuro, la fuerza omnipresente de la industria de la comunicación: todo es en Valdano, se acuerde o no con él, una oportunidad para observar qué pasa con los hombres y qué pasa con la vida.
Advertencia: Valdano no es un individuo que se propone pensar para que los otros coincidan; más bien, su objetivo es pensar para coincidir con él mismo y, si es posible, contribuir a que los demás piensen. Así que quizás no convenga escucharlo o leerlo esperando construir una suma de acuerdos ideológicos, sino aguardando hallar una enorme cantidad de elementos que estimulen a no recibir las cosas como si fueran una lluvia inevitable, sino a tratar de comprenderlas.
Es a partir de esas coordenadas que hay que ubicar el montón de líneas que se entrelazan en las respuestas de Valdano en el largo diálogo que aquí se presenta. Contestó de muchas formas: en algún diálogo telefónico, en una charla en la margen porteña del Río de la Plata, en una rato prolongado en su oficina de la periferia de Madrid, en un cruce de opiniones mientras hacía de chofer de un su interlocutor en la Gran Vía también en Madrid, o como pasajero cautivado por la ruta que ofrece internet. El gran desafío al elegir el contenido consistió en que un tema no expulsara a los restantes. Aparecía tentador intercambiar con Valdano opiniones sobre mil jugadores, pero hubo que elegir unos cuantos menos. O resultaba atrapante registrar muchísimas historias y observaciones sobre Maradona, pero entrar y salir de cada una de ellas hubiera demandado un libro aparte. En realidad, al revisar cada uno de los focos de diálogo elegidos (la política, el poder, la literatura, los medios, el pasado y el futuro), cuesta no encontrar alguno en el que no quedara esa misma sensación: en cada eje había para más, y más, y más. (…).
Una cosa es segura: todas las respuestas guardan su sello. Y no sólo en lo conceptual, sino también en lo formal: Valdano habla con una organización y con un cuidado extraordinarios, habla, para decirlo de otra manera, con puntos, con comas y hasta con dos puntos. Sus comentarios orales parecen escritos, los textos que redacta podrían haber sido dichos. No es casualidad que, con un pocillo de café en su mano, Valdano asuma que en el ranking de los oficios que lo hicieron feliz primero está, sin dudas, su condición de jugador y segundo marcha el arte de explotar las palabras.
Quién sabe si convenga divulgarlo pero, por lo demás, Valdano es una persona con la que da gusto conversar sobre goles perdidos, caminar por las librerías de la calle Corrientes o extender las sobremesas en cualquier ciudad. Acaso eso suceda porque, a pesar de los ecos mundiales de su apellido, es una persona que hace las cosas que son comunes en las buenas personas: se ilumina cuando cuesta cómo crecieron sus hijos o aparece en el teléfono tres minutos antes de la Nochebuena para saludar a la familia de un amigo que está enfermo. No resulta extraño que así sea. Valdano alguna vez avisó que tenía sueños de fútbol. Ahora es un hombre que sueña.
Fiebre en las gradas
Fiebre en las Gradas, el maravilloso libro que Hornby concibió como un homenaje al club de sus amores, terminó siendo un bello manual de supervivencia futbolística, un ideario del hincha acendrado en sus pasiones inamovibles, un prodigioso ensayo sobre los diversos procesos que ha pasado la liga más rica de la actualidad. Fiebre en las Gradas responde, además, a las preguntas anteriores con puntualidad y gracia. Se trata de un libro cuya seriedad radica en la forma serena con que el autor confronta algunos aspectos oscuros del balompié mundial, sin eludir momentos de alentadora simpatía. Es, vaya, la autobiografía futbolera de un narrador desaliñado e inteligente, que desentraña los muchos rostros del balompié a nivel cancha y extracancha.
martes, 4 de noviembre de 2008
Del éxtasis a la agonía…
Félix Berdeja conducía el destino aurorista por las borrascosas rutas temibles del descenso y el celeste con él en la banca exponía en cancha la ausencia de miedo para coquetear con el fracaso y de a poco hacía de la derrota una costumbre. Frente a esta crisis fue el propio grupo de jugadores con Julio Baldivieso a la cabeza que gestionaron su salida del mando (mejor no hablar de las “camarillas”, mejor no hablar de ciertas cosas como dice Luca Prodan el vocalista del clásico grupo argentino Sumo). Sin Félix en el mando Baldivieso en un acto de vanguardia e improvisación futbolera dirigía el equipo en cancha. Esta osadía inverosímil del 10 fue rebasada por su exceso, así que a “Baldi” no le quedó otra que ordenar la motivación, el esquema del equipo desde el convencionalismo: al borde de la línea de cal, lugar desde donde envejecen los directores técnicos. Baldivieso sin programarlo se había transformado en DT. Con el plus de que se trataba del equipo que impulsaba las coordenadas de su corazón futbolero. El mayor acierto de Baldivieso estuvo en que sus objetivos estuvieron a la altura del azar y esa fue la clave de este primer campeonato aurorista (¡Que lo celebro!). Aurora con “Baldi” exorcizó ese destino trágico que le esperaba: el descenso. Desde lo más bajo de la tabla se propuso la utopía de la gloria. Y lo logró, primero desplazó a Oriente Petrolero y, ayer, a Blooming. De a poco, con hilo y aguja en mano, casi de manera artesanal, el antiguo Emperador bajó de su pedestal de 10 y fue cociendo esos vacíos que obligaban al Aurora a perder sin misericordia. Fecha a fecha el celeste cochabambino mostraba una costura entre líneas mucho más fina, siempre bajo la impronta del sudor, del exceso de coraje, del orden y de un arquero irrebatible (ex Boca, Dulcich). Fútbol de revoluciones altas, que exagera en la entrega y que conquista aquellos que entendemos que el fútbol es el último territorio donde habita la épica y la hazaña. Ese fútbol que sólo podía nacer en pies cochabambinos (en combinación de manos y pies argentinos y paraguayos). Eso fue Aurora una suma de todas las versiones de la fuerza y el ñeque. Por eso se siente tanto la fiesta…
¡FELICIDADES AURORISTAS!
Hablando de técnicos nóveles, el “Cholo” Simeone debutó por un asunto de urgencia en Racing, de ahí saltó a Estudiantes (equipo con el que alcanzó su primer título de técnico). A principios del 2008 brotaba un nuevo reto para el ex jugador del Atlético Madrid, el equipo de la banda roja de Nuñez coqueteó con su talento. El Cholo rápidamente saltó a River y con demasiados tropezones de por medio alcanzó el título en junio de este año. Sin embargo, este segundo semestre River se transformó en un incomprensible enigma… Ocupa el lugar más bajo de la tabla.
viernes, 31 de octubre de 2008
¿Por qué Diego?
El nombramiento de Maradona como Director Técnico de la albiceleste nos enfrenta con una serie de elementos a juzgar. Primero, ser Técnico Nacional representa montarse en un escenario extraño al genio de Fiorito. Representa no sólo abocarse al disciplinado rigor de una búsqueda de plazas, aplicarse tácticamente y darle lustre a la inevitable aportación anímica de un hombre que tuvo hambre, y solventó esa hambre con su intachable genio. Equivale a conjurar su efigie de guerrero mediático, y francamente eso no me gustaría. Prefiero ver a Diego apoyando a los suyos con la polera en la mano, en una vertiginosa regresión a los campos fecundo de la infancia liberadora. Segundo, no sé si sea exacto apoyarse en su falta de experiencia para aludir a un potencial fracaso en su gestión. No han sido pocos los entrenadores que han llevado a buen puerto los destinos de una escuadra, sin la manida experiencia que solicitan los medios de comunicación. Ni Bianchi creo que sea la respuesta apropiada a los reclamos. Al Virrey se le auguraba éxito y trascendencia en un Atlético de Madrid armado hasta los dientes, y no pudo rebasar las expectativas. Sucumbió ante las apuesta que lo favorecían de antemano y les restregó a los especialistas un fracaso que, sin embargo, aún le permite vivir cómodamente sin necesidades financieras.
miércoles, 15 de octubre de 2008
Inocencia, ingenuidad e ineficiencia
El primer tiempo Bolivia estableció en cancha los argumentos de un fútbol que sin caer en la perfección, la arrogancia y el asombro demostraba tener los obreros, las herramientas y los insumos suficientes para ganar la gesta. Marcelo Martins quien además de ser un jugador que justifica su costó (14 millones de dólares), visualiza a la perfección los vacíos en esa estrechez que configuran los rivales, así metió el primero gol e intuyó la ruta del segundo. La virtud de Botero estuvo en desordenar y en angustiar a una defensa que siempre opta por la patada, el codazo, el empujón, el insulto y el escupitajo certero. La gasolina del Nacho García y de Walter Flores hizo que el motor del equipo garantice el equilibrio. Equilibrio que se quebró cuando los dos volantes, más Robles no les quedaba ni un miligramo de energía, el motor se detuvo y se inició el aluvión celeste. Sin embargo, de lejos lo más sobresaliente de Bolivia fue la fuerza de Abdón Reyes, su regate insaciable, su acto de fe de creer ciegamente en sus potencialidades hicieron de él un jugador abismalmente interesante, con instinto para domar la banda derecha, la brillantez futbolera del chapaco llegó hasta el punto que Tabárez en la conferencia de prensa no se cansó de mandarle piropos e insinuaciones a su excepcional fútbol.
El segundo tiempo Bolivia entró con la presión de administrar el resultado. Con menos fuerza en las piernas y, sobre todo, con el veneno de los nervios que enredaba la ductilidad de su fútbol (fútbol proclive al error permanente) fue desperdiciando uno tras otro goles y otorgando oportunidades que despertaron el temple mortífero uruguayo. La dupla Ramallo-Sánchez tardaron tanto para darle una vuelta tuerca al partido que cuando quisieron hacerlo los nietos de Obdulio Varela, el gran jefe charrúa, transformaron el juego de túnel que conduce a la nada en una meseta que les permite hacer más legible, aunque todavía de manera lejana y borrosa, los contornos de Sudáfrica.
¿Qué le queda a Bolivia? ¿Seguir transitando por el círculo estructural de las derrotas sempiternas? ¿Ceder una vez más a la demagogia dirigencia que nos condena a esta historia interminable de ser los últimos de siempre? En este enrredo, ¿por dónde empezamos a transformar ese destino de derrota? No lo sé... ¿Lo sabrán los dirigentes, los periodistas, los jugadores, los hinchas, los fanáticos? ¿Lo sabrán los transeúntes de este círculo que nos lleva al mismo lugar de siempre: la decepción?
domingo, 12 de octubre de 2008
Eliminatorias Sudamericanas
Bolivia – Perú, se asemejaba a esos partidos que definen el descenso de los equipos más débiles. Los dos coleros de la tabla, esos que batallan por no ser los últimos, ayer en el Siles se repartieron las cartas…
Argentina 2 – Uruguay 1
A los cinco minutos del primer tiempo Argentina encontró en el gol de Messi el sosiego que en apariencia le iba a permitir construir un partido con la suficiente calma para generar fútbol. Esos mecanismos futbolísticos tejidos por el toque y toque de Messi, Agüero, Riquelme, Tévez en el primer tiempo abundaron. Sin embargo, en frente Uruguay además de argumentos contaba con las herramientas para dañar las profundas dimensiones del ego futbolístico argentino. Y así lo hizo, casi al final del primer capítulo, Uruguay concretaba un gol que abría el baúl de los fantasmas argentinos… El segundo tiempo, los compadritos del Río de la Plata sacaron el cuchillo y a punta de golpes, puntazos, patadones e insultos condujeron al partido al oscuro círculo del infierno; allí donde caen y arden los partidos más agobiantes. Los argentinos con tantos fantasmas en cancha no encontraban ni las soluciones, ni los resquicios para que irrumpa su fútbol. Los uruguayos, batalladores, también descubrieron que las agujas de su brújula futbolística estaban dañadas…
Colombia 0 – Paraguay 1
Colombia todavía no despierta de esa pesadilla sistemática… La dirigencia colombiana asumió que era Pinto el responsable de ese sueño futbolero que derivó en pesadilla; pero al parecer la cosa trasciende la bronca y el histrionismo del despedido Pinto. Perder con los uruguayos en el hermoso camping bogotano, ser goleados por la frivolidad vertiginosa del futbol chileno no fueron suficientes torturas a una selección que pide con clemencia una chance para remontar su debacle que se asemeja a un laberinto. Y que pide que algún jugador se haga cargo de reconstruir el desastre… Ayer, el paraguayo Cabañas fisuró el arco del arquero Julio, a partir de ese instante lo único legible de la cancha eran esos pedacitos amarillos que se desparramaban en la cancha. Los colombianos más que un técnico y que entrenamientos, requieren de un psiconalista deportivo y una temporada de terapia colectiva. Son demasiados los golpes efectivos que recibieron. Es profundo el pozo y al parecer no se tienen las estrategias, la más mínima motivación para salir organizadamente de él. Ayer la palabra lástima no dejaba de atravesar mi actual percepción del fútbol colombiano…
Paraguay es el equipo más cohesionado de la eliminatoria, es eficaz, contundente, tiene fútbol para adormecer y atacar a cualquier rival sudamericano. Sin embargo, su reto estará en construir esa eficacia en Sudáfrica 2010… Reto enorme para una selección que minimiza sus potencialidades en las gestas mayores (con excepción de ese esquipo invulnerable del Mundial 98, con el gran Chilavert en el arco). Por el momento, Paraguay ya tiene el camino demasiado ancho y asfaltado para llegar al Mundial…
domingo, 5 de octubre de 2008
Relatores
Los griegos creían que las cosas ocurrían para que los hombres tuvieran algo que cantar. Las guerras, los desencuentros, los amores trágicos, los horrendos crímenes, las gestas heroicas: todo tenía para los dioses impíos el único fin de proporcionarles tema a los cantores.
Resulta difícil concebir una idea más triste del destino humano. Sin embargo, a los juglares, cantores, cronistas y narradores de cuentos les complace pensar que el mundo se mueve para favorecerlos en su oficio.
Héctor Badarelli, el relator deportivo de Flores, creyó pertenecer a la estirpe de Homero. Durante toda su vida se esforzó para que la narración deportiva alcanzara las alturas artísticas de la épica.
En sus comienzos, Bandarelli hizo algo que nadie había hecho antes. Siendo entreala izquierda del equipo de Empalme San Vicente, acostumbraba relatar los partidos que él mismo jugaba. Era héroe y juglar, Aquiles y Homero, Eneas y Virgilio.
Según dicen, no era del todo imparcial en sus narraciones. Cuando se hacía de la pelota, comenzaba a elogiar su propia jugada.
-Extraordinario, Bandarelli avanza en forma espectacular.
Muchas veces, por elegir las palabras e impostar la voz, se perdía goles cantados. Cantados incluso por él mismo.
A medida que pasaba el tiempo, el relator iba superando al jugador. Algunos viejos que lo vieron jugar cuentan que pasaba la mayor parte del tiempo parado en el medio de la cancha, relatando, casi sin tocar la pelota.
Finalmente fue excluido del equipo. Sin rencor ni tristeza, siguió acompañando las modestas giras del Empalme San Vicente, solo para relatar desde un costado de la cancha el partido que jugaban sus antiguos compañeros. Lo hacía sin micrófono y sin radio, de modo que nadie lo escuchaba, salvo algún wing peregrino que alcanzaba oír de paso su voz emocionada.
Después, según se sabe, el Empalme San Vicente dejó de jugar y sus futbolistas pasaron a integrar otros equipos.
Y en ese momento, cuando todo hacía sospechar la decadencia de Bandarelli, el hombre dio un paso genial: descubrió que su narración no necesitaba de un partido real. Era posible relatar partidos imaginarios, hijos de su fantasía.
Parece una evolución previsible: los antiguos poetas cantaban hazañas más o menos reales. Después las inventaron.
Lo mismo sucedió con Bandarelli. Y al no tener que ceñirse al rigor de los hechos ciertos, los partidos que relataba empezaron a mejorar: se lograban goles estupendos, los delanteros eludían docenas de rivales, había disparos desde cincuenta metros, los arqueros volaban como pájaros, se producían incidentes cruentos, los árbitros cometían errores perversos.
De a poco, el artista fue incorporado elementos más complejos de su obra. El tiempo, por ejemplo, manejado era en un principio de un modo convencional, pasó a tener durante el apogeo de Bandarelli un carácter artístico y psicológico. Los partidos podían durar un minuto tres horas.
Algunas veces, el relator omitía cantar un gol, pero daba claves y mensajes sutiles para que el oyente descubriera la terrible existencia del gol no cantado. Aparecían, cada tanto, unas historias laterales que provocaban un falso aburrimiento, que no era sino una trampa para mejor asestar la alevosa puñalada del gol sorpresivo.
Todos recuerdan el famosos partido Boca-Alumni que Bandarelli relató en un asado del club Claridad de Ciudadela. En esta obra mezcló jugadores actuales con glorias de nuestro pasado futbolístico. Los viejos hacían fuerza por Alumni, los más jóvenes por Boca. Ganó Alumni, pero en su magistral narración, Bandarelli dejó caer –con toda sutileza– la sensación de que los boquenses, por respeto a la tradición, se habían dejado ganar.
Las audiencias de Bandarelli no siempre fueron numerosas. Algunos partidos los relató solo, en una mesa del bar
En 1965, Héctor Bandarelli organizó su campeonato paralelo de fútbol. Todos los domingos narraba el encuentro principal, mientras un colaborador lo interrumpía para comunicar lo que sucedía en el resto de los partidos.
Las narraciones tenían lugar en la puerta de la casa de Bandarelli y, cuando llovía, en la cocina. Hay que decir que el relator poeta nunca trabajó para ninguna emisora y jamás utilizó micrófono, salvo en la grabación que realizara del segundo tiempo de Barracas Central-Barcelona, ya en el final de su carrera.
El campeonato paralelo terminó en un desastre. El artista no tuvo mejor ocurrencia que sacar campeón a Unión de Santa Fe y mandar al descenso a River, lo que irritó a muchas personas, que hasta llegaron a agredir a Bandarelli.
Pero todos los que saben algo del relator coinciden en afirmar que su mejor partido fue Alemania-Villa Dálmine, relatado en el Colegio Alemán de la calle José Hernández, a pedido de
Ese encuentro fue un verdadero canto a la hermandad entre los hombres. Los zagueros entregaban banderines a los delanteros rivales en cada jugada. El árbitro abrazaba llorando a los futbolistas que quedaban en off-side. Los de blancas a los quince minutos del segundo tiempo para celebrar el segundo gol de la selección alemana. En el final, todos se abrazaron e intercambiaron obsequios.
Fue inolvidable. En el Colegio Alemán, los padres lloraban de emoción añorando la tierra de sus antepasados. Algunos miembros de
En el esplendor de su actividad, tal vez advirtiendo el carácter efímero de su obra, resolvió escribir libretos detallados que luego archivaba prolijamente. Desgraciadamente, sus familiares quemaron este valiosísimo corpus argumentando que juntaba mugre. Nos queda apenas un breve fragmento, correspondiente al encuentro Boca Juniors 3 – Vélez Sarfield 3.
“Solidario, agradecido, ayuno de envidias, Javier Ambrois entrega la pelota a Nardiello. El viento agita las banderas en los mástiles de
Según sus seguidores, el libreto le quitaba frescura a Bandarelli y –como hemos visto– recargaba un tanto su estilo.
Un día desapareció. Algunos dicen que se mudó, o que se murió, es lo mismo. La gente volvió a preferir los partidos sonantes y contantes de la radio.
Los relatores de hoy tienen la posibilidad de seguir al maestro e intentar la ficción y la fantasía en sus narraciones. ¿Por qué depender de la actuación, muchas veces medio de los futbolistas? ¿Por qué no crear con la voz jugadas más perfectas? ¿Por qué no dar nacimiento a deportistas nobles, diestros y mágicos que nos emocionen más que los reales?
Se puede ir más allá. Todo el periodismo podría tener un carácter fantástico y abandonar los vulgares hechos de la realidad para aludir a suceso imaginarios: conflictos, tratados, discursos, crímenes e inauguraciones de ilusión.
En este último instante comprendo que nadie me asegura que estos artistas no existen ya. Tal vez, todo cuanto uno lee en los diarios no es otra cosa que un invento del periodismo de ficción.
Sin embargo, esta clase de incredulidad conduce a sospechar la falsedad del Universo mismo. Suspendamos semejante astucia porque algunos hasta podrían pensar que el propio Bandarelli es imaginario y sus partidos, sombras de una sombra.