viernes, 20 de febrero de 2009

¿Por qué el fútbol?


No hace mucho, alguien criticaba las energías que gasto al plantearme el futbol como una suerte de universo alterno, con su simbología, su literatura implícita, si lirismo exacerbado en la relación músculo, vértigo, habilidad, precisión. Ellos piensan que sería más productivo que escribiera sobre la literatura o el arte. Sin embargo no. En el futbol he encontrado los dominios, no de una creatividad decantada, sí de una creatividad cuyo pulso lo rige una emoción natural, la misma que me lleva a los patios límpidos de una infancia alegre, una calle ancha convertida en una especie de Estadio Azteca donde un servidor, acompañado por su augusta grey, dibujaban rabiosos arabescos con una pelota de plástico color ladrillo.

Vaya pues, mi lista de razones (sólo algunas y bastante mías) para escribir sobre un deporte que pienso, vivo y respiro como si fuera el bosque rasante de un cuento sin fin.
-El futbol me dio la oportunidad primera de saber que el cuerpo, esa masa de carne y hueso que pugna por encontrar su equilibrio, podía manifestarse de otras maneras, podía dialogar con un balón utilizando eso que Dimitrijevic llama "la prehistoria del cuerpo", el pie. Con el pie, uno necesita lograr lo que otros deportistas logran con la mano, y todo esto, mientras se corre o se mantiene en estado de tensión ante la inminente llegada de un rival. El futbolista manda señales al pie, mensajes que tardan en llegar lo que tardan en cerrarse los ojos.
-Porque jugaba con mi padre siendo muy niño, en el pasillo de mi casa. Y en la cocina me imaginaba una multitud hábida que clamaba por un gol de bandera, y os juro que desde el campo y de entre las flores surgía un cántico memorable de sustancial y memorable épica.

-Porque existe Joahnnes Cruyff, un jugador cuya naturaleza pudo cambiar las funciones univocas del futbolista dentro del campo. Su apostura, su mirada en alto con la consciencia fija en la pelota y en el destino de la misma, su habilidad para jugar tanto en lo corto como en lo largo, hicieron del holandés un rebelde, un jugador proclive a la táctica, pero dispuesto a suplantarla por un engarce, un regate imposible, un tiro dispuesto a encontrar su madirguera en el arco.

-Porque existió Miguel Marín. La historia del Gato está ligada muy profundamente a mis ideales futboleros. Un portero es lo más cercano a la estampa del superhéroe que suprime la gravedad, atrapa obuses y antepone el cuerpo a cualquier tipo de amenaza. Nunca vi en su momento un jugador con esa capacidad de liderazgo; verlo jugar era atender un comic en dimensiones reales, donde el era el personaje principal, y sus compañeros encarnaban una especie de Liga de la Justicia.

-Porque Maradona me enseñó lo que el futbol salvaguarda de plasticidad, danza, ritmo y vértigo. La prodigiosa técnica individual del Pelusa, su lectura del partido, su voluntad para convertir su cuerpo en una poderosa estructura de mente, cuerpo y cambios rítmicos, aunado a su pie izquierdo que funcionaba como un pistón de precisión ominosa, hicieron de su paso en las canchas una novela de ascensos brillantes, y descensos mediáticos, enturbiados por el culto a su personalidad. Si Pelé era el Rey del fútbol, Maradona es un ángel caído sin imposturas, desafiando leyes y promoviendo las propias en su reino.

-Porque existe Paolo Maldini y su gallardía. Un jugador que hizo de la línea izquierda la prolongación de un feudo donde cabía el pundonor, la caballerosidad, la fortaleza y el reflejo al rojo vivo, merece estar en cualquier once ideal de los tiempos modernos.

-Porque la vida y al obra de Mané, Garrincha, es una fabula que va de la partitura precisa, del ballet radiante, a los pasajes de una decadencia que tiene mucho de humano, sí, y más de literario.

-Porque el futbol me da la oportunidad de confirmar que Octavio Paz, un tipo que lo deploraba, era un poeta genial pero era un hombre aburridamente libresco.

-Porque me hizo conocer una faceta entrañable de un jugador como Jorge Valdano y una faceta no menos entrañable de un narrador como Juan Villoro.

-Porque me da la oportunidad de un diálogo abierto en un lenguaje no exento de colorido literario. El futbol es lenguaje cuya semántica trama, en cada partido, una historia de final cerrado en la cancha, y abierto en las tribunas o en la entraña de la afición.

-Porque existen jugadores como Steven Gerard, quien encaminó a su club a recuperarse de una derrota 3-0 en una inolvidable final de Champions; y jugadores como Frank Lampard, quien levantó la vista luego de meter un gol buscando la mirada de su madre recién fallecida; y jugadores como John Terry, prodigio de eficiencia y pundonor, quien falló un penalty decisivo y nos mostró su corazón desnudo en medio de la cancha; y jugadores como Juan Arango, quien casi muere por una agresión criminal, y regresa a la cancha para meter los goles que salvarían a su equipo del descenso.

-Porque existe el Cruz Azul y una historia que los medios se empeñan en borrar a golpe de indiferencia, desdén, olvido mendaz.

-Porque existe un club como el Barça, capaz de convertir el juego en una maquinaria, una fiesta, una pista de baile, un concierto.

-Porque Messi nos da la posibilidad de ver la naturaleza de una infancia liberada en el campo de juego. Nos enseña el sentido primigenio del futbol como un espectáculo donde cabe habilidad, instinto, ritmo, velocidad mental, entrega y fortaleza física.


-Porque puedo entender a un escritor como Eduardo Galeano.


-Porque hay equipos como el Milán y el Arsenal.


-Por Zidane, los que le siguieron y los que aprendieron antes que él a desaparecer balones con un giro prodigioso.

-Porque no hay partido igual nunca.

-Porque no habrá partido igual nunca.

-Por el gran Tigre que entre nubarrones, amarguras (tal cual la vida) me enseñó la forma en la que se quiebra una garganta al exponer una pasión.

-Por maestros como Chichi Romero, Luis H. Cristaldo, por el gol de Etcheverry a la moral de los brasileros... En fin...

-Por los poéticos textos de Luis H. Antezana...

-Por ese extraño vértigo que se teje entre la palabra y el balón...

Adaptación de Daesu

domingo, 15 de febrero de 2009

Otra señal del desastre: Strongest 0 – Nacional Potosí 1

La precariedad del Tigre 2009 deviene de un espantoso proyecto dirigencial –recién estrenado– que no hace más que perpetuar el desastre fundado por anteriores dirigencias, concretamente la del señor Pacheco. Está demás precisar que el actual Strongest carece de un mecenas empresarial al estilo bolivarista que ponga el dinero fresco para que la máquina por lo menos funcione, tampoco cuenta con el abundante dinero sospechoso de Oriente Petrolero que frente a las derrotas permanentes no se cansa de contratar jugadores y cuerpos técnicos que fácilmente superan el millón de dólares, carece –y esto es lo más preocupante– de la furia, de la bronca, de la actitud (futbolística y dirigencial) y la aptitud (futbolística y dirigencial) de los equipos que saben que pasean al borde de la cornisa y que en un mal paso o mal amague pueden perder la categoría y caer en el abismo del fútbol de la asociación.

Este Strongest carece de voluntad, de ideas, de fútbol y esto tanto a nivel dirigencial como deportivo. Es un equipo carcomido por la languidez, la tristeza y la apatía. Sufre del síndrome de la depresión del jugador retirado que se encapricha en dejar el fútbol y que por negligencias dirigenciales tienen una oportunidad más. La doblada columna vertebral del Tigre se sostiene sobre la veteranía de Sandro Coelho (la migajas que aporta su juego apenas le alcanza para imponer el peso de su cuerpo en la zona de contención y defensa, detalle que no es suficiente para frenar las arremetidas de equipos más estructurados), de Limberg Gutiérrez (que a estas alturas ha pronunciado sus defectos, ahora su caminata en la cancha se extiende a los noventa y cinco minutos, no limpia jugadas, si antes no llegaba a las marcas ahora ni siquiera puede desear llegar a ellas, no hace los pases que antes llevaban su particular impronta, su juego no punza y su remate parece estar oxidado y en reparación), de Rosauro Rivero (su juego rústico le impide aportar con algo al equipo, la garantía es que en sus pies el juego es mucho más lento e improductivo), de Martín Menacho (basta decir que ayer frente a Nacional Potosí fue tan inofensivo que hasta sus locuras pasaron inadvertidas).

Lo interesante de esta situación es que la impotencia de los seguidores atigrados ha llegado a tal punto que en masa creen que sacrificando al técnico Toresani el timón del barco atigrado cambiará de rumbo. Toresani es una ficha de este engranaje podrido, no es la cabeza de este “proyecto”. Es el responsable coyuntural del manejo del equipo, el gerente actual de las 5 derrotas seguidas del Tigre. Sin duda carece del bagaje suficiente para instaurar un buen clima de trabajo, su característica es la de decir lo que piensa por sobre todas las cosas y sin eufemismo alguno y eso en un equipo alicaído y moribundo más que despertar un efecto motivante despierta el rechazo y garantiza la derrota y las camarillas. Pero de lo que no se le puede responsabilizar a Toresani es de esta profunda crisis estructural que vive el The Strongest. Si la multiplicidad de males del Tigre se acabarían con el sacrificio de Toresani el pedido de la multitud atigrada tendría algún sentido. Pero seamos sensatos la crisis tiene raíces demasiado profundas y complejas que una dirigencia tan tradicional, tan predecible y tan mediocre no podrá solucionarla. Por el contrario, estas raíces podridas del club se los comerán vivos…

Esta era la gran oportunidad para reconstruir la institución atigrada a partir de otros pilares, como el restablecimiento de una ingeniería de escuelas futbolísticas integrales conformadas por adolescentes y jóvenes de todo el país dirigidas por formadores (como el profe Arzans, Barrientos, Berdeja, entre otros) al estilo de Vélez Sarfield de Buenos Aires, de Newells Old Boys de Rosario. La dirigencia podía armar un equipo económico –por no decir barato– con el tenor de La Paz F.C., de Nacional Potosí sin brillo, sin glamour pero con extremada disposición al trabajo, que tenga como único objetivo luchar para salir del descenso y que sea la cúspide de llegada de las escuelas de fútbol y no este mamarracho de exjugadores que juegan con la única motivación que a fin de mes les llegará su sueldito. La dirigencia podía vender la idea del mediano y largo plazo para reconstruir el pilar deportivo del Tigre e institucionalmente remodelar la estructura burocrática del club, horizontalizar la participación, demoler las cúpulas que deciden y ponen plata. Hay que democratizar las decisiones en el fútbol, democratizar los aportes (¿Por qué nadie en Bolivia quiere reproducir la democracia del Corintians?). El atigrado, la atigrada tiene que tomar responsabilidad en esta crisis pero esta dirigencia tradicional y mediocre no le deja ni siquiera pronunciarse… Así estamos últimos, de derrota en derrota… La derrota de ayer frente a Nacional Potosí debería ser la última señal para cambiar definitivamente de rumbo… Si no es así este barco quebrado, agonizante llamado Tigre no encontrará fondo…


Foto: Acción, La Prensa