
Lo relativo, lo provisorio, lo posible son sustantivos claves para abordar con cierta prudencia el desarrollo, el juego y el complejo nudo futbolístico del primer duelo paceño entre atigrados y celestes. Del partido de hoy, es posible recoger ciertas señales que deberán ser finamente leídas y trabajadas por ambos cuerpos técnicos.
Del Bolívar…
Del Bolívar, el rigor de la pretemporada, el extenuante trabajo físico determinó su apuesta futbolística. Redujo la capacidad creativa del equipo y condicionó el potencial de sus líneas. También expuso las incoherencias defensivas y los desfases entre los distintos mecanismos que articulan la defensa celeste. Por lo visto en cancha:
Carlos Arias sostiene cierta regularidad en su carrera. Es un arquero que no pierde los reflejos. Pero que se enterca en caer en los mismos errores: nerviosismo e incertidumbre en sus salidas y torpezas para encarar el face to face.
Emilio Damián Martínez es un jugador de ADN futbolero típicamente paraguayo; en otras palabras, aguerrido, preciso, un jugador pivote para organizar los hilos de la defensa, con una técnica depurada y una habilidad envidiable, con una amplia capacidad física y horizonte futbolístico.
Ronald Arana es un central que cuenta con todos los saberes y atributos que debe disponer un jugador en esas funciones; sin embargo, el descuido físico, añadido a una extraña habilidad por ceder a la autoconfianza, más las constantes distracciones, pesan de manera negativa sobre las características de un jugador que se apegó demasiado y, por qué no decirlo, se acomodó en el cómodo (cacofonía inevitable) nivel del fútbol local.
Tordoya fue uno de los mejores centrales de la anterior temporada. Cuando el Bolívar se quedó sin líderes, sin ejes que vertebren su fútbol, allí estuvo Tordoya. ¿O es alguien ya olvidó que en Bolívar – Boca jugado en la cancha de Vélez Tordoya fue la única herramienta para paralizar a ese huracán de apellido Palacios?
Abdón Reyes y Bustillos son los dos pistones que arrastran marcas, destruyen estructuras tácticas, precisos en los pases y fundamentales para transportar los balones a las áreas donde se producen los goles. Sobre todo Reyes es una réplica (por derecha) de la mejor versión de Gaty Ribeiro. Sin embargo, los dos son bastante flojos y displicentes para ejercer su otra responsabilidad: la marca, la organización y armonización con la defensa y los volantes en función de defensa.
Lito Reyes es un obsesivo de la marca. Su templanza lo hace proclive a la torpeza innecesaria. Reyes en el funcionamiento del Bolívar es y será fundamental. Se trata del único volante de marca del equipo, por tanto su labor será titánica si es que el Dt Blacut no equilibra y reparte la responsabilidad que ahora ejerce solitariamente Lito.
Fioretto es una promesa en cancha, desde la miopía futbolera de este redactor, esta tarde hizo casi nada.
A Pachi y a Botero el actual Cuerpo Técnico Bolivarista tiene la difícil responsabilidad de recuperarlos con el fin de alcanzar y trascender al Pachi del 2004, del 2005, al Botero goleador del 2002, 2003. Por ahora, en ambos jugadores resalta la obra gruesa, pero les falta la obra fina, la más difícil porque es la que determina la calidad de los jugadores.
De Castillo me queda poco que decir. Tuvo y tiene una vida demasiado turbulenta, desordenada; hábitos y actitudes que carcomen sus atributos futbolísticos. En un ambiente futbolístico de mayor competencia Castillo demostró que está lejos del desafío. En Bolívar tendrá que reconstruir su patrimonio y su técnica futbolística.
El Twety Carrario es un jugador que se merece un post especial por sus peripecias y por su exótica carrera futbolística, por ahora de él sólo diré que se trata de un grande.

Del Tigre…
La sombra de duda obscurece cualquier intento de lectura. Al Tigre le falta lo que le sobra al Bolívar: trabajo físico. Y se trata del déficit más profundo del equipo. Por ahora:
Jemio sigue demostrando que es un arquero distinto en el contexto de la Liga Profesional.
Doyle Vaca es el jugador que puede ordenar y comandar los hilos de una defensa que hace demasiado visibles sus fisuras y su falta de cohesión. De su experiencia en cancha se pueden destilar varias virtudes, pero es parte del fútbol que ofrece Doyle perder la brújula de los partidos.
Ricaldi es un jugador que ha hecho de su torpeza un estilo. No es ninguna garantía. Antepone sus defectos técnicos a sus virtudes. A favor de él se puede decir que mantiene cierto nivel de orden, que sabe anticiparse en el juego aéreo y que su torpeza la esconde de la mirada de los árbitros.
Vargas es una incógnita.
Rocabado sabe proyectarse. Sin embargo, una timidez futbolística crónica no le permite transformarse en el pistón que necesita el equipo.
Ángulo tiene que trabajar tanto en lo futbolístico como sobre lo mental.
Flores y Arévalo tendrán que demostrar su titularidad y disputarla con Sacha Lima. Para el Tigre la llegada de Lima es más que fundamental, ya que su juego se caracteriza por la fuerte marca, pero a su vez hace de la marca un pretexto para producir fútbol.
Cardozo es un jugador virtuoso, con un buen perfil para los pases punzantes. Construye fútbol. El Tigre 2008 tiene que girar alrededor de su fútbol.
Salazar es la contratación más efectiva del Club. Demostró que su juego tiene todas las huellas que se requiere para configurar un camino futbolístico distinto. Será un aporte determinante para el Tigre. Ojalá su talento no se evapore.
Escobar carga en su espalda la responsabilidad del símbolo. Por ahora, lo de Escobar son sólo deudas y más deudas con la Comunidad Atigrada. Esperemos que este año empiece a cancelar con su fútbol todo aquello que debe.
Salinas: La carencia de jugadores nacionales de jerarquía hace de Salinas un jugador imprescindible. Esperemos que la dirigencia cumpla su demagógica propuesta de traer a un 9 que dé la talla. Seguimos soñando con la llegada de Tonelotto.
El Tigre esta tarde debería haber expuesto más fútbol. Se trata de un equipo armado hace un año. Sabemos que detrás de este onceno atigrado peregrinaron 5 técnicos en un s0lo año, este dato no menor permite evaluar, con más cizaña, el desprolijo rendimiento de las líneas, de la propuesta futbolística. Redín tiene entre sus manos una dura tarea porque tendrá que transformar ese conglomerado de jugadores en una maquinaria que produzca fútbol. Fútbol que compita y que encare el reto de campeonar.