martes, 19 de febrero de 2008

Ronaldo, Rey de Cristal


Reproduzco un imperdible texto de Ezequiel Fernández Moores que escarba en cada uno de los episodios de la épica novelesca del primer jugador del fútbol postmoderno, Ronaldo...



1994. Estados Unidos. El fútbol despide a su último rey. Diego Maradona es expulsado del Mundial de USA 94 por doping. Pero ya se adivina al heredero. Su nombre es Ronaldo. Sale campeón, pero Brasil ataca con la dupla Rosario-Bebeto y él no juega siquiera un solo minuto. Apenas tiene 17 años. Su nuevo patrón, el PSV Eindhoven holandés, lo trasforma en Robocop. Crece su masa muscular a base de esteroides anabólicos. De 1,79m sube a 1,83. Y de 75kg pasa a 82.

Llega al Mundial 98 con la corona puesta de antemano. Anotó 58 goles en 60 partidos con Cruzeiro, 55 en 56 con PSV y 39 en 44 con Barcelona. Arriba a la Copa de Francia, incluyendo el inicio de desembarco en Inter, con 311 goles en 386 partidos. Una media de 0,81, superior a la de cualquier otro mito, excepto Pelé, O Rei, el tricampeón mundial, pero que jamás se probó en Europa. Ronaldo sí. Es el rey del fútbol moderno. Potencia, talento, velocidad, instinto y gol. Le alcanzan segundos para definir partidos. Son segundos que cotizan a precio de oro en la TV de cable cuyo gran negocio explota en los años ´90. El Mundial 98 convertirá a Ronaldo en el quinto rey de la lista que, según orden de aparición, integran Alfredo Di Stéfano, Pelé, Johan Cruyff y Maradona.

Pero Ronaldo deja Francia sin corona, en silencio y con escándalo. Horas antes de la final del Mundial, su sueño se trasforma en pesadilla. Abre los brazos desesperado en busca de aire, se le traba la lengua, su rostro empalidece. Roberto Carlos, compañero de habitación, dice que ve espuma en su boca. Cree que Ronaldo es Linda Blair en El Exorcista. Y grita por los pasillos que Ronaldo se muere. Apenas seis horas después, Brasil, con Ronaldo en el equipo, sale a la cancha y pierde la final 3-0 ante Francia. La derrota, para un país abonado al éxito, es un segundo Maracanazo. Una primera Comisión Parlamentaria Investigadora (CPI) de la Cámara de Diputados de Brasil trabajó nueve meses, realizó un informe de 830 páginas y pidió el procesamiento de 33 personas. Una segunda Comisión, del Senado, trabajó luego catorce meses y escribió 1.600 páginas repletas de denuncias que pedían el procesamiento de 17 personas. Pero ya un nuevo Mundial aparece en el calendario. La Copa de Corea-Japón 2002. Brasil sale campeón. Ronaldo es rey absoluto y todo queda en el olvido.

En Francia 98, Ronaldo, más que una convulsión, como siempre se dijo, podría haber sufrido un trastorno en el sueño. Parasomnia, según afirma Jorge Caldeira, autor del libro Ronaldo: gloria y drama en el fútbol globalizado, editado por Lance! en 2002. Una especie de terror nocturno que lo retrajo a los tiempos de su Bento Ribeiro natal, una ciudad a 40km de Río de Janeiro, que mezclaba a militares con comunistas y en la que Ronaldo Luis Nazario de Lima nació el 22 de setiembre de 1976, un mes antes de que Maradona debutara en la Primera de Argentinos y a un año de que Pelé se coronara campeón del soccer con el Cosmos de Nueva York y se retirara definitivamente de las canchas. "Dadado", como lo apodó su hermano Nelio, habló recién a los cuatro años, era sonámbulo, le temía a la oscuridad, se hizo pis en la cama hasta los 13 años y hasta los 20 durmió con un oso de peluche.

Sus compañeros de escuela, más crueles, lo apodaban "Mónica", una niña de historieta de dientes abiertos y gran aptitud física. La separación temprana de sus padres aumentó esa inseguridad. Su único refugio fue la cancha. En su primer año con los mejores jugadores de fútbol-sala de Bento Ribeiro hizo 166 goles. Tenía sólo 11 años. A los 13 debutó en un campeonato profesional. A los 16 en la Primera del Cruceiro. A los 17 se fue a Europa. Y a los 21 llegó a Francia para la coronación. Cuentan que la noche de la derrota en la final lloró y lloró como nunca, mientras rogaba a sus padres que no dejaran de abrazarlo. Robocop había vuelto a ser Dadado.

La empresa de los representantes Reinaldo Pitta y Alexandre Martins (años después arrestados ambos por sobornar fiscales y lavar dinero) lo compró al Sao Cristovao, cuando tenía 16 años, por 7.500 dólares. El contrato esclavo de diez años tuvo rédito inmediato, porque Cruzeiro lo compró por algo más de un millón de dólares. Ya tenía asegurada su venta al PSV por 6 millones. Barcelona pagó luego 20 millones, Inter 36 y Real Madrid 45. Pero en España, llegó a salir a la cancha sin siquiera poder agacharse para una foto. Las operaciones en los tendones maltrechos de su rodilla derecha pasaban factura. Los músculos inflados en Holanda a base de anabólicos lo habían convertido en una Ferrari, pero fueron demasiado peso para sus tendones de Bento Ribeiro. Las imágenes de cada una de sus graves lesiones revela que se rompe solo, sin que nadie lo golpee.

A ello se sumaron los 31 años, casi la mitad en la alta competencia y las exigencias de patrocinadores que lo llevaron inclusive a Kosovo y que aún en 2007, casi sin jugar, lo mantuvieron como el tercer futbolista mejor pago del mundo, detrás de David Beckham y Ronaldinho. En el Louvre lo reconocieron pese a que fue con peluca, gorra y anteojos. Sólo Juan Pablo II parecía desconocerlo, cuando le preguntó en qué país jugaba. Al deterioro colaboraron también los placeres nocturnos, el alcohol y el sobrepeso inevitable. Su padre le regaló el libro Estrela Solitaria, una biografía tremenda sobre el ocaso de Garrincha. Pero se la devolvió sin haber llegado siquiera a las primeras veinte páginas. Para peor, su eterno desinterés por la táctica desnudó limitaciones. Aún así, en Real Madrid anotó 96 goles en 159 partidos. Pero el club no lo soportaba más y vendió sus restos al Milan por 7,5 millones de dólares, una cifra acorde con la debacle.

En Milan no jugó casi nunca, hasta que volvió a romperse la otra rodilla la semana pasada. "A Ronaldo -denunció Bernardino Santi, médico de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF)- lo sometieron a tratamientos con suplementos y anabólicos en pleno crecimiento cuando fue a Holanda y eso provocó lesiones estructurales en su musculatura". No hizo más que recordar viejas acusaciones lanzadas años atrás por otros colegas. Pero la CBF lo despidió de inmediato porque Santi rompió la ley de la omertá que rige en la corporación del fútbol.


La pelota sabe que aparecerá un nuevo rey. Si Kaká vuelve a fracasar en el próximo Mundial, tal vez sea el turno de Lionel Messi. El argentino partió a Europa cuatro antes que Ronaldo, a los 13. Medía apenas 1,40m, sus hormonas de crecimiento estaban dormidas y Barcelona, su nuevo club, le dio hormona de crecimiento sintética (GH), una droga prohibida en el deporte pero que, en su caso, según aseguran especialistas, formó parte de un tratamiento médico correcto. Leo se aplicó inyecciones todos los días durante treinta meses y creció 29cm, hasta llegar a su 1,69m actuales. Hace goles como Maradona y los patrocinadores pujan por él. "No aceleremos su progresión", pidió este mismo lunes Cruyff en la TV catalana. El gran Di Stéfano recordó hace unos días al ser homenajeado en Madrid que él siempre fue "un hombre de equipo" pues el fútbol, ante todo, es un deporte colectivo. Pero la maquinaria exige ídolos, héroes individuales dispuestos al sacrificio.
Ezequiel Fernández Moores

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