lunes, 29 de octubre de 2007

Síntomas de la impotencia atigrada...

Poco sudor, mucha desprolijidad, ausencia de toque, demasiada displicencia, escaso coraje, excesivo desorden, apetito por el caos, carencia de juego, improvisación sistemática son los principales síntomas de la impotencia futbolística atigrada. Aquellos que vamos rutinariamente a la cancha sabemos con exactitud los estrechos límites futbolísticos que el Tigre de hoy ofrece. Sabemos también que el mito que se incuba debajo del amarillo y negro señala que cuando el partido no puede ser destrabado por la vía de la configuración prolija de juego se opta por el plan B que cuenta con un solo acápite: garra. Término que en cancha se traduce como: pierna fuerte, césped impregnado de sudor, fuerza asociada a lucidez, sustituición de los malos momentos con altas dosis de entrega, y sobre todo, la camiseta latiendo y conduciendo el norte del equipo...

Lo de ayer en la tarde frente a Blooming fue una perfecta puesta en escena de las múltiples crisis que brotan desde el corazón del Club The Strongest. Es difícil hablar de una “crisis” atigrada. Hay más de una razón o motivo para pluralizar el término. Para sintetizar y ordenar la exposición se trata de tres niveles de crisis. La primera es una crisis futbolística en varias dimensiones. La segunda es una crisis alarmante en la dirección técnica. Y la última: es una crisis de una institucionalidad atada con alambres. Empecemos:

Crisis futbolística:
El último jugador con características atigradas fue Luis Héctor Cristaldo, que valga decirlo fue echado del Club de la peor manera posible. El Tigre se caracteriza por jugar con volantes de contención que determinan el peso de los partidos ya sea en el momento de configurar juego o si es que se trata de activar mecanismos de relojería que marquen y destruyan tanto juego como jugadores. El Tigre de hoy tiene volantes de contención improvisados, muy lejanos de la tradición que ostenta el Tigre. Walter Flores nunca volvió a ser el sorprendente volante de San José o Real Potosí, su lesión en el final de la eliminatoria (Alemania 2006) frente a Ecuador lo alejaron definitivamente de su fútbol. Hernán Soliz juega de volante gracias al experimento del técnico Quinteros. Su fútbol apenas le alcanza para ser titular . Y la cosa se complica cuando ambos se desplazan en la cancha sin prestar la menor importancia a un partido que clama su presencia. Cardozo es un jugador diferente. Necesita del apoyo de los volantes, pero su fútbol se agota, se hace predecible y totalmente cansino cuando descubre que su equipo está parado en cancha para no ganar. Jara y Salinas nunca justificaron el motivo por el cual llegaron al Tigre, los dos jugadores tienen todas las cualidades para el campeonato Simón Bolívar. Hoyos desborda e intenta tejer fútbol con triangulaciones y toques con Cardozo pero la herramienta que logran configurar no daña, ni punza al rival. Rocabado es un jugador interesante. Más que un DT necesita de un psicólogo. Es un jugador demasiado tímido que no cree en sus potencialidades. Ayer en la tarde Joselito le puso la tranca y Rocabado no sabía dónde ocultar su fútbol. En síntesis: el Tigre es una enmohecida máquina que no muestra ni una puntita de fútbol. No quiero cerrar este párrafo sin subrayar otro episodio de nuestra cultura futbolística: hace varios meses atrás 4 jugadores del Tigre son descubiertos infragantes en plena juerga. La dirigencia los sanciona económicamente. Los 4 dañados bebedores/futbolistas deciden involucrar a todo el grupo en su protesta y en sus “medidas de presión”. Los dirigentes (en realidad Pacheco) no dan el brazo a torcer y los jugadores mediante su vocero oficial (Ricaldi) declaran a la prensa su amenaza: “Si no nos cancelan, eso va repercutir en nuestro rendimiento”. ¿Será que con este modo de proceder, de pensar, de interactuar en el fútbol profesional, podremos aspirar a un fútbol mínimamente competitivo?

Crisis en la dirección técnica:
Desde que Néstor Clausen partió del Tigre en junio del 2004 la Institución Atigrada no pudo hilvanar un proyecto futbolístico. Desde esa fecha, el señor Pacheco condujo al Club por rutas borrascosas, cambió desde julio de 2004 a octubre de 2007 algo así como 17 técnicos: Galarza, Alfaro, Blacut, Orozco, Villegas I, Barrientos, Chilavert, Villegas II, Berdeja, Sánchez, Arce, Mir (entre otros). El Tigre de hoy no tiene ni la más mínima idea de lo que tiene que hacer en cancha. Son demasiado visibles las insuficiencias tácticas. El equipo tiene un déficit de trabajo tan alarmante que se expresa de distintas maneras en la cancha. Por ejemplo: en que es el úncio equipo del hexagonal virgen de goles convertidos. Otro ejemplo: un gigante Jara escondido entre los centrales de Blooming o Salinas que no acierta ni en el pase, ni en el desmarque. Mejor no hablemos de la salida que en el léxico del juego atigrado esa palabra no existe. El Tigre no sabe de movimientos, menos de variables. No hay alternativas. Es un equipo sin fórmulas, sin oficio, ni métodos para ganar partidos. Pasa lo contrario con La Paz F.C. y el profe Apaza, que tuvieron dos partidos atroces. Y en Cochabamba se notó el trabajo del técnico y del equipo. En el Tigre no hay reacción... Y un detalle más algo pasa en Achumani que los técnicos que llegan con un conjunto de ideas, de metodologías, de experiencias y trabajo son víctimas de un extraño boicot... ¡Cuidado Claudio!

Crisis institucional:
La situación dirigencial del Tigre por ahora no suena. El derrumbe Bolivarista es demasiado fuerte para que el periodismo preste un poco de atención al desastre dirigencial atigrado. La institucionalidad del Club The Strongest está atada con alambres. Pacheco por ahora es un dirigente con amplia credibilidad en el ingenuo Pueblo Atigrado. Sin embargo, sus modos de proceder inducen a la sospecha. Nadie sabe cómo el Tigre sostiene las planillas de los jugadores, tampoco nadie sabe cómo están las cuentas del Club. Nadie le exige a Pacheco que rinda cuentas sobre el desastre deportivo que hace cuatro años gerencia sin que se le mueva un pelo del jopo. Se trata de un auténtico mecenas que se hace cargo de absolutamente de todo lo que concierne al Club. Por tanto, al único que le rinde cuentas es a su espejo. Pacheco es inmune a la podredumbre dirigencial que despierta a su paso. Con él la única opción con la que cuenta el Club The Strongest es la ruta que desemboca en la debacle irreversible... ¡Gracias Doctor por su eficaz aporte/destrucción institucional!
Imágenes: tanto el fixture como la fotografía provienen del Deportivo del Deber.

martes, 23 de octubre de 2007

Sobre el estado actual del fútbol boliviano

El fútbol boliviano paso a paso se extingue y se evapora. La debacle se convierte en la única herramienta para describir este rumbo de ruina que toma nuestro fútbol. La metáfora de un rompecabezas de piezas dispersas e inconexas se asemeja demasiado a ese objeto de reflexión/pasión que es el fútbol. Con el texto de Mario Murillo inauguramos el recorrido por distintas sendas, nudos, tramas, meandros que intentan atribuir sentido al chenko que se concentra en el fútbol hecho en Bolivia. Mario Murillo es por sobre todas las cosas un revoltoso bolivarista que transforma al fútbol en su bitácora, allí inscribe los códigos de una pasión que trasciende...



Sobre el estado actual del fútbol boliviano

Por Mario Murillo

“Ahí están, esos son, los que joden la nación”
Barra de algunas hinchadas del fútbol boliviano.



Un entrañable amigo me pidió con vehemencia que escriba algunas líneas sobre la situación que vive el fútbol boliviano. Intuyo que me pide que escriba sobre la lastimera y desesperante agonía por la cual está pasando nuestro fútbol a dos niveles: la Selección de fútbol boliviano y los clubes locales que juegan en la Liga Nacional. Me parece que hay muchos indicadores para demostrar la pobrísima situación que está viviendo nuestro fútbol en este momento: el bajísimo nivel del campeonato local, la falta de éxitos internacionales por parte de nuestros clubes, la mínima aparición de talentos jóvenes, las patéticas participaciones internacionales de nuestra triste Selección de fútbol. Parece claro entonces, y existe un amplio consenso al respecto, que nuestro fútbol se enfrenta a una terrible crisis a nivel deportivo y competitivo. Sin embargo, harto de los lugares comunes esbozados por los periodistas o la gente de a pie, no pretendo analizar cosas tan grandes y tan abstractas como las divisiones inferiores, la conformación institucional de los clubes o la genética de los jugadores bolivianos. Concentraré mi análisis en un grupo de protagonistas de nuestro fútbol local: los dirigentes del fútbol boliviano. Aclaro que no pienso realizar una argumentación informativa o silogística, sólo expurgación indignada e impotente.

Antes, más aclaraciones: el fútbol es entendido en general como un fenómeno común y simple, por eso todo el mundo cree que puede hablar con autoridad de él. El mejor ejemplo de esto son los periodistas; para lucrar a partir de este juego sagrado y ser una voz autorizada sólo basta ser el hijo de un periodista deportivo con trayectoria (sí, estoy hablando de ti, hijo del Toto Arévalo), hacer amarillismo sin información y tener un lamebotas que secunde todas tus provocaciones (sí, estoy hablando de ti Juan Pastén y de tu ayuco cuyo nombre no conozco), tener la suerte de estar en el lugar correcto y en el momento correcto sin tener idea de nada (sí, estoy hablando de ti Fermín Zabala), tener acento gaucho o hablar con una voz de locutor estreñido (sí, estoy hablando de Fernando Berdeja y de Azbel Valenzuela). Este peregrino ejemplo muestra que no existe ningún tipo de respeto social con este fenómeno de masas y que cualquiera puede acceder a posiciones influyentes del fútbol a partir de meritos totalmente alejados del conocimiento o el compromiso futbolero. Pero en el caso de los periodistas deportivos, aunque el daño que se le hace al fútbol es profundo (relacionado con la imposibilidad de coadyuvar a la construcción de una cultura futbolística extendida), no hay comparación con el papel de los dirigentes.

Y ahora llego al punto central de mi análisis. Los encorbatados dueños del fútbol en Bolivia. Nuestros huayralevas, olañetas, gonis, gallos, mamertos del fútbol boliviano. Uno ve una reunión de los dirigentes de la Federación Boliviana de Fútbol o de la Liga y, con contadas excepciones (Samuel Blanco y otros), no puede dejar de pensar en el Congreso que formó Melgarejo para llevar adelante sus absurdas y malditas reformas a través del Partido Rojo. Son unos incompetentes con mala conciencia. ¿Qué saben de fútbol? ¿Qué saben del manejo de instituciones deportivas? ¿Qué saben de legislación futbolística, de proyectos de divisiones inferiores, de jugadores, de técnicos? Nada, absolutamente nada. Son “empresarios” (sabiendo qué significa ese término en Bolivia). Al igual que en el caso de los periodistas, están en esos puestos por su capital social, por su capital económico, por puro amañamiento de la suerte y el destino, nunca por su conocimiento futbolero o su entrega por una realidad deportiva mejor.

¿Creen ustedes que Carlos Chávez o “Patato” Méndez tienen alguna idea de cómo funciona el Real Madrid, el Barcelona o el Manchester? ¿Tendrán la mínima idea sobre cómo elaboran los proyectos a largo plazo selecciones como Ecuador o Venezuela? ¿Sabrán cómo están planeadas las divisiones inferiores de los equipos rosarinos? No vayamos tan lejos: apuesto a que no saben ni quién fue Corbatta, Adhemir o (para ser más contemporáneos) José Sand. No tienen idea de fútbol, sólo saben de fastuosas recepciones, de viajes gratuitos, de matecitos en reuniones que no tienen ninguna sustancia. Son incapaces, están en posiciones que no les competen y para las cuales no tienen ningún mérito o conocimiento.

Para que hablar del Tribunal de Penas, de la absurda configuración de nuestro campeonato local, de la burda planificación del trabajo de la selección. Son sólo indicadores de la estupidez e ignorancia de los que gobiernan el fútbol en Bolivia. Hay que hacer fuerza para que ellos se vayan: ya no está más Añez en el senado nacional (un avance), que Chávez vuelva a quebrar empresas y que Méndez vuelva a dirigir truchos programas de bloopers en la tele nacional. Esa es la única esperanza.

domingo, 21 de octubre de 2007

Apuntes, a dos fechas de la Eliminatoria

La Eliminatoria al Mundial Sudáfrica 2010 funcionan como una especie de termómetro que mide el nivel competitivo de las distintas selecciones. En el caso de las eliminatorias sudamericanas el termómetro futbolístico marca que Argentina y Brasil abrieron la brecha en términos competitivos en proporción al resto de las selecciones vecinas. En ese contexto entre Bolivia y el resto de contrincantes sudamericanos (sin contar Brasil y Argentina) la brecha es aún mayor. Terminada la segunda fecha del torneo eliminatorio es posible construir un balance provisorio. El Mercosur del fútbol marca la diferencia en su voraz capacidad por conseguir puntos, frente a una Comunidad andina futbolera que expone recursos limitados y que se atrinchera en la altura con el fin de “potenciar” su escaso juego (excepto Perú que hace todos los esfuerzos políticos para jugar en noviembre frente a Brasil en los 2300 msnm que ofrece Arequipa) . Un apunte más: en la eliminatoria las selecciones optan por presentar un fútbol pragmático y resultadista bajo distintos métodos y formas.

En selecciones como Brasil y Argentina prevalece el desorden, la espontaneidad, la memoria táctica añadida a la intuición y potencialidad de los jugadores. Los Dts confían en la impronta que determina el peso de sus individualidades dejando en un escalón inferior al fútbol que atraviesa circuitos de juego, que requiere asociaciones creativas, que marca el funcionamiento de esquemas defensivos, tampoco ofrecen demasiadas variantes tácticas.

En selecciones como Colombia, Paraguay, Chile, Uruguay y Venezuela (ambas en menor medida) es posible palpar la figura cohesionadora de los Dts que en pocos días de trabajo llegan a afilar la maquinaria táctica, los dispositivos que determinan la creación, más estrategias diversas para montar distintos cercos de contención. En otras selecciones como Ecuador y Perú parece que sus Dts atraviesan un conflicto interno en sus equipos, los resultados no llegan pero sí el aluvión de las trifulcas, abundan los malos estados de ánimo, la credibilidad de los técnicos se devalúa y sus cargos tiemblan. Y hay otras selecciones como la de Bolivia en la que su DT ha perdido la brújula (¿alguna vez la tuvo?) y lo que es peor carece de instrumentos mínimos para incidir en el destino futbolístico de una selección que ya se acomoda en el penúltimo puesto.

En síntesis: la competencia es larga, sinuosa y vertiginosa. La Eliminatoria exige puntos, que son los que garantizan el pasaporte a Sudáfrica, por la exigencia del torneo y el poco tiempo de preparación a los Dts no les queda más que apretar el botón del piloto automático, repasar sobre la marcha las variables de juego y saltar a las canchas aferrados en gran medida a la variable del azar. La siguiente exploración de las diez selecciones de la eliminatoria sudamericana es un intento por mostrar lo afirmado. Empecemos...

Argentina: sin despeinarse y con gestos explícitos de displicencia reeditó la película de la Copa América con final trágico, valga aclararlo y recordarlo, para el país de Borges. La selección argentina ganó sus dos partidos por el mismo resultado y Abondanzieri no recibió gol alguno. Es un resultado sensacional para iniciar la peripecia de una eliminatoria larga y ardua. Sin embargo, tanto en Buenos Aires como en Maracaibo el fútbol de toque argentino mostró que su maquinaria creativa está oxidada y con las piezas dispersas. ¿Motivos? El cerebro ajedrezado de Juan Román Riquelme atraviesa un extraño periodo lejos de la competencia gracias al capricho de un técnico intrascendente, que construye su fama futbolística a partir de la destrucción y la frontal guerra mediática al actual 10 argentino. Y la maquinaria futbolística argentina tiene que pasar necesariamente por los pies de Román para perforar defensas y trenzar juego. Pese al detalle Riquelme demostró que su pierna derecha es una herramienta tan potente que determina destinos ya sea de partidos, de campeonatos, de equipos, de sujetos. Cada vez que patea Román surge en el fondo del escenario el fantasma de un deja vu: Zinedine Zidane y más específicamente las genialidades de su pierna derecha. Los movimientos de la máquina creativa argentina claman por la presencia del DT Basile que no hace más que apretar el botón del piloto automático. La única apuesta del DT se concentra en la diferencia que ofrecen sus individualidades: Messi, Tevez, Macherano (por lanzar unos nombres). El riesgo de la apuesta de Basile es fácil de palpar, sobre todo cuando Tevez y Messi remontan la cancha desde tres cuartos de la cancha hasta el arco de enfrente en una soledad que los obliga a driblear demás y a equivocarse sin clemencia. O cuando Zanetti se ata la pelota al pie y la traslada hasta la puerta del área para terminar retrocediendo, generalmente desequilibrando el cerco defensivo argentino. O cuando Mascherano queda desprotegido y coqueteando con las tarjetas amarillas. O el mismo Mascherano dentro del área definiendo de zurda hacia cualquier parte mientras Riquelme está parado en el círculo central. O cuando Tévez toma el balón y hace de su cuerpo un torniquete esperando que lleguen compañeros para descargar hacia atrás. Esta maquinaria oxidada de fútbol emana una serie de preguntas: Si Basile juega con “enganche”: ¿Qué engancha Riquelme? ¿Las dos líneas de cuatro? ¿Las bandas? La parte defensiva muestra debilidades: se trata de una línea de cuatro que siempre queda desproporcionada, ¿qué respuestas proporciona Basile?

Brasil: Mostró dos caras de una misma moneda. La primera en Bogotá, la segunda en Río. Por un lado, la mezquindad más insoportable. Por otro, el destello de pirotecnia. Empecemos por las rasgos mezquinos. A Brasil se le exige que sea fiel a esa vieja tradición que ostenta, que ofrezca un fútbol proporcional al potencial futbolístico con el que cuenta. Sin embargo, el cero en su arco será su principal prioridad (ahora y siempre). No hay derecho a tener a Robinho, Kaká, Ronaldhino y salir a la cancha con un esquema tan mezquino. Habrá que aclarar que esta avaricia que infecta el juego brasilero no es un atributo del ex - capitán Dunga. Por el contrario, se trata de un legado de vieja data: Lazzaroni, Zagallo, Leao, Scolari, Parreira. Toda una cadena de amarretes que han instaurado el culto del pase atrás, de la cautela exasperante. Brasil juega mal o muy mal desde hace muchos años. Desde el Mundial 90 que Brasil incorporó la figura de un líbero y formó un cuadrado mágico en el Mundial del 94. ¿En qué consiste el cuadrado? En la presencia de dos centrales poderosos más dos volantes de contención. Con cuadrado mágico o sin él Brasil dispone de los mejores jugadores del mundo. La fórmula defensiva nació en los laboratorios del pragmatismo futbolero con el único fin de ganar títulos y matar de aburrimiento a los sedientos del “fútbol espectáculo”. Es una deslealtad con la tradición fundada por el país de los Pelé, Garrincha, Gerson, Tostao, Jairzinho, Rivelinho, Falcao, Sócrates y Zico. Sin embargo, como todas las fórmulas, su efecto ha perdido eficacia con el tiempo. Los brasileños han terminado por depender de los detalles, no del vuelo de sus mejores futbolistas. La fórmula se manifestó nuevamente en Bogotá donde los volantes creativos no podían dar un pase con criterio ofensivo, los delanteros estaban aislados, todos los volantes conducían la pelota, no había la menor comunicación entre las líneas, se privilegió tanto lo defensivo que el ataque estaba disponible exclusivamente para el destello o el golpe de ingenio, un instante apenas. Por el lado del destello y de la pirotecnia, la otra cara de la moneda brasilera, se manifestó en Río. Bastó con un desborde de Maicon para que Vagner Love la empuje. Bastó con que Kaká decidiera agarrar la pelota, que Ronaldinho deje de pensar en el peinado y se ponga a jugar un rato al fútbol y que Robinho volviera a ser el wing desequilibrante que es para desatar el destello. Brasil en 13 minutos liquidó el pleito: Dinho desvío un tiro que se iba a la playa de Ipanema y estiró la ventaja, Kaká mostró su categoría y la colgó en un ángulo. Robinho pirotecnia pura, dejó nada menos que a Ulises de la Cruz y asistió a Elano. Y otra vez Kaká con colaboración de Viteri para cerrar el 5 a 0. Abultado resultado que distrae de ese otro lado mezquino de la cara brasilera.

Paraguay: A este redactor de blog el fútbol guaraní le despierta una fascinación desmedida. Esta pasión tiene como causas el brillante juego mixto de los paraguas, un equilibrio excepcional entre técnica y garra. Con este binomio los paraguayos se plantan en cancha de modo tal que si las cosas no salen de la forma elegante, salgan del modo rústico o, cuando menos, se deje el césped regado de transpiración. Paraguay en estas dos fechas de Eliminatoria fue un soplo irreverente de frescura. De a poco borra de la memoria la dura goleada que le dio México en la Copa América (6 a 0). Combativo como siempre, aunque más ambicioso en ataque y jugando al ras del piso, los paraguayos poseen una fortaleza tan potente que no hay equipo que no caiga en su telaraña implosiva. Se trata de una nueva versión guaraní con mayor capacidad punzante a la hora de estructurar la creación colectiva que concluye con goles brillantes como el marcado frente a Uruguay (gol tejido por el genio de Cabañas). Es un equipo que presiona a partir de una efectiva, a momentos poética, administración del balón y por ello complica a todos sus rivales, ya que no cuentan con referentes claros para contrarrestar el aluvión guaraní. Paraguay a diferencia de Bolivia su fútbol no es permeable a su complejo contexto social, político, económico. Por el contrario, el fútbol transita una senda demasiado interesante. El fútbol en el Paraguay se ha transformado en una vía para salir de la pobreza. Se entiende a la pobreza en todos los sentidos posibles: pobreza económica, educativa, cultural, social, lúdica, valorativa, emocional, actitudinal. En Paraguay existen una infinidad de escuelas de fútbol. El fútbol es un pasaporte a un mejor modo de vida. En ese escenario, el fútbol produce una vorágine tal que toda la economía y al mismo tiempo las esperanzas paraguayas giran en torno a una pelota. En el actual Paraguay Salvador Cabañas es un jugador que desde el primer minuto del partido ofrece inteligencia al servicio del equipo. Donde juega encuentra soluciones. Es un manual andante de soluciones imposibles. Es importante también el trabajo, aunque breve, del Tata Martino quien insertó en la selección Paraguaya: paciencia, tenacidad, organización, cohesión, esfuerzos repartidos... Detalles que en el fútbol potencian la competitividad.

Uruguay: El fútbol a sol y sombra es el título del ya clásico texto futbolero del escritor uruguayo Eduardo Galeano. Pero también es un axioma que describe el proceder uruguayo en estas dos fechas de Eliminatoria. El sol: goleó a Bolivia y muchos volaron con la imaginación. Pero nadie tuvo en cuenta el pavoroso nivel de los bolivianos. La sombra: Paraguay le devolvió las preocupaciones de siempre al Maestro Tabarez. A sopapos los paraguayos mostraron que Uruguay cuenta con fisuras no sólo defensivas sino anímicas. Uruguay soportó el aluvión paraguayo y por distintos milagros el resultado no fue mayor. El maestro Tabarez sabe que cuando atacan a su equipo le provocan muchas heridas y erosionan su capital futbolístico. Uruguay deja dudas en todas sus líneas desde el arquero Carini hasta el centro delantero Suárez. Después del festival charrúa de goles en el debut ante Boliva, con un simple movimiento de piezas el Maestro Tabarez resignó más de lo que ganó. Conservador plantó dos líneas de cuatro y apostó a los pelotazos largos para ver si Forlán o Suárez se la podían arreglar con una defensa dura y ordenada. Si Uruguay tiene como principal objetivo clasificar al Mundial 2010 tendrá que cuestionar sus métodos...

Colombia: Tiene la suerte de arrancar jugando con los dos extremos sudamericanos: Brasil y Bolivia. Colombia atraviesa una redención después de su triste paso por la Copa América. Ha logrado rearmar el ánimo. Pinto tiene un buen equipo. Una pregunta: ¿Dónde diablos tenían escondido a Julio? ¡Qué arquerazo! Colombia cuenta con un interesante técnico: Jorge Luis Pinto. Es muy hábil para leer y afrontar los partidos con distintos entramados tácticos, arma una doble línea de cuatro cuando no tiene la pelota, desdobla a sus laterales cuando configura juego y opta que el fútbol atraviese los pies de sus excelentes volantes creativos. Tiene con que: Sánchez, Julio, Amaya, Moreno, Zúñiga, Velez, Mosquera, Ferreira, Achico, Falcao, Grisales. Pinto da motivos para que su selección recupere su fe.

Chile: Es pura ilusión. Y el optimismo es un jugador fundamental. La derrota con Argentina la borró enseguida caminándole en el lomo a Perú. A lo largo de la eliminatoria va a ser un equipo bien parado, con muchas obsesiones y presiones. Tiene lo más importante del fútbol: un conductor Matías Fernández, un volante Arturo Vidal (que hizo una jugada de fútbol sobrenatural) y cuenta con un gran goleador, Humberto Suazo. Sin embargo, Chile es un remake de viejas selecciones más que algo nuevo y distinto. Chile es un equipo que antes de empezar a perder la pelota, empieza a perder la fe. Se está cargando en las espaldas de Bielsa demasiada responsabilidad. Se espera que el técnico argentino logre la anhelada profesionalización de los jugadores chilenos. Y se busca que Bielsa construya y fortalezca los tres pilares del fútbol: actitud, concentración y continuidad. ¿Lo logrará?

Venezuela: Tiene razón el DT Paez: posee el mejor equipo de su historia. Venció a Ecuador con un meteorito de José Manuel Rey y compuso un buen primer tiempo frente a Argentina. Venezuela cuenta con una cultura deportiva y una ingeniería competitiva que potencia su proyecto futbolístico. Sin lugar a dudas se trata de una selección que futbolísticamente ha crecido demasiado. ¿Le alcanzará para llegar al Mundial Sudáfrica?

Ecuador: Está pagando el precio de la falta de recambio. No está más el gran Tin Delgado, falta Kaviedes, tiene un grave problema de arqueros, están maduros ciertos referentes históricos como Hurtado y de La Cruz. La va a luchar, porque hay temple y oficio, aunque se le va a hacer difícil esta vez. Parece que el proceso que nació con Drusan Draskovic, que adquirió norte y contenido con Francisco Maturana, que se operativizó con Hernán Darío Gómez y que cosechó resultados con Luis Fernando Suárez se está cerrando. Esa mezcla tan eficaz entre el orden europeo, la garra paraguaya, la técnica brasilera, más la morfología fisiológica colombiana, entre otros ingredientes como la mística del estadio de Quito, fueron los moldes para instaurar el proceso más interesante del fútbol sudamericano que llevó a Ecuador dos veces seguidas a un Mundial y a pasar, cómodamente, en el Mundial de Alemania a octavos de final. En estas dos fechas Ecuador ofreció poco, muy poco. Sus volantes no ofrecieron toques, por el contrario brindaron un concierto de pases improductivos, poca rotación, nada de velocidad, nada de contención, alguito de buena voluntad, más algunas pinceladas de Tenorio y eso es todo. Con Brasil Ecuador mostró su rostro más débil, tanto así que se asemejaba en extremo a lo ofrecido por Bolivia en Montevideo.

Perú: Se pinchó en dos fechas. Todo el entusiasmo previo se derrumbó en dos partidos. Y esta
vez no es por el mentado exitismo del público. Es que no se le vio nada, ni una puntita de fútbol, de garra, de funcionamiento. Muy pobre. Tiene jugadores tallados para el roce internacional, pero con eso sólo no basta. Cuenta con un arquero interesante como Butrón. Desborda con Galliquio y Vargas y apuesta en exceso a la guapeza de la Foquita Farfán. Repite vicios. Por ejemplo, en Lima Solano era poco buscado, en Santiago ni se lo percibió. Y se abusó de los desbordes laterales que se perdieron en el siempre inútil pelotazo. Otra falla, en los dos partidos, Pizarro retrocedía cada minuto del partido hasta terminar como un pobre volante, por supuesto nunca dañó, ni con un rasguño, a sus rivales. Después del partido con Chile se desencadenó una serie de trifulcas en los camerinos que excedieron los códigos del hermetismo que impone el fútbol...

Bolivia: El sustantivo “eliminatoria” es un término bastante perverso para selecciones como la boliviana que no ofrecen nada que convierta al fútbol en un deporte competitivo. Por el juego ofrecido por Bolivia en estas dos fechas de antemano cae en el escalafón de los eliminados. No parece una selección, se asemeja más a un combinado de jugadores medios. Clasificar para nuestra selección suena a una empresa demasiado desproporcionada para el material con el que se cuenta. En una sucesión de absurdos la selección boliviana tiene todos los pretextos para justificar sus fracasos. No se deja de hablar de las causas que impiden el éxito de la selección boliviana. Ahí va una: la terquedad para armar un alboroto con cualquier excusa. A dos fechas de la Eliminatoria y Bolivia ya se aventó al barranco de la derrota sempiterna...

jueves, 18 de octubre de 2007

Mensajes emitidos de un proceso que hace aguas


El partido con la selección Colombia emitió distintos mensajes rescato algunos:

Que César Verdúguez es en la cancha el equivalente de lo que es Erwin Sánchez al borde de la línea de cal, un inexperto.

Que Mojica carece de rodaje futbolístico detalle que pronuncia su basta colección de inconsistencias desparramadas en el Siles y que su presencia en la cancha no responde a sus antiguas potencialidades, sino al capricho del DT Sánchez y al de su cerebro táctico: Aragonés. Mojica ni pinchó, ni cortó: su presencia fue intrascendente e hizo que la máquina creativa de la selección se atore.

Que la selección boliviana cumple con ese lugar común del fútbol que señala que los equipos se parecen en exceso a sus entrenadores. En ese sentido es posible concluir que la selección es un amorfo conjunto futbolístico invadido por una intermitente serie de vacilaciones, víctima de explosiones constantes de irregularidad, un grupo deshilachado, invertebrado y desnorteado clan de once medrosos hombres de casacas verdes.

Que Arce es un exquisito jugador proclive tanto a la pirotecnia como al exceso (a veces inútil) de técnica. Tiene una manía por entretenerse en los costados y esta parece ser una debilidad no trabajada por el DT y el Cuerpo Técnico. Es un gusto verlo jugar. Bajo el imperio de mis limitaciones sostengo que se trata del mejor jugador boliviano en la actualidad. Ojalá el nuevo técnico del Corinthians le abra la puerta a la cancha.

Que la selección configura un entramado futbolístico tácticamente imposible de descifrar no tanto por el modo en el que los jugadores de Sánchez irrumpen en el gramado y disponen los espacios, sino por el escaso fútbol que articulan y sobre todo por la alta inoperancia a la hora de encender la mecha creativa que implosiona el cerco defensivo del rival y marca la diferencia.

Que Galarza parece no soltarse del péndulo que lo lleva de un extremo al otro: del miserable desastre a la vanagloria del héroe.

Que el déficit de funcionamiento de la selección es un reto casi imposible de vencer por parte del DT Sánchez y de su Cuerpo Técnico.

Que Raldes posee una jerarquía consolidada en esa escuela futbolera que es la ciudad de Rosario; sin embargo, es muy permeable al contagio de las fisuras emocionales de la selección, detalle que se traduce en errores ingenuos. Además arastra desde el partido con Racing en Avellaneda un ligero desgarro que no termina de explicitarse, pese a eso Raldes posee el talento para subirse al podio de los mejores centrales del fútbol doméstico argentino.

La selección está demandando con urgencia y a raudales respuestas del DT que por ahora no sabe dar y en una mezcla de pragmatismo y sinverguenzura se oculta en la soberbia y en esa manía por subestimar al periodismo deportivo.

Que Santos Amador demostró ser un central con virtudes destacables. Parece, como Galarza, que está atado al vaivén del péndulo: de villano a héroe. Sin embargo, ayer jugó bajo el guión de un Milito o un Puyol (no exageró, eh).

Que el partido de ayer por la tarde ya permite encarar una evaluación descarnada del primer año de gestión del DT Sánchez que rápidamente se la puede sintetizar en una palabra: decadente.

Que Gaty Ribeiro tiene un potencial creativo y un horizonte de fútbol tan amplio que sus virtudes gratamente nos recuerdan al Gaty del Bolívar de la Sudamericana 2002. En el conjunto de jugadores de estas eliminatorias, Gaty está en la bolsa de los jugadores diferentes. Nunca abandonó sus obligaciones de marca y fue el que encendió la mecha creativa de la selección. Posee la nervadura y el horizonte de un crack.

Que el DT posee una extraña habilidad para mostrar su soberbia y sus límites. Cada vez que Sánchez vierte declaraciones a la prensa cada una de sus palabras enunciadas devienen en feroces pelotazos en contra donde siempre queda mal parado.

Que Limberg Gutiérrez pese a la displicencia que es su marca de estilo, demostró que casi a los 30 años es un jugador indispensable. Provee a la selección de su única herramienta ofensiva: el tiro de media distancia. Aunque habrá que precisar que ayer en la tarde Limberg tuvo herido el rifle, pero lo sustituyó con una inédita versión de un Bomba Obrero.

Que ya sin reflejos al borde de la línea de cal y abrazado a un discurso que subestima cualquier intento de verbalizar y analizar las imposibilidades futbolísticas del equipo que dirige, Sánchez está preparando un cóctel de razones que hacen insostenible su proceso que valga decir carece de brújula, de carisma y lo que es más grave de objetivos y métodos.

Que Lito Reyes despierta la melancolía de los antiguos cincos. No se trata de un Gago, ni de un Macherano, ni del antiguo Emerson se asemeja más a la fuerza de Makelele. El abecedario con el que lee el juego lo aprendió en las Villas paceñas, a puro golpe, tragando nubes de tierra y en medio de la piedra y el cascajo. Sus herramientas de albañilería lo distinguen. No la pierde una y las lucha todas. Además que es una manija virtuosa para salir jugando. Sí, juega al límite y ayer no midió sus excesos, ya que el DT Sánchez optó por dejarlo solo en el centro de la cancha. Es que en el abecedario de Lito la letra C de cagón no existe. Y en Montevideo sus dotes de albañil de la contención pucha que hicieron falta.

Que la selección Bolivia es un grupo emocionalmente herido. Un equipo herido de las dos alas. Quebradas alas que lo subsumen a la tradición de ser los últimos de siempre.

Que Jhasmani Campos desata cualquier nudo que se instaure en el centro de la cancha. Tiene una ductilidad creativa, pero carece de coraje y de armazón corporal para transformarse en un jugador diferente. Ayer tuvo errores dentro y fuera de la cancha: dentro, fue impreciso en los pases y uno de ellos casi termina en gol; fuera: señaló como un gauchito que en el primer tiempo se estaba ahogando, ¿acaso Jhasmani no viene a la altura (paceña, cochabambina, orureña, sucrense, potosina) por lo menos una vez por semana?

Que Aragonés y el Papi Vaca entraron de polizones a este “proyecto”. Mediante el caballito de Troya de la Gerencia Técnica Aragonés tiene entre las manos una nueva oportunidad. ¿En la historia del fútbol boliviano habrá algún técnico que pese a sus sistemáticos fracasos tuvo tantas oportunidades?

Que Andaveris posee la brújula para jugar sin balón. Es decir, funciona como el 9 referente de área que molesta y perjudica el trabajo de los centrales. Su función era la de arrastrar marcas. Pero, ojo con el pero, la pelota a Augusto le despierta un conflicto existencial y le provoca un descalabro futbolístico que se concreta en la impotencia golera del yungueño.

Que tanto hinchas como periodistas y dirigentes contamos con una habilidad asombrosa para discutir y analizar las ramas, nos encanta saborear los frutos, pero hay un temor y poco audacia para analizar las podridas raíces del fútbol boliviano. Además de carecer de esa audacia, también se carece de instrumentos analíticos, de políticas concretas que imaginen la construcción de la ansiada columna vertebral no sólo del fútbol, sino de una cultura deportiva.

Que el ingreso de Joselito no vertebró el medio campo, ni asumió la responsabilidad de administrar el potencial creativo de la selección. Que el Chaqueño Gutierrez entró en un momento demasiado intrincado. A esa altura del partido, Colombia ya construyó dos murallas de cuatro hombres cada una, imposibles de acceder. Que Cabrera se perdió en el laberinto del área custodiado por un tridente asombroso: el arquero Agustín Julio y los dos centrales Moreno y Mosquera.

Que en el fútbol boliviano resulta casi imposible privarse del exquisito arte de culpar. En este contexto es inevitable no dejarse tentar por buscar al Chivo expiatorio de turno. En Bolivia cada miseria futbolística tiene su respectivo dueño. Y ayer en la nublada tarde del Siles los espectadores que son el coro del espectáculo futbolístico emitieron una muestra del estado de la opinión respecto a este actual proceso: “¡Fuera Sánchez! ¡Fuera Sánchez!”.


Fuentes foto:
-La primera Internet
-La segunda La Prensa, suplemento Acción

domingo, 14 de octubre de 2007

El círculo

Extrañamente la cancha del mítico Centenario tenía trazadas una serie de esferas circulares. Parecía una alusión subliminal a nuestra estructura futbolística circular. El 7 de septiembre de 2003 Bolivia perdió 5 a 0 con Uruguay en el bautizo hacia la Copa Mundial Alemania 2006. El 13 de octubre de 2007 Bolivia perdió 5 a 0 con Uruguay en el bautizo hacia la Copa Mundial Sudáfrica 2010. Lo interesante y trágico es que nuestra historia futbolística se repite tal como si giráramos en una perversa trama circular, pero como ya no la podemos repetir dentro de las coordenadas de lo trágico, la repetimos en clave de parodia. Lo que vimos ayer en la tarde montevideana fue una parodia.

Hay tanto que decir, pero a la vez tampoco que este post se ahorrará la tarea de verbalizar la parodia del 13 de octubre. Sin embargo, no puedo dejar pasar unos cuantos datos. Ni bien acabado el partido nuestra torpe comunidad periodística ya estaba afilando las hachas y poniéndose las camisas de leñadores para acabar con el escaso capital futbolístico de los once de Sánchez. Los periodistas gobiernan en el corto plazo, lo controlan, lo administran y sobre él ejercen su poder. En su balance corto placista los chivos expiatorios de este desastre son los jugadores que dejaron de entrenar para preocuparse por satisfacer sus arcas con verdes. “Amigos de la prensa”, como dice el Presidente, el 7 de septiembre de 2003 Bolivia perdió 5 a 0 con Uruguay, el único jugador que encaró ese partido y el de ayer fue Miguel Ángel Hoyos. Uruguay repitió cuatro: Diego Forlán, Carlos Bueno, Regueiro, Vicente Sánchez. Bolivia renovó casi en su totalidad su cantera de jugadores.

Bolivia atraviesa una crisis deportiva, educativa demasiado profunda. Si se quiere transformar este horizonte secuestrado por la derrota, no se trata simplemente de potenciar la alicaída Liga profesional, ni de fortalecer la inexistencia de “divisiones inferiores”, ni de traer a un técnico con un currículo demoledor, el problema es mucho, pero mucho más complejo.

En nuestra comunidad a nadie le interesa el deporte. Obviamente hay una serie de dirigentes que atan y desatan la intrincada burocracia del fútbol, pero este lío del fútbol excede sus capacidades y sus competencias. Para desandar este camino de derrotas no queda más que tomar en serio a la educación y el deporte. Y no concentremos responsabilidades en un par de funcionarios. Es decir, no nos desliguemos de responsabilidad de este desastre. Democraticemos las responsabilidades: desde el Presidente de la República, pasando por sus Ministros de área, más los Prefectos (incluidos los prefectos que manejan fortunas), las alcaldías, los vecinos, los profesores, los profesores de educación física (hagan algo ¡Por favor!), las autoridades de Clubes, los dirigentes, el presidendete de la FBF, de la ANF, los deportistas, en fin... El deporte y la educación es tarea de todos, responsabilidad de todos y responde a una ingeniería humana y a un conjunto variado de políticas, de variables, de prácticas, de saberes, de condiciones, de retos, de oportunidades.


En Bolivia se exigen resultados pero nadie trabaja para alcanzarlos. Una muestra de ello es rastrear lo que ha hecho la FBF para erradicar nuestra cómoda costumbre de perder. Ese rastreó muestra que lo único que se hizo fue cambiar al presidente de la FBF y conseguir un nuevo DT. Eso es todo. Para trascender de nuestra estructura futbolística circular que nos condena a la ceguera de la derrota con urgencia tenemos que descubrir nuestra cuota de responsabilidad, desde el lugar donde estemos.

sábado, 13 de octubre de 2007

Linchamiento futbolero

El sentido común boliviano parece no soportar que un futbolista exija el equitativo pago de sus haberes. Y el periodismo deportivo que vive del fútbol y no en el fútbol, en coro ha potenciado la orientación de este odio. Algunos con más matices que otros apuntaron a los jugadores y en menor medida a los dirigentes como los responsables de este bochorno salarial-gremial. La figura es clara: los jugadores seleccionados exigían concretar y comprometer con la dirigencia un escalafón salarial, más el pago de premios o bonos por objetivos cumplidos a corto y largo plazo. La dirigencia arrebatada no estaba de acuerdo con las sumas sugeridas y al parecer recién vislumbró el peso del costo de la convocatoria de 30 jugadores. Al parecer para la FBF es imposible sostener el caro costo del proyecto del técnico Sánchez (me refiero al experimento de trabajar con dos selecciones: una aclimatada a la escasez de aire de la alta montaña y otra acostumbrada a los rigores de la deshidratación del llano y la costa).

La posición de este redactor de blog pretende ser diáfana. El jugador boliviano es producto de la generación espontánea. En Bolivia hacer deporte es un mérito de motivación individual y no un producto/acción que devenga de un proyecto educativo colectivo. El deporte en Bolivia se reduce a una práctica recreativa, a una mecánica trivial para saciar el ocio, o se trata de un instrumento de catarsis del estrés o una mal conducida práctica que lo único que pretende es modelar la vanidad de los cuerpos. En síntesis: en la escala de valores sociales el deporte es una mera recreación de los cuerpos sanos, no es un acto educativo. Educación no entendida bajo los términos tergiversados de la educación escolarizada en la que la educación física es una práctica carcomida por lo inútil donde se pretende consolidar un par de técnicas deportivas o una máquina de tortura de los cuerpo flácidos. Tampoco en el sentido católico donde la educación física se expresaba como una disciplina que controlaba los excesos del cuerpo y donde hombres y mujeres se comunicaban con sus osamentas en ámbitos separados y bajo la lógica del tabú. Me refiero a educación en el sentido de fortalecer una cadena de valores. Educación en el sentido de construir en su práctica un sentido profundo de pertenencia a un proyecto colectivo. Educación en el sentido de transformar el deporte en un instrumento de indagación de los complejos meandros que constituyen la subjetivad del ser. Educación en el sentido de que el deporte es una práctica imaginaria donde los deseos disputan el territorio de la esperanza y de las utopías. Educación en el sentido de aprender de la derrota. Educación para resignificar esa feroz palabra: la competencia.

Hace 13 años que Xabier Azkargorta hablaba de la escasa profesionalización del fútbol boliviano. Hoy seguimos habitando en ese lamento. Peor aún, las pocas condiciones que existían han cumplido su ciclo o se han extinguido por mútiples factores. Al extremo que sólo el oriente boliviano y más específicamente el departamento de Santa Cruz se ha transformado, con un sin fin de falencias y limitaciones, en la única cantera de jugadores. El resto de las regiones atraviesan una de las peores anemias futbolísticas. Y este dato detrás suyo oculta un angustiante panorama porque demuestra que las diversas condiciones que deben posibilitar la formación de atletas son inexistentes. Cochabamba que era la región que aportaba al deporte boliviano con atletas admirables (no sólo en Bolivia) como Vladimir Soria, hoy su aporte es menor que el del Norte de La Paz... Los jugadores que llegan a tropezones o por casualidad al fútbol “profesional” boliviano son sujetos dignos de medalla y de cualquier podio que mida los esfuerzos. Son sujetos que han atravesado un laberinto caótico invadido de mediocres monstruos obstaculizadores. Sujetos que han amagado a las carencias que carcomen cualquier motivación. Sujetos que han convivido con la indiferencia de una comunidad a la que no le importa el deporte... Por más que estos “profesionales” del fútbol destruyan a la brevedad sus carreras, por más que estos sujetos hagan del fútbol una mera práctica mercantil, por más que no sientan ni la mínima chispa por esta comunidad fragmentada, por más que derrochen ingenuos sus sueldos en importadoras de autos, por más que hagan gala de una variedad de inconsistencias formativas, por mas impertinente que haya resultado su estrategia de presión faltando horas para el debut eliminatorio, son sujetos admirables, luchadores frente al poder de la nada. Hijos de la generación espontánea. Es decir, son futbolistas que han nacido del chume y no de un proyecto deportivo.

La FBF en un acto demagógico y en complicidad con los medios en un par de días incentivaron un linchamiento a los jugadores, vulnerando su capital de credibilidad simplemente por haber exigido el justo pago de sus haberes. ¿O es que tanto dirigentes como periodistas consideran que los jugadores que llegan a la selección no deben recibir remuneración alguna? La Federación debería hacer los esfuerzos suficientes no sólo para pagar a estos atletas que provienen de la nada, sino sobre todo para imaginar los destinos del fútbol (tarea imposible para estos Jerarcas del fútbol). Entendiendo que el fútbol es ante todas las cosas un acto educativo.

jueves, 11 de octubre de 2007

Las cortapisas del DT Sánchez

Dentro de la bolsa de valores que el fútbol boliviano ostenta al “profesor” Erwin Sánchez el periodismo (los cancerberos de la opinión pública) le ha otorgado el valor colonial de ser el boliviano que más conoce la modernidad del fútbol europeo. Sin embargo, el “profe” Sánchez da muestras de pertenecer a un mundo futbolístico mucho más provinciano y cantonal. Una prueba de ello es su constante preocupación por la protección –casi obsesiva– de ciertos “secretos” futbolísticos de la selección nacional. De ahí también proviene su manía paranoica por los entrenamientos “a puertas cerradas”. O sus esquivas declaraciones –escasas en espesor verbal– que no hacen más que expresar, además del laconismo del Técnico, su manía por enredar al fútbol de falsas intrigas.

Luego de escuchar sus declaraciones en el borde del Tahuichi no me pude contener en la redacción de este post. Un periodista cruceño, al que no llegué a reconocer, le pregunta al DT: “¿Qué sabe de Uruguay?”. El profe Sánchez fiel al cansino ritmo en el que procesa sus ideas se toma el tiempo que considera suficiente y lentamente responde: “Muy poco... No como ellos que gracias a ustedes saben todo de nosotros. Todos tenemos que tirar la carroza para el mismo lado. Pero parece que no es así. El otro día un colega tuyo me comentó que los colombianos también saben todo lo que estamos haciendo. Y eso no es ayuda. Nosotros si queremos sorprender al rival no podemos porque ya todo se sabe”. El anacrónico razonamiento del profesor Sánchez proviene de otro mundo futbolístico. Un mundo futbolístico silente. Un mundo futbolística que gira en el vértice de la pelota de trapo. Un mundo futbolítico sin cámaras que construyan, que potencien y que multipliquen los contenidos que desplaza la pelota. Un mundo futbolístico ajeno al constante asedio periodístico. Un mundo futbolístico lejano del espectáculo.

El fútbol de hoy está atravesado por la vorágine de la información. No hay detalle futbolístico que no sea procesado y desmenuzado por los sujetos que componen el abigarrado mundo mediático del fútbol. El fútbol de hoy se juega más fuera de la cancha, en sets televisivos, en salas de prensa, al borde de los gramados, en interacciones de multimedia, delante de los micrófonos, en las graderías... Un ejemplo del fútbol actual es el Barcelona. El mundo mediático del fútbol sabe que se trata de un equipo de juego predecible, pero esta condición (casi mecánica) le permite instaurar una multiplicidad infinita de variantes ofensivas con las que se hace cada vez más incontenible para sus rivales. Por más oscurantismo y misterio que quiera incorporarle el DT Rijkaard a sus declaraciones, sus rivales saben a la perfección como el holandés arma a sus equipos, las funciones, las obsesiones del colectivo de jugadores, las libertades e incluso los límites que posee cada jugador azulgrana y, por supuesto, intuyen la sendas de la cartografía (poética) en la que se trazan los circuitos futbolísticas que desplaza el equipo catalán. Pese a todo ese saber el Barcelona, por ahora, es incontenible para los rivales y es un constante referente para pensar e imaginar el fútbol actual. En ese sentido, el profe Sánchez por más hermético y misterioso que sea o pretenda serlo no podrá darle demasiadas vueltas de tuerca al juego de nuestra selección. De ante mano se sabe o se tiene la sospecha sobre los lineamientos generales sobre el cómo jugará Bolivia en Uruguay. Es predecible: jugará con dos ajustadas líneas de cuatro, más dos hombres en punta con fuertes obligaciones de marca. Estas líneas ordenarán su juego sobre la obligación (o sobre el fundamentalismo) de la marca y la presión. En La Paz la selección Bolivia ostentará otras generalidades futbolísticas: fútbol vertical, veloz, vertiginoso, obsesivo en remates, excesivo en desbordes por izquierda y por derecha, centros... El patrón para ordenar el juego en La Paz será la velocidad para literalmente asfixiar al rival.

Por tanto, los misterios del profe Sánchez, su apetito por el suspenso y la intriga, sus sistemáticas coerciones a la prensa, desde la miope mirada de este redactor de blog, no solamente son innecesarias e inútiles, sino que son importantes gestos que sintetizan la actitud torpe, abusiva y atropelladora del DT. Sánchez confunde las causas con el efecto a tal extremo que considera que es el periodismo el responsable de la bulla que se está generando en el continente a partir de su decisión de no traer a la altura a un selecto grupo de jugadores bolivianos, con el filoso argumento de potenciar su rendimiento. ¿Son los periodistas los responsables de esta decisión y de su masiva repercusión?

Por otra parte, Sánchez no hace más que proporcionar al periodismo deportivo boliviano una serie de dispositivos-cortapisas instaurando con esta práctica un estilo comunicacional vertical y poco (por no decir nada) democrático. El DT Sánchez sugiere entre líneas que el periodismo se límite de preguntar, de informar; y también entre líneas sugiere que se comunique sólo aquello que el Cuerpo Técnico desea. Frente a todo esto: usted, caro lector, se preguntará si la FBF cuenta con un equipo comunicacional que trace ciertas líneas operacionales. La respuesta es simple. Sí, la FBF cuenta con un equipo comunicacional pero éste se encuentra repartido entre Facetas deportivas y la Sala de Prensa del Deber Deportivo. Y ellos están concentrados en desacreditar sutil y al mismo tiempo de manera torpe el fútbol en la altura...

miércoles, 10 de octubre de 2007

La altura y las decisiones del Cuerpo Técnico

Desde junio de este año que la altura de occidente presiona tenazmente a la compleja geopolítica del fútbol boliviano. En un contexto político donde pesan en exceso los sentidos de pertenencia ya sea a lo regional o a lo étnico, el fútbol boliviano recoge esa tensión que a dos días del difícil debut de la selección se plasma en una paradoja.

Caro lector, ¿a qué me refiero con una paradoja? Desde el discurso tanto la Federación Boliviana de Fútbol como el Gobierno Boliviano han emprendido una lucha descarnada por la inquebrantable defensa del fútbol en la altura. Desde los hechos el Cuerpo Técnico de la Selección ha optado por ejecutar un experimento (“con respaldo científico”, según Carlos Aragonés) para evitar los efectos de la altura en el pequeño grupo de jugadores bolivianos que brindan su irregular fútbol en distintas canchas suramericanas y europeas.

¿Dónde está la paradoja?, dirá usted. Estamos dando la razón al médico de la selección Argentina, el doctor Madero (impulsor de la proscripción del fútbol en la altura). El Comité Médico de la FIFA en junio de este año y con asesoría del doctor Madero y su colega del Brasil, señaló que el problema de la competencia en la altura es la aclimatación y que para una eliminatoria en la que los tiempos cortos son los que predominan ningún atleta podrá aclimatarse a ella, detalle que repercutirá en su salud. Bajo está lógica el Comité concluía que Bolivia al jugar en la altura obtiene evidentes ventajas deportivas, por tanto el accionar deportivo boliviano va en contra del Fair play.

Más allá de evaluar la acertada o equivocada decisión del Cuerpo Técnico, es importante subrayar que tanto Erwin Sánchez como Aragonés inyectaron inconsistencia a la inquebrantable defensa del fútbol en la altura; ya que sobre la base de un supuesto criterio “científico” mandan preocupantes señales a nuestros rivales del continente ya que ni los jugadores bolivianos (cruceños todos ellos) no pueden aclimatarse a la altura. En otras palabras, sutilmente nuestro Cuerpo Técnico (con un profundo espíritu de fakir) está dando la razón al Comité Medico FIFA. Reconozcámoslo, jugar en la altura proporciona un plus innegable. La altura existe. Sin embargo, ese plus debe ser protegido por todos los bolivianos, no sólo por los que hemos nacido en la montaña. ¿A qué me refiero con la apelación de ese término paternalista? A que se deben cuidar ciertas formas en el delicado trato con el fútbol en la altura. La altura es fundamental en la composición de nuestra topografía, pero para el fútbol boliviano es más que una ventaja es UN PATRIMONIO. A 3400 metros sobre el nivel del mar hemos conseguido los principales galardones del fútbol boliviano. Y si la Federación Boliviana de Fútbol ha decidido jugar en ella debe asumir la responsabilidad de ejercer coherencia y respeto. Porque no es coherente actuar con dos posiciones a la vez; posiciones que se superponen, que se chocan, que se contradicen. No es coherente, por un lado, defender el fútbol en la altura con un sinfín de argumentos y de estrategias, por otro, no es coherente que llegado el momento de la competencia el propio Cuerpo Técnico de la selección se convierta en el principal devaluador de los criterios de la defensa.

Sí, caro lector, me dirá que lo hecho por el Cuerpo Técnico es lo que se tenía que hacer. Los jugadores que vienen del llano y de la costa sufren los rigores del sorojche. Me dirá que es una tortura para sus físicos eso de subirlos a la altura, para más tarde bajarlos y finalmente obligarlos a trepar, avíón mediante, la alta montaña hasta llegar al Miraflorino Siles. Sí, puede que la decisión de Sánchez-Aragonés sea acertada o no, pero desde un punto de vista político-deportivo, desde la difícil defensa del tema de la altura lo que provoca es un contrasentido. Contrasentido al que la FIFA, presumo, debe ver con buenos ojos.

En el inicio de este post afirmaba que la altura de occidente presiona tenazmente a la compleja geopolítica del fútbol boliviano. También afirmaba que en el actual contexto político donde pesan en exceso los sentidos de pertenencia ya sea a lo regional o a lo étnico el fútbol boliviano toma partido hacia los dos horizonte: el regional y el étnico.

Para hablar exclusivamente del peso de lo regional sabemos que el Fútbol Boliviano está conducido desde el oriente boliviano: el presidente de la ANF es cruceño, el presidente de Fabol es cruceño, el presidente de la FBF es cruceño, el gerente de la FBF es cruceño, el viceministro de deportes es cruceño, los principales miembros de los distintos tribunales de justicia deportiva son cruceños y, por último, los responsables de comunicación de la FBF son cruceños. Y el peso de lo regional no termina ahí. Para el periódico El Deber la defensa del fútbol en la altura no es un asunto primordial, menos un patrimonio del fútbol boliviano que hay que preservar y fortalecer. Por el contrario, es un obstáculo para los intereses regionales. No se cansan de subrayar sutilmente ese otro contrasentido que articula el fútbol boliviano: Santa Cruz cuenta con toda una burocracia dirigencial que administra la totalidad de la estructura del fútbol boliviano; sin embargo, no son la sede de la principal competencia de la selección: la eliminatoria. Desde las páginas deportivas del Deber entre columnistas, periodistas y médicos deportivos han asumido un compromiso ambiguo en el tratamiento de la altura y el fútbol. La sala de prensa deportiva parece apuntar a desacreditar y a relativizar la importancia de la defensa de la altura. Los ejemplos son infinitos basta leer con cierta frecuencia el suplemento deportivo del Deber, pero sobre todo esta semana ya que el asunto de la altura y el experimento del Cuerpo Técnico de la selección ha potenciado a estas voces que entre líneas y explícitamente en los textos que producen no dejan de incentivar el exterminio de la práctica del fútbol internacional en la altura paceña.

Desde una mirada profundamente paranoica e invadida de susceptibilidades y sospechas presumo que la decisión del Cuerpo Técnico de fragmentar en dos grupos a la selección no es gratuita. Primero, es una decisión profundamente irrespetuosa e ingenua con la defensa de la altura. Segundo, es una decisión que responde a la compleja trama geopolítica de intereses que componen el fútbol boliviano. Tercero, en la decisión tomada es posible palpar un extraño sentido de inseguridad en el Cuerpo Técnico, a ratos da la sensación que para ellos jugar en la altura es un evidente perjuicio, pero en otros momentos dan señales que hay que aprovechar su innegable plus. Sobre esta ambigüedad ya empezaron a tomar decisiones: ojalá no se equivoquen... Y, por encima de estos detalles, ojalá que gané la selección boliviana.

sábado, 6 de octubre de 2007

Peripecias del Ave Fénix Celeste (en tres episodios)

Siempre que un político, en este caso un político del deporte (del fútbol), se arroja a la desenfrenada peregrinación por distintos medios no hace más que despertar una enorme cantidad de sospechas. Valga como aclaración que estos episodios de incontenible verborrea generalmente son antecedidos de un inquebrantable hermetismo impregnado de un silencio de claustro en el cual es fácil rastrear el vuelo también peregrino de una mosca (Rrrrrrr). El Doctor Cuéllar, Jefe de los designios y de las esperanzas del Club Bolívar desde el 99, decidió el jueves al medio día quebrar su antigua estrategia que optaba por el mutismo, también quebró el cerco hermético que le contenía, desechó los pudores del silencio y optó por el uso, siempre político, de la palabra y de los medios.

El círculo
Hábil, el Doctor demostró datos irrebatibles. Entre ellos, que durante la gestión Cuéllar el Bolívar salió campeón 6 veces en 18 campeonatos, lo que le hace acreedor del 33 por ciento de éxitos, le sigue Oriente Petrolero con 3 campeonatos (será la perversidad de las casualidades o una muestra del precario estado de nuestro fútbol que en esta gestión ambos clubes atraviesan un desplome institucional que todavía no percibe fondo). Cuéllar explicitó los caudales económicos que ingresaron al Club y también describió los aluviones de salida del dinero. Don Mauro detalló hasta los costos de los viajes y como un ingeniero civil mostró las fisuras del dique Bolivarista que es evidente que no pudo retener esos altos montos de dinero y menos hacerlos reproducir por el bien de los destinos futboleros Celestes. Una de esas fisuras que el licenciado presidente se ocupó de evidenciar fue el fin de los “pases”, que fue también el fin de los dueños de futbolistas y, lo más grave, el fin de un modo de gerenciar el patrimonio de los Clubes. El Club Bolívar según Cuéllar fue el que más sufrió el cambio de esta estructura jurídica-económica que marcaba la propiedad casi esclavista de los jugadores. Pero las declaraciones de Cuéllar fueron tan abundantes que estuvieron más cerca de la retórica demagógica política que de una evidente muestra del debilitado estado del Club. Y en el medio de esa suma de declaraciones fue fácil palpar los manotazos de ahogado.

A modo de pinceladas rescato algunas ideas, por ejemplo, esa que busca trozar el Gran Centro Bolívar (de la 17 obrajes) en tres parcelas o pedacitos (en otras palabras optar por el minifundio como salida a la crisis) y sobre ellas montar el futuro económico Bolivarista. ¿Cómo? Fácil. En una de las tres parcelas, según Cuéllar, se debe construir una infraestructura para posteriormente venderla, el otro pedacito debe ser mantenido para la administración del Club, y la última, bajo una mentalidad rentista, alquilarla para que el club Celeste viva de los alquileres. ¿Cómo se puede evaluar esta aventura gerencial del Doctor Cuéllar? ¿Se trata de creatividad empresarial? ¿O es un mero ejercicio de ingenuidad? ¿O será que Cuellar está aludiendo a las únicas líneas de sobrevivencia que tiene el Club Bolívar? ¿No habrán otras ideas para potenciar al Club con más campeonatos ligueros en su haber? Si las hay Cuéllar las desconoce.

En la ingeniería argumentativa del Doctor Cuéllar el dispositivo del cinismo es una pieza clave, tanto es así que marca en estos 8 años de gestión una impronta en el errabundo tránsito dirigencial Celeste. ¿A qué me refiero con cinismo? A la actitud del Doctor que recurre al eufemismo del ojo por ojo. Caro lector permítame describir esta lógica con ejemplos que provienen de la galería de argumentos marca Cuéllar. El Doctor recurre permanentemente al recuerdo y a la extraña e ilegal venta de predios Bolivaristas en Irpavi, a la antigua condición propietaria por parte de los Celestes de la gasolinera de la calle 17, a la casona de la calle Indaburo. Y señala que nunca nadie aclaró dónde fueron esos montos de dinero, ni tampoco nadie pidió explicaciones de las oscuras ventas y permutas de los respectivos predios. El Doctor entre líneas sugiere que el Bolívar siempre fue víctima de manejos oscuros. Así que hace un llamado implícito a la supuesta tradición Celeste donde todo queda obscurecido y enterrado por la bruma de la irregularidad y pide (ahí arroja el cinismo) a exdirigentes, expresidentes, hinchas y en general a toda la comunidad Celeste que sigan fieles a la tradición de no entrometerse con las operaciones putrefactas del Club. Algo así, como: "antes a nadie le preocupaba las irregularidades administrativas, ahora, ¿por qué les tiene que interesar?".

Y el segundo argumento cínico persigue el siguiente razonamiento. Note caro lector la estructura geométrica de un perfecto círculo vicioso. El Doctor recibió el año 99 al Club con una enorme deuda dentro de sus fauces, un conglomerado de procesos judiciales, impuestos jamás pagados, más un crónico desorden administrativo (en el Bolívar, según el Doctor, no existía contabilidad alguna, ni papelitos que demuestren los ingresos y los egresos), a este contexto habrá que añadirse una agónica pobreza de fútbol que se expresaba en la impotencia copera del Bolívar en los noventa. En síntesis, según el Doctor Cuellar recibió a un Bolívar profundamente deficitario, irregular, con un sin fin de procesos oscuros. Pero, aquí va la paradoja: pasados estos 8 años el Doctor Cuellar legará al próximo directorio un Club con las mismas características que el 99 (Claro, con el “mérito” (¿?) de un Subcampeonato en la Sudamericana del 2004). Caro Lector Celeste, ¿acaso no se trata de un perfecto trazo de un círculo vicioso que mata y asfixia a nuestras utopías futboleras?


La Divina Comedia Celeste
Sí, el fútbol boliviano es una Divina Comedia (con los respectivos respetos que se merece la obra del gran Aligieri).

El Infierno
El día miércoles dos días después de la irreversible eliminación Bolivarista del hexagonal el conglomerado inexistente de dirigentes que pilotean la barcaza Celeste remitieron una carta a sus jugadores en la que sutilmente se los amenaza de no pagarles todos sus haberes comprometidos, bajo el pretexto de no haber cumplido con los resultados que el club les exigía. La carta puede ser interpretada como el último lamento del actual directorio Bolivarista, como la última ofensa a su maltratada hueste de jugadores. La carta cifraba el infierno celeste.

El Purgatorio
El jueves el Doctor Cuéllar en un exagerado ejercicio de verborragia futbolera salió a los medios a encarar la lucha política por los destinos celestes, a expurgar sus demonios. Pero valga introducir este comentario. En una actitud sospechosa y en sus respectivos programas Gonzalo Cobo, Juan Pastén y el visible Padre Eduardo Pérez preguntaron a Cuellar todo lo que él quería que le pregunten. Es decir, propiciaron un terreno periodístico armónico, sin intermitencia alguna, ni pregunta impertinente que moleste al Doctor que se mostró como una víctima y un héroe de la dirigencia futbolera boliviana. Sin embargo, Gonzalo Cobo abrió la línea telefónica y fue su audiencia la que pinchó inteligentemente con preguntas al hábil Doctor. Pero nadie preguntó al Doctor sobre el desatino de la abusiva carta de su directorio remitida a su grupo de jugadores. Tampoco nadie preguntó sobre los atropellos sistemáticos a los jugadores (el caso Pachi, por ejemplo). Ni de las irregularidades médicas que siempre son poco importantes en el momento de evaluar una gestión deportiva. ¿Recuerda caro lector la lesión de Gati Ribeiro? ¿Recuerda como actuó el Doctor Cuellar? Ahora, ¿qué pasa con Lito “Hacha” Reyes? ¿No se trata del mismo caso? Un jugador que fue víctima de negligencia médica. Pero este es un tema que se merece un otro post. Volvamos al Doctor Cuellar que, ahora sí, quiere ser fiel al estatuto Celeste para “terminar” su gestión en diciembre de 2008. Es evidente, don Mauro sale a la plataforma de los medios para proteger y blindar las bastas zonas oscuras de su gestión y tiene toda la ayuda de ciertos periodistas y medios que saben medir los límites de su indagación.

El Paraíso
Ayer viernes al medio día el Tribunal Superior de Penas de la FBF institucionalizó para el club Bolívar la figura del Ave Fénix. Falló a favor del Bolívar de tal manera que los Celestes son los subcampeones del apertura; por tanto, tienen la oportunidad de jugar con el subcampeón del clausura el pase al tercer lugar de la Copa Libertadores de América, si pierden ese partido como premio consuelo recibirán una plaza para la Copa Sudamericana. El paraíso. El destino parece ser nuevamente Celeste. Inegenuo me pregunto: ¿con la aparición de este fallo qué pasará con el agresivo tenor de la carta del miércoles? ¿Los improvisados miembros del directorio, entre ellos el doctor Aranibar, borrará con el codito lo que escribió con la mano? Por lo menos, ¿los miembros del directorio de Cuéllar se disculparán con los jugadores? ¿Llamarán por fin a Sandy? ¿Cómo diablos volverán a los entrenamientos? Cuentan que muchos de los jugadores firmaron contratos en los que se estipulaba que si el equipo era eliminado el vínculo legal era anulado. Pero, luego del bendito fallo este contexto de debacle puede dejar de lado la melancolía y subirse al barco de la esperanza. Todavía hay mucho que ver...

La conjura de los necios
Este largo Post arrancó bajo el mando de una sospecha. Siempre que un político, en este caso un político del deporte (del fútbol), se arroja a la desenfrenada peregrinación por distintos medios no hace más que despertar una enorme cantidad de sospechas. ¿Por qué Cuellar se sumerge en este desenfreno? ¿Por qué despierta tantas sospechas? Por un detalle que alborota la pasividad del directorio Celeste. El lunes antiguos dirigentes (Iturralde, Zuleta, Loayza, y un potentado de apellido Claure, entre otros) organizarán una asamblea para rearticular ideas y vías alternativas a la crisis Celeste. Pero también se reunirán para presionar al directorio Celeste que no termina de hundirse. El actual directorio sabe que tiene una enorme sombra alargada por encima de sus espaldas. Una sombra vigilante que pretende proyectar urgentes transformaciones en el Club. Para decirlo en una oración estas transformaciones: quieren desprender del Club un brazo financiero comercial que se vertebre con la participación de accionistas que acopien dineros y transparenten el manejo económico de la institución bajo lo estipulado en el Código de Comercio Boliviano; por otra parte, mantener la figura jurídica del Club que será el brazo que administrará los designios deportivos.

Si observáramos el electrocardiograma de todos los Clubes del fútbol “profesional” boliviano es fácil palpar el diagnóstico de riesgo cardíaco latente. El momento menos pensado todos nuestros clubes de Liga, uno detrás de otro, pueden sufrir un fulminante paro financiero y administrativo con carácter irreversible. Todos los clubes, sin excepción, se reflejan y se reconocen en la debacle Celeste. Que tristemente sintetiza la evidente debacle del fútbol boliviano.

martes, 2 de octubre de 2007

¿Cuándo se jodió el fútbol boliviano?

Dentro del decálogo del fútbol boliviano el caos y la paradoja parecen ser las palabras que conducen su anómalo y mediocre funcionamiento. Parafraseando al destestable operador político mirista Oscar Eid valga perseguir las rutas de sentido que plantea esta pregunta: ¿Cuándo se jodió el fútbol boliviano? Y sin ceder al pántano de la duda este modesto redactor de blog agresivo apunta hacia las cabezas aneuronales de la élite dirigencial del fútbol. ¿Por qué ellos? Por una razón que se desploma por su carácter simple. Son los chivos expiatorios del archi conocido desastre del fútbol boliviano. En ellos se condensan y se concentran las sombras que oscurecen el pobre horizonte de nuestro mediocre fútbol; y también son ellos los que cínicamente se alimentan, como alimañas encorbatadas, de nuestras ingenuas esperanzas futboleras. Los dirigentes tuvieron y tienen entre sus odiosas manos el poder del fútbol boliviano y hacen de ese poder un mezquino recurso para satisfacer sus estrechos intereses.


Los dirigentes tuvieron y tienen la responsabilidad y la obligación de producir entramados reglamentarios que allanen y sobre todo transparenten el víacrucis de la competencia, sin embargo cada uno de sus trazados y de sus decisiones conllevan una fisura que los condena a la inconsistencia. A modo de preguntas planteo un ejemplo concreto que ilustra esta cotidiana práctica: ¿Cómo es posible que jugadores que pertenecían a la Asociación del Fútbol Boliviano, hace exactamente un año atrás, hayan sido mal habilitados o dudosamente habilidados para jugar en la Liga profesional? ¿Cómo es posible que gracias a este detalle se abra nuevamente la posibilidad del perverso tejemaneje chicanero de leguleyos que secuestran al fútbol de la cancha y lo transfieran al oscuro ámbito de la inequitativa cancha del Tribunal de Disciplina Deportiva de la Liga?

Los dirigentes del fútbol boliviano fueron y son incapaces de vertebrar un proyecto deportivo que potencie la alta competencia y que haga del fútbol una herramienta educativa. Y de esta aseveración no se salva nadie, ni el meritorio Guido Loayza, porque a estas alturas del ruedo de la Historia, luego de 13 años de una clasificación al Mundial, sobre el tapete se encuentran las variables que ayudan a entender los motivos y las causas de esa clasificación, una de ellas: las características del torneo. Se trataba de un torneo corto al que Bolivia arribó con un plus de trabajo (mérito de la dirigencia y del cuerpo técnico) y lo más importante con una renovada actitud que se tradujo en cancha en un sin fin de magia y de hazañas futboleras (mérito de la dirigencia y del cuerpo técnico). Pero, de esa hazaña y de ese manejo dirigencial no nos quedó ni las hilachas de la esperanza...


Y es que él fútbol boliviano es un complejo ámbito (una parte del todo) en el que podemos leer todas aquellas fracturas que nos suturan como país. El fútbol abre un resquicio para sentirnos como sujetos de un proyecto de comunidad inexistente. En el fútbol también es posible palpar nuestras más profundas imposibilidades, en otras palabras saborear la amargura de pertenecer a una comunidad de sujetos inoperantes y excluyentes que saben con precisión instaurar las suficientes estrategias para presagiar y habitar en el tropezón y en la apelación constante de la derrota. El fútbol boliviano posee infinitos escenarios para visualizar las taras que nublan nuestros más complejos deseos.

Pero, volvamos a la pregunta: ¿Cuándo se jodió el fútbol? Tal vez cuando Mario Mercado descubrió que el excedente de Inti Raymi podía potenciar su hobby de hincha y a la vez transformarse en una herramienta para atraer el poder. Tal vez todo se jodió cuando Rafael Mendoza regaló como buen mecenas el Complejo de Achumani y determinó el modo de actuar de una dirigencia que hace del mecenazgo una práctica que erosiona al fútbol. Tal vez cuando Oriente Petrolero por una maniobra dirigencial dejó de alimentarse de las arcas de YPFB. Tal vez el día que Guido Loayza dejaba la presidencia de la Federación en manos de descabezados dirigentes. Tal vez cuando Azkargorta nos recordaba la impronta, parafraseando a Hemingway, "se juega como se vive". ¿Cuándo se jodió el fútbol? Tal vez cuando al Maestro Agustín Ugarte se lo reconoció con una simple moto después de haber conseguido nuestro único título en la Copa América. Tal vez cuando la historia fundacional de nuestro fútbol, que es la historia del Oruro Royal formaba parte del realismo mágico más que del realismo futbolero. Tal vez cuando fuimos por una penosa invitación al Primer Mundial del 30. ¿Cuándo se jodió el fútbol? Tal vez cuando el Diablo Etecheverry se rompió los ligamentos de la esperanza en una cancha chilena. Tal vez en estos últimos 10 años exactamente desde el bendito día en el que Saavedra Banzer llegó a la cabeza del fútbol boliviano para cercenarla con ayuda de sus mediocres sucesores (el triste Asbún, el intrascendente Castedo y ese desorbitado del fútbol: Chávez, contratista del rasputín del fútbol: el doctor Víctor Hugo Pérez). ¿Cuándo se jodió el fútbol? Tal vez cuando Papi Numberg y Toto Arévalo transformaron al fútbol en un objeto de lucro, vaciándolo de toda posibilidad de contenido y sentido. Tal vez cuando el icono de la política pactada, el paladín del cuoteo, el medalla de oro en cruzar ríos de sangre, aseveró con voz de Tiro Loco y con aliento a aguardiente que “Bolivia es un país de ganadores”. ¿Cuándo se jodió el fútbol? Tal vez cuando el vasco Azkargorta orfebre de la actitud y de la mística de la selección 94 abandonó el premoderno barco del fútbol boliviano para, pragmático, abordar la modernidad y las certezas del millonario contexto del fútbol chileno. Tal vez el 23 agosto del 77, día en el que se declaró el nacimiento de la Liga del fútbol boliviano. Tal vez cuando el gran Chichi Romero ahogaba su inigualable talento maradoniano en las botellas de ron. Tal vez cuando descubrimos que para jugar de igual a igual con nuestros rivales del continente tenemos que atrincherarnos en la altura. Tal vez cuando Drusan Draskovic, el serbio que escapó a Ecuador para salvar sus sueños del monstruo de la desfragmentación que carcomía su inexistente país, llegó al Alto y descubrió como un Colón del fútbol que el soccer boliviano tiene todas las condiciones de competir de tú a tú, pero con los países de Centroamérica no con los de Sudamérica. Tal vez cuando la selección boliviana de fútbol pasó a ser la selección cruceña de fútbol (Pedido clamoroso: por favor no se lea esta aseveración simplemente en clave regional). ¿Cuándo se jodió el fútbol boliviano? Tal vez a partir de la incoherencia evidente de Real Potosí que hace unos tres meses atrás, fecha en la que ganó meritoriamente en cancha el campeonato apertura, era un defensor del fútbol ganado en cancha; y ahora, eliminado en cancha del hexagonal, ha optado por jugar con la chicanería de la impugnación.


Estimado lector, ¿cuándo se jodió el fútbol boliviano?